jueves. 28.03.2024

La crisis entre Francia y Marruecos. ¿Y si hablamos claro?

Una intensa historia de amor, es así como vemos desde el exterior, la relación entre Francia y Marruecos...

Una intensa historia de amor, es así como vemos desde el exterior, la relación entre Francia y Marruecos. Pero no es un amor platónico, incondicional, ni obsesivo, ni siquiera comprometido, sino un amor paternalista (con tintes narcicistas). Podríamos incluso considerar a Francia y Marruecos como una familia paternalista, es decir,  aquella que trata de educar a sus hijos en un contexto disciplinado, fomentando en el niño los buenos hábitos que le permitan en el futuro valerse por sí mismo. En este sentido, tras la firma del protectorado por parte de franceses (y españoles) y su desembarco en Marruecos a principios del siglo pasado, se ha intentado que Marruecos crezca en un entorno favorable, fomentando precisamente esos buenos hábitos. Pero anda que no ha llovido por el camino... Y claro, Francia ejerciendo el rol de buen padre, siempre estuvo al lado, o eso creían algunos.

Marruecos ha sido considerado por encima de todo un “socio estratégico”, frase de las más repetidas por la prensa francesa, independientemente de los colores del gobierno. Y por lo que a Marruecos respecta, siempre se ha considerado Paris (y por ende Francia) como la cuna de la civilización. Las clases más refinadas, la élite marroquí no viaja a Madrid o a Berlin. La élite prefiere Paris, codearse con los franceses en el Champs Elysée. ¡La belle vie! La historia de amor de ambos países se resume en un tira y afloja en el que Francia (país dominante) cuida y vela por los intereses de Marruecos (país dominado). Cuando Marruecos ha necesitado de apoyo internacional, ahí estaba Francia. Cuando Marruecos ha querido atraer inversión extranjera, ahí estaba Francia. Cuando Marruecos quiso reformar su sistema educativo, ahí estaba Francia (el francés es la lengua que usa la administración marroquí, junto con el árabe clásico), cuando Marruecos ha querido deshacerse de la oposición socialista/republicana (Mehdi Ben Barka) ahí estaba Francia. Cuando Marruecos ha querido formar a sus clases acomodadas en el extranjero, ahí estaba Francia. Siempre dispuesta a tendernos una mano.

Hoy estamos asistiendo a uno de esos tira y afloja. ¿El protagonista? Javier Bardem entre otros. Y es que aprovechando la presentación de su nuevo documental (casualmente sobre el Sahara), el actor español citó unas palabras que el embajador francés en EEUU le había comentado en una de sus reuniones privadas. En ellas decía que el país marroquí era "una amante con la que se duerme todas las noches, de la que no está particularmente enamorado pero que se debe defender. Dicho de otro modo, que miramos para otro lado". Unas declaraciones que reflejan esa relación amorosa paternalista con la que comenzaba mi reflexión, pero que sin embargo no ha gustado nada a Marruecos. Normal. Marruecos ya no es una colonia francesa, Marruecos ya sabe andar solo, aunque necesite de ayuda para levantarse. ¿Pero, es la crisis tan grave como parece? ¿Va a modificar la posición geopolítica de Marruecos? ¿Acaso no es verdad lo que ha dicho el embajador francés? Uno de los principales problemas me temo que esta vez no tiene mucho que ver con el lenguaje. La declaración es humillante, escandalosa, hiriente y hasta inadmisible, pero el problema de fondo (a veces los árboles no dejan ver el bosque) está en no querer asumir el tipo de relación paternalista/consentida y dependiente que caracteriza a ambos países. En pretender mirar hacia otro lado cuando las cosas van bien, y rabiar cuando las cosas van mal (justo lo que está pasando ahora). Marruecos debería ser capaz de llevar a cabo una estrategia que mire a Francia “de tú a tú” sin titubear. Pero los intereses económicos y también políticos (geoestratégicos) que unen a ambos países, hacen difícil –quasi utópico- ese tipo de relación. A fin de cuentas Marruecos no deja de ser un país con poco peso en la esfera internacional y con poca, casi nula capacidad de influencia.  ¿Os acordáis del tira y afloja con EEUU, de nuevo por la cuestión del Sahara el año pasado?

Pero la crisis franco-marroquí no acaba aquí. Uno de los hechos más importantes (y que la prensa intenta silenciar) tiene que ver con la persecución por parte de la justicia francesa a altos cargos marroquíes por supuestos casos de tortura. ¿Dónde? Os dejo adivinarlo. Se trata concretamente del jefe del servicio secreto marroquí –DGST- Abdelatif Hammouchi. Una orden cuyo propósito es interrogar a los principales sospechosos, dictada justo antes de que saliera a la luz las famosas declaraciones del embajador francés. Ambos hechos relacionados directamente  o indirectamente con la cuestión del Sahara. Un tema peliagudo y sensible para Marruecos. Otra de las denuncias que está gestionando la justicia francesa tiene que ver con supuestos casos de tortura en la prisión de Temara (que por cierto algunos periodistas la vinculan con los centros clandestinos de detención de la CIA). ¿Cómo ha respondido ante este hecho Marruecos? La respuesta ha sido la “congelación” el miércoles 26 de febrero de “todos los convenios judiciales existentes entre Francia y Marruecos”. También se le ha prohibido la entrada a un enviado especial del presidente Hollande que buscaba darle una salida rápida a la crisis.

(...)
A la vista del hecho de que siete elementos de la policía francesa han intentado comunicar una citación judicial a un responsable marroquí en la residencia del embajador de Marruecos en París, en violación de los usos diplomáticos y de manera provocadora;
Considerando que estos comportamientos constituyen un grave atentado a las reglas elementales de cooperación entre los dos países y producen un perjuicio al espíritu de esta cooperación, e incluso a la respetabilidad y credibilidad de la justicia marroquí;
se ha decidido suspender la ejecución de todos los convenios de cooperación judicial entre los dos países
(...)

Fuente: MAP

El tema de Bardem desde mi punto de vista no deja de ser anecdótico. Si Marruecos se ha sentido atacado no debería ser por unas (desafortunadas) palabras de un embajador francés, sino por el hecho de que el país al que consideras hermano, vecino, amante, amigo, padre… o llámalo como quieras, esté haciendo justicia contra ti, o mejor dicho por ti. El Marruecos del 2014 sigue empeñado en ser quien no es, olvidando lo esencial: hacer justicia, independientemente del tema que sea (si se demuestra que ese señor torturó a personas, todo el peso de la justicia debe caer sobre él). Creo que cualquier demócrata compartiría al 100% mi opinión. Y con justicia no sólo me refiero a condenar a todo aquel que ha cometido atrocidades en el pasado y en el presente, por supuesto (nos queda mucho camino por recorrer respecto al tema de la memoria histórica), sino también demostrando al mundo que el camino es dirigirse hacia un modelo democrático de verdad, con demócratas que velan por el interés de todos y todas, justos y responsables. Y si no lo son, y nos están tomando el pelo, principalmente a gran parte de la población que ni entiende ni se interesa por la política, deberían por responsabilidad retirarse y que gobiernen  personas más decentes.  No creo que al marroquí medio le interese el tipo de relación amorosa que lleva Marruecos con Francia. Ni sus tira y afloja. El marroquí medio quiere mejores condiciones de vida, un mejor futuro para sus hijos, un sistema educativo eficaz, una sanidad pública de calidad, más justicia, más igualdad. Son cosas de sentido común. Y puestos a pedir, una imagen (Marca) Marruecos más acorde a la realidad, una diplomacia más fuerte, capaz de imponerse en la esfera regional y que negocia “de tú a tú”. Y es que a veces  algunos (marroquíes y franceses) se olvidan de que ya no somos colonia de nadie. Los que van a levantar el país son mujeres y hombres bien formados y capacitados, ésos que no entienden de corrupción, ni de favores. Que no buscan lucrarse gracias a la política. Que tienen como objetivo último visibilizar a toda esa multitud invisible que padece un dolor que algunos no quieren ni ver. Que saben que somos un pueblo rico culturalmente. Que contamos con recursos que bien gestionados nos harían rápidamente crecer. Que entienden que nadie nos hará avanzar si no tomamos las riendas de nuestro destino. No necesitamos países-compañeros de viaje. Necesitamos tener claro el barco que queremos construir entre todos y para eso, como dijo Antoine Saint Exupéry, primero debemos de evocar en los hombres anhelo de mar.

La crisis entre Francia y Marruecos. ¿Y si hablamos claro?