martes. 19.03.2024

La violencia se hereda

Unos 800.000 niños son víctimas de la violencia de género en España y sólo el 4% recibe atención...

Unos 800.000 niños son víctimas de la violencia de género en España y sólo el 4% recibe atención

La violencia de género es una lacra que está asentada en la historia de la humanidad y que se ha instalado en las sociedades modernas, de forma escandalosa.

Y digo esto porque según el Observatorio Europeo contra la violencia de género es en los países nórdicos donde las mujeres sufren una más alta tasa de violencia, curiosamente países en donde la mujer ocupa el 44% de los puestos de los consejos de administración y que son los líderes en bienestar, según datos de Naciones Unidas.

Por tanto, ¿Qué ocurre con la violencia de género? ¿Es fruto sólo de un comportamiento patológico del agresor?

Aunque podría decirse que el violento puede sufrir algún tipo de patología psicológica, es cierto que existen condicionantes sociales para que las agresiones se produzcan. El silencio que cubre a estos actos violentos, la falta de denuncias, la ausencia de registros de los estados, el miedo de las víctimas y sus familiares, son indicativos de una cierta connivencia con la agresión, a nivel social.

Observando nuestra historia, un rápido análisis nos lleva a ver que la mujer históricamente ha padecido la desigualdad de forma sistemática, a todos los niveles, desde las dinastías reinantes a los roles profesionales o familiares. La desigualdad para con la mujer ha formado parte de la conciencia colectiva mundial a lo largo de la historia del hombre. Pero hoy por hoy, sabemos que el carácter de las personas está en gran medida predeterminado de forma genética, mas allá de los posibles desarrollos que posteriormente este pueda tener, condicionados por el entorno social. Y hay estudios genéticos que demuestran que estos condicionantes sociales se incorporan a la personalidad del individuo y a su vez forman parte de la herencia genética para las posteriores generaciones.

Por tanto, la desigualdad y la violencia contra la mujer está incorporada históricamente al hombre desde condicionantes más profundos que lo social; esta podría ser la explicación del porqué dentro de sociedades muy desarrolladas, esta lacra se esconde de forma alarmante y bochornosa. Es además la única forma de explicar por qué la violencia se origina desde el hombre hacía la mujer y la estadística contraria (casos de violencia de género contra hombres) es irrelevante.

Sólo se puede actuar contra la conciencia social que permite o deja resquicios (aunque aparentemente no permita) para la violencia y la desigualdad por razón de género con planteamientos contundentes desde lo social; políticas que a la vez que fomenten la igualdad, combatan la violencia de género sin paliativos. No basta con leyes como la Dependencia, Igualdad, Protocolos contra la violencia de Género, con las que se combate la situación actual, se intenta reequilibrar el rol social de la mujer y combatir los abusos y la violencia. Hay que ir más allá, hay que poner énfasis en la política educativa, la formación es la clave para el cambio social, ya que no olvidemos que la violencia de género no culmina con el asesinato de la víctima, se prolonga en el tiempo en la sociedad, a través de los testigos silenciosos, los otros

miembros de la familia que no recogen las estadísticas pero que padecen con la misma intensidad que la víctima esta lacra: los hijos.

Es pues de esta forma cruel como la violencia se continúa propagando: a través de los hijos de las víctimas; generaciones traumatizadas por un hecho sin calificativos en la zona más sensible de sus vidas. Y no olvidemos que la violencia, como único fruto, genera violencia. Por ello hay que redoblar esfuerzos para con estas otras víctimas que pasan de puntillas por las estadísticas sin salir a la luz, pero que conformarán la sociedad del mañana, donde perdurará el estigma de la violencia de género, haciendo que la historia del ser humano siga de forma ineludible, unida a la desigualdad, el maltrato y la violencia.

Hagamos que los actuales 800.000 niños víctimas de violencia de género puedan encontrar un mañana que posibilite su desarrollo fuera del trauma violento de sus vidas. Luchemos por ese futuro. Por la memoria de las víctimas, todos debemos estar comprometidos.

La violencia se hereda