jueves. 25.04.2024

El asombroso caso de los cambios en las oficinas de turismo en el exterior

El ministerio de Industria, comercio y turismo, ninguneado por el marmolillo señor Soria a quien tanto da burlar...

El ministerio de Industria, comercio y turismo, ninguneado por el marmolillo señor Soria a quien tanto da burlar y mofarse de la voluntad de sus conciudadanos españoles (sobre todo canarios) concediendo licencias para la prospección petrolera a la carta, como regalar un mapa energético a las empresas monopolísticas del sector para que así ni siquiera deban enmascarar su situación de privilegio y puedan conectar y desconectar centrales a su gusto, puedan poner o quitar ayudas y subvenciones, calcular subjetivamente los costes de transición a la competencia, abrir o cerrar almacenes de gas… Este desdichado ministerio acaba de sumarse a una nueva entrega del “viva la vida” que le ha venido caracterizando en sus últimos años. Las oficinas exteriores de turismo, área competencial de dicha administración, intenta cambiar los criterios de selección para los técnicos y funcionarios que deben encargarse de estas delegaciones en el exterior. Hasta la fecha, en los criterios de selección primaban el mérito demostrado en materia de gestión y promoción turística, algo que parece de sentido común.

Pero ya no, al menos eso pretende el ministerio. Sostiene que la experiencia y el tiempo dedicado a una actividad tan volátil como es el turismo pueda ser desempeñada por “gestores” genéricos. De esos que tanto abundan en las cercanías del partido popular. Esos “gestores” convertidos en asesores que han repoblado la administración tras la tala indiscriminada que ha practicado el partido allá donde ha tenido oportunidad y todo ello al grito de austeridad fiscal, adelgacemos la administración. Quítate tú para ponerme yo, que de los criterios objetivos de selección ya se encarga Cospedal.

El caso de las oficinas exteriores de turismo podría ser tenido por el enésimo acto de cohecho, nepotismo y mangoneo que venimos viendo en un partido que ha hecho de la amistad, la fidelidad y la pertenencia a filas la única condición del “expertise” necesario para desarrollar cualquier actividad directiva, de la sanidad a los medios de comunicación pasando por la banca o cualquier otra parcela en la que lo público aún juegue algún papel. Ya no sospechamos, ya tenemos la certeza de que estas colocaciones en el espacio público no tienen otra función que demolerlo para entregar los desechos al espacio privado, y cobrar la comisión correspondiente mediante puerta giratoria. Pero además del aprovechamiento secular de lo público, en el caso de las oficinas de turismo en el exterior se perciben algunos datos que evidencian que algo muy gordo está pasando entre la gente que considera que el partido les debe algo.

Y apunta a situación trágica, porque esa gente que se verá beneficiada por los “nuevos criterios” en turismo, hasta la fecha buscaba su ubicación en un lugar próximo a los presupuestos, a ser posible en unidades de gestión de licitaciones y otorgamiento de contratos. Consejerías y concejalías de fomento y promoción de obras han sido las estrellas, las más queridas y solicitadas. Pero ya escasean y se ven muy expuestas al escrutinio mediático y han comenzado a interesar a la fiscalía anticorrupción y la Udef. Lo que se conoce como “yuyu”.

Eso y el tic- tac del que hablan algunos están poniendo de los nervios a muchos. Y he aquí que aparecen las oficinas de turismo, allá en lontananza, alejadas del mundanal ruido, donde uno puede pacer a gusto, ocultos a periodistas sin capacidad de seguimiento en los lugares de destino, convertidos en leales servidores de los intereses de la nación atareados en medrar en cócteles ofrecidos por embajadas y fiestas promovidas por touroperadores. Esto si va a ser vida, si señor y cerquita de islas paradisiacas (en cuanto a naturaleza y en cuanto a su trato fiscal a cuentas y patrimonios inconfesables) que visitar sin levantar ninguna sospecha.

Pinta de maravilla la verdad, un buen retiro sin duda, pero es un dulce con sabor amargo, porque esas personas renuncian a algo muy duro que el prevaricador siempre ha perseguido con tenacidad. No solo enriquecerse, sino poder alardear ante los vecinos, cuñados y todos aquellos que nunca dieron un duro por uno. Pavonearse, chulearse vamos. Ante quién va a hacerlo ahora. Y con lo que esta gente ama a la patria, tener que, como si de jóvenes profesionales o científicos se tratase, buscarse la vida fuera de España es duro. Y es que para ellos algo va mal, muy mal.

¿Y el turismo? Sin problemas, para eso se ha cambiado la ley de costas, para llenarlas de hoteles de ocho plantas con sus correspondientes balcones.

El asombroso caso de los cambios en las oficinas de turismo en el exterior