viernes. 29.03.2024

Extremadura como referencia

Fernández Vara es un político experimentado, poco propicio a declaraciones escandalosas, y buen conocedor de la tierra y las gentes que va a volver a gobernar.

En contraste con el extendido guirigay que caracteriza hoy la política española como consecuencia de los resultados de las elecciones del 24 de mayo, la Comunidad de Extremadura transita con plena normalidad hacia la formación de un gobierno minoritario presidido por el socialista Guillermo Fernández Vara. Se pone término, así, a una legislatura puente caracterizada por la controvertida alianza fáctica entre un sector dominante de la IU extremeña y el popular-populista Monago. Fernández Vara es un político experimentado, poco propicio a declaraciones escandalosas, y buen conocedor de la tierra y las gentes que va a volver a gobernar. Ni siquiera cuando afloró la noticia de los viajes privados a Canarias de su adversario en la Junta hizo uso de esa cuestión para minar su imagen, sumándose a la tentadora ola del chascarrillo.

En una Asamblea que reunirá a 30 diputados del PSOE, 28 del PP, 6 de Podemos y 1 de Ciudadanos, a Vara le basta y le sobra con la garantía, ya expresada públicamente por el ahora líder del PP en la oposición de facilitar su investidura. No obstante lo cual, ha decidido mantener reuniones con el resto de las formaciones políticas no tanto para mercadear votos como para sentar las bases de una gobernación en la mayor sintonía posible de actuaciones que redunden en el progreso de la Región. Es comprensible que esa manera de producirse las cosas en Extremadura despierte menos interés mediático que el cruce de declaraciones en el resto de España, que obliga a un ejercicio diario de interpretaciones cabalísticas sobre el destino final de los apoyos imprescindibles para articular mayorías de gobierno en Ayuntamientos y Comunidades. El espectáculo se prolonga hasta el hartazgo y roza ya el carácter de esperpéntico en Andalucía, dos meses después de que una clara mayoría de andaluces se expresara con suficiente claridad. El reto prioritario de resolver los urgentes problemas de la sociedad andaluza se difumina, semana tras semana, tras el decorado de unos pactos misteriosos centrados en la consecución de un puñado de alcaldías, por importantes que éstas sean, confundiendo Política con politiquería.

El riesgo de intentar realizar un análisis de la situación con perspectivas de perdurar un poco más allá del momento de pulsar la tecla para su envío es demasiado real como para no asumirlo con modestia .Todo cambia, a impulsos de una resolución judicial inesperada o de un rasgo de orgullo o ambición personal descontrolada. O de la necesidad de afirmar los liderazgos partidarios con la vista puesta -siempre hay otra elección en el horizonte- en las generales del otoño. Una reunión “secreta”, una comida discreta, una llamada telefónica jamás desvelada, puede alterar el rumbo de unos pactos que se asemejan cada vez más a un partida de ajedrez en la que importa más la última jugada, la que conduce al jaque mate, que el movimiento de los peones, los ciudadanos.

De ahí que quiera hoy resaltar el ejemplo de Extremadura, y poner de relieve, en una tierra que sorprendió internacionalmente por la iniciativa de Rodríguez Ibarra en el uso abierto de Internet, que Fernández Vara y el líder de Podemos, Álvaro Jaén, hayan acordado poner a disposición de quien quera verlo el contenido de sus conversaciones. No faltará quien diga, desde la suficiencia y el “prestigio” del escepticismo, que es un gesto para la galería. Puede ser, pero al menos es un buen gesto. Y estoy harto de muecas de mal gusto.

Extremadura como referencia