viernes. 29.03.2024

La verdadera vía catalana es la negociación

La demanda del derecho a decidir es inconstitucional, puesto que, según la Constitución no existe otro sujeto soberano para un referéndum de autodeterminación que el pueblo español...

Comentaba ayer un ciudadano de Granada en uno de los múltiples y variados programas de radio que se pudieron escuchar ayer 11 de septiembre, día de la Diada, qué le había hecho él a un catalán para que quiera separarse de España.

Lo más probable es que la respuesta que pueda darle un ciudadano anónimo catalán es nada. Que el deseo de separación viene motivado por un largo proceso de incumplimientos, aspiraciones truncadas y deseos frustrados. El origen de la sorprendente cadena independentista viene de lejos. El recurso planteado por el PP al Estatut de Autonomía y la sentencia en contra del Tribunal Constitucional tras el Referéndum, provocó un agravio comparativo al pueblo de Cataluña. Todo ello, convenientemente removido y apoyado por un gobierno de CiU que necesita mantenerse y ocultar sus carencias y la crisis, no ha hecho más que aumentar el sentimiento de independencia.

La demanda del derecho a decidir es inconstitucional, puesto que, según la Constitución - que los nacionalistas pretenden obviar -  no existe otro sujeto soberano para un referéndum de autodeterminación que el pueblo español. Dicho esto, la parálisis y la oposición al cauce del derecho a decidir no está provocando más que victimismo entre los nacionalistas y nuevos independentistas. Aquellas banderas, senyeras, que antaño se agitaban para otras cosas como la libertad, la democracia, el progreso colectivo, en definitiva, para construir un Estado de derecho de derecho para España y para Cataluña, hoy han sido sustituídas por esteladas que solo se izan para forjar una frontera. La erosión del constitucionalismo en Cataluña y las demandas crecientes por la independencia, no dejan otra opción, si se quiere  que el resultado siga siendo la unidad del Estado, urge la negociación con los partidos políticos en Cataluña. La izquierda (el PSC e ICV), están proponiendo una solución federal negociada con España para solventar el problema. Una opción que también adopta el PSOE a través de la reforma de la Constitución. Sin embargo, esta posición parece poco compatible con el programa de CiU que se basa la creación de un Estado soberano para Cataluña. Esto, en la práctica tendría un encaje muy difícil dentro de un Estado federal.  

La disparidad de proyectos – el español y el catalán – conducen a la frustración y la melancolía en ambas sociedades. Lo que duele realmente es cómo queda una sociedad, la catalana, machacada a recortes y sin salida real, puesto que España no va a conceder la gracia de la independencia. La responsabilidad de los gobernantes de Cataluña de agitar a las masas y conducirlas a una promesa – la independencia – que no tiene salida real, es máxima. Ahora bien, el Gobierno del Estado español debe tener claro que es difícil contender los deseos de emancipación de un pueblo cuando éstos son mayoritarios. Hay varios ejemplos en la historia. Uno de ellos es el de India, las marchas por la no violencia conducidas por Gandhi en India, convirtieron en algo inevitable la independencia. Y, repito el independentismo, desde 2010, no para de crecer. La solución a este problema no pasa más que por la cesión de sus objetivos máximos por parte de ambas partes. A efectos prácticos, el Estado español deberá ceder competencias en materia fiscal y en cuestiones de poder y soberanía dentro del Estado. Será difícil pero más que federal, la solución que deba articularse sea confederal o federal asimétrica intentando conjugar la unidad del Estado Español con la dotación de soberanía en cuestiones de poder para Cataluña. En cualquier caso, se trata de una vía que inevitablemente pasa por la reforma de la Constitución y por muchas horas de negociación que apenas han comenzado. El choque de aspiraciones está puesto de manifiesto, lo que no se ha intentado aún, y esa es la esperanza de todos los que quieren ver a Cataluña dentro de España y sufren por las aspiraciones independentistas, es la negociación de un nuevo encaje de Cataluña.

La verdadera vía catalana es la negociación