jueves. 28.03.2024

El gobierno de los eufemismos

Nos ha tocado vivir en la era de los eufemismos. El lenguaje no sólo hace posible nombrar las cosas y hablar de ellas, sino que hace que ellas sucedan, y por tanto: crea realidades.

Nos ha tocado vivir en la era de los eufemismos. El lenguaje no sólo hace posible nombrar las cosas y hablar de ellas, sino que hace que ellas sucedan, y por tanto: crea realidades.

Cualquier persona que haya estudiado ciencias políticas, comunicación o psicología entre otras, sabe el poder que ejerce el lenguaje, y en nuestra época gracias a la facilidades de la tecnología, la información es más peligrosa e influyente que en cualquier periodo histórico anterior. Así pues, en un mundo dominado por la masificación de los medios de comunicación, la palabras se han convertido en un instrumento al servicio de intereses políticos y económicos, moldeando nuestras percepciones según convenga. Ya lo dijeron autores tan importantes como Bourdieu (¿qué significa hablar?), Lakoff (no pienses en un elefante) o Klempeler (la lengua del III Reich). El politically correct norteamericano no es más que una manifestación de un hecho universal, de una nueva globalización: el uso del eufemismo como modo normal de lenguaje político-social, por tanto, de texto periodístico. Si añadimos que nunca como hoy se ha visto matizado y super dividido el eufemismo, podemos llegar a la conclusión de que vivimos en la feria de los eufemismos: nos rodean, nos empapan, nos divierten, nos irritan.

Ejemplos de eufemismos en la actualidad hay muchísimos: A los asesinatos que se producen en Oriente Medio a diario los llamamos "daños colaterales"(acuérdense de Bush hijo). Las guerras son "intervenciones militares", un hombre que mata a 25 personas es un enfermo mental, si ese hombre es de confesión musulmana se le llama terrorista. Al estancamiento de la economía le llaman "crecimiento cero" o los más descarados lo llaman “crecimiento negativo”, que por cierto es una contradicción en toda regla. A la criminalidad la denominan “inseguridad ciudadana”. Dejar a la calle a 100 familias es una "racionalización del personal". Las torturas ahora son "medios de persuasión" y la represión policial en manifestaciones se le llama "dispersar a los manifestantes restableciendo el orden". Con “reajuste de tarifas” esconden subidas de precios. Detrás del rescate, y de las inyecciones de capital se esconden intereses de unos frente a otros (en este caso a costa de otros). Al beneficio del empresario se le denomina “excedente empresarial”, al dinero negro “activo negro”, a la amnistía fiscal “gravamen de activos ocultos”, y a la bajada de sueldos “una devaluación competitiva de los salarios”. Detrás de regular la economía está recorta, o como lo llaman ellos: medidas de consolidación fiscal. Y al lado de recortar, no nos hablan de privatizar. Y con privatizar nos intentan convencer de que es una reorganización funcional de los servicios públicos cuyo objetivo es mejorar su calidad y eficiencia. La lista de ejemplos es muy amplia...

Así, distintos grupos de poder luchan día a día para imponernos cierta interpretación de la realidad afín a sus objetivos. Y, para lograrlo, intentan que pensemos en los temas que les interesan con las palabras que a ellos les conviene, ya sea por lo crudas y directas, o bien porque ocultan, vacían o atenúan su real significado.

Vivimos tiempos de camuflaje y maquillaje verbal. Es el deber de todos evitar que se banalice un lenguaje dominado por eufemismos, cuyo fin es manipular la realidad. Necesitamos saber para decidir bien, por eso necesitamos honradez profesional, veracidad y pluralidad. La información es un derecho, por ello ya va siendo hora de empezar a llamar a cada cosa por su nombre y acabar con el gobierno de los eufemismos.

El gobierno de los eufemismos
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