jueves. 25.04.2024

Big data y los nuevos partidos

En este fluir que ya adelantó Zygzmunt Bauman en su concepción del estado líquido de la sociedad moderna, los partidos y otras formaciones sociales pierden masa organizativa...

Creo que todos andamos algo confusos respecto de la emergencia de nuevos partidos políticos y también de nuevos movimientos sociales, confusión que deriva de la constatación de que éstos no responden a los códigos de conducta convencional de partidos y movimientos tradicionales, en fase de superación dicho sea de paso. Su ubicación en el eje de coordenadas históricas que relaciona hechos, interpretaciones de los mismos y respuesta política, ha variado sustancialmente transformando el armazón rígido de soporte de la tradicional formación política mutada a otra forma de organización flexible que observa y valora los hechos de una manera distinta, los interpreta ayudada por modelos conceptuales no sacralizados y tiende a tomar posición política en clave táctica y no de estrategia.

Y ello creo que se debe a un fenómeno que en los medios de comunicación se conoce como big data, lo que vendría a ser la acumulación de enormes cantidades de datos, informaciones y referencias respecto de cualquier problemática, que además se retroalimenta y se multiplica por efecto de la existencia de tecnologías que facilitan la búsqueda, organización y canalización de la información a través de redes sociales, redes técnicas o experimentales. Y dado que los datos son los hechos sensibles de la realidad, aquello que nos permite conocerla e interactuar con ella, big data, esa tecnometodologia que permite una observación microscópica de la realidad, puede ser considerada como una característica definitoria de los nuevos partidos y movimientos sociales, una circunstancia unida inseparablemente a la formulación de las fuerzas políticas emergentes,  desarrolladas en ese contexto de masividad de datos e informaciones. 

¿Es esto una constatación importante para la organización y expresión política de la sociedad? Sin duda que sí, porque la masividad de los datos e información que se conecta a través del proceso característico del big data produce un fuerte impacto en las formas de organizar la participación política, que de momento ha comenzado con la revisión y reformulación de partidos y movimientos sociales, pero en breve alcanzará a la estructura de las instituciones y por supuesto a la administración de la presencia del estado.

En este fluir que ya adelantó Zygzmunt Bauman en su concepción del estado líquido de la sociedad moderna, los partidos y otras formaciones sociales pierden masa organizativa y ganan en la configuración de procesos de conexión, sobre todo los destinados a facilitar el intercambio de información.  Este bullir comunicativo que reemplaza a las ordenanzas y directivas, que incluso  pone en entredicho los compromisos estatutarios, como es lógico promueve modelos alternativos en el centro de la vida del partido, particularmente en la elección de las temáticas relevantes y en el proceso de toma de decisión en el seno del partido respecto de las mismas.

La organización centralizada y jerarquizada para hacer efectivo un modelo de toma de decisión reservada a la cúspide que se traslada a las bases como si de dogmas se tratara, remite porque  el sustrato de su actuación, el conocimiento experto e irrefutable  de lo que acontece, pierde sustancialidad, se desmiga cuando entra en contacto con ideas, datos e información que contradicen la verdad única vinculante para la acción del partido tomada por el consejo de dirección.  En esta tesitura en la que la visión de los hechos relevantes y el posicionamiento político frente a ellos reniega de una organización que selecciona las temáticas y dispone de repuestas predeterminadas, surgen los nuevos partidos que aunque conectados a visiones generales del mudo, tienden a hacerlas referentes y no consecuentes de su acción.  Los nuevos partidos tienden a engullir el estado de la opinión general de la sociedad y a conectarla con una visión del mundo particular, no a imponer dicha visión a la percepción que de ello tiene la ciudadanía.

Y en este cambio de modelo el fenómeno big data juega un papel determinante, pues es este entramado de datos e informaciones continuadamente retroalimentadas la que expresa la agenda de los intereses políticos de la ciudadanía. Big data requiere la existencia de los datos y de los canales para que se manifiesten, pero sobre todo exige a los partidos el saber participar en la organización de los mismos y rechazar la injerencia en la conformación básica de ellos. Por otro lado requiere de una ciudanía participativa, honesta e implicada, pero sobre todo exenta de presiones manipulativas partidarias. 

Todo ello va consumándose en plazas físicas y tecnológicas. Big data es el hermano pequeño del big brother, tiene que madurar y sufrir sus crisis de crecimiento. Eso está ocurriendo y deducir de ello desmoronamiento por efecto de la impericia  o por el peso de la responsabilidad es una falta al rigor de interpretación o aún peor, un intento de descalificación provocada por la desconfianza en los propios ciudadanos y en su manera de crear la agenda de los hechos importantes.


Big data | Tratamiento masivo de datos

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