sábado. 20.04.2024

El sorpasso imaginario. Así no

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Como Argán, el personaje de Moliére, en el enfermo imaginario, hay quien rodeado de sus acólitos en la política española cultiva con pasión sus males y obsesionado con los poderes del estado pretende emparentar con ellos empecinadamente, incluso fingiéndose el “muerto político” hasta que se desvela toda la trama. Conocidas ya las exigencias de Pablo Iglesias en la negociación para la formación de un supuesto gobierno de coalición, no hay que ser ningún lince para deducir que su pretensión era acaparar todo el área social de gobernabilidad y las principales acciones estrella de carácter fiscal a la medida de los planteamientos políticos de la cuarta fuerza parlamentaria. Quedarían para la primera fuerza –la única que puede configurar gobierno- las funciones de policía y orden público; la defensa del estado frente al conflicto territorial; la aplicación de la justicia, la diplomacia y el mantenimiento de las inversiones y de las estructuras administrativas del estado que siempre son de difícil digestión para los parvenues sin experiencia en estas cosas complicadas de la gestión pública.

Por supuesto, sería competencia casi exclusiva de la fuerza presidencial recibir los mamporros parlamentarios de la oposición y contemporizar con los desequilibrios que un gobierno de esas características generaría. En una palabra: Los marrones serían de responsabilidad exclusiva del Presidente Sánchez, investido por la auténtica izquierda a tal efecto. Si las cosas fuesen bien mérito privativo de esta última sería y si van mal ya se sabe: El PSOE es derechas. Muy burdo todo y muy viejo el esquema, de este “sorpasso” tan imaginario como el enfermo literario del autor francés, que se pretende instalar por una puerta falsa y por quien no ha visto cumplido ni uno solo de sus objetivos desde hace solo cinco años.

Soy de los que piensan que visto y oído el espectáculo de las sesiones de investidura, la opción de formar un gobierno con estos planteamientos sería un drama mayor que ir a elecciones a corto plazo

Soy de los que piensan (a riesgo de mi cadera como vaticina mi amigo Juan Gastón), que visto y oído el espectáculo de las sesiones de investidura, la opción de formar un gobierno con estos planteamientos sería un drama mayor que ir a elecciones a corto plazo. No duraría. Iríamos, más que probablemente a unos comicios anticipados igual sin agotar la legislatura. En una situación muy favorable para las derechas (con o sin VOX) que barrerían electoralmente dado el descrédito probable del desenlace de un experimento fallido. El debate del lunes 22 de julio le ha dado una munición a la oposición que no tenía ni podía imaginar tener hace solo unos días o semanas. Hacía tiempo que la derecha en el parlamento no se mantenía en silencio tan “respetuoso” ante su, antes, tan denostado populista de izquierdas. Y ya me dirán quien protagonizó el argumentario. Ni una sola vez Pablo Iglesias atacó a la derecha. Ni una sola. Así NO. 

Sin duda Pedro Sánchez ha de tomarse muy en serio la amenaza final vaticinándole que jamás será presidente sin su concurso. Tiene un historial especializado al respecto. Se cargó  recientemente a Manuela Carmena. Se cargó antes la primera opción de gobierno PSOE por su inaceptable pacto con Rivera. ¿Ahora también era un pacto con él líder naranja? Se cargó en un entremedias a Íñigo Errejon y a la mayoría de los fundadores de PODEMOS. Y ahora parece que se carga este posible gobierno de izquierda. Lo ha vuelto a hacer. No ha soportado su aparente no presencia en un futuro gobierno que realmente no deseaba tal vez por eso. De otra manera no se pueden explicar exigencias desmedidas a la principal fuerza parlamentaria que puede formar gobierno. Curiosa forma de pedir respeto para sus 3.700.000 votos despreciando los casi 8.000.000 de votos socialistas. Sacando a relucir los errores de PSOE y sus casos de corrupción ¿para exigir una coalición? ¿Para evidenciar su lealtad? En no menos de dos ocasiones Pedro Sánchez agradeció su comportamiento reciente como ya hizo en la propia campaña electoral. Nada positivo que reconocer por su parte tuvo Pablo Iglesias siquiera por cortesía. Y es una actitud inaceptable. Así NO.

El pretendido gobierno de coalición sería pues un gobierno de coacción permanente, tóxico, desleal e irrespirable

El pretendido gobierno de coalición sería pues un gobierno de coacción permanente, tóxico, desleal e irrespirable. Uno no puede ser socio de quien se detesta y no puede ni remediarlo ni contenerse. El lenguaje no verbal y el explicito, cargado de insolencia y soberbia desmedida, es también la expresión de un viejo y conocido sectarismo. Adobado, en versiones contemporáneas, por la obsesión por un sorpasso que nunca existió y su frustración correspondiente. La siempre reclamada unidad de la izquierda es posible; fue posible; es necesaria y es útil. Personalmente conocí un gobierno municipal de coalición de Izquierda PSOE-PCE en el Ayuntamiento de Madrid que provocó un cambio estructural en la ciudad durante una década y marcó todo su desarrollo posterior. ¿Pero imaginan que en la sesión constitutiva para la elección de Enrique Tierno como Alcalde de la ciudad, el entonces candidato comunista Ramón Tamames hubiese puesto a caer de un burro al candidato del PSOE y a su partido? Así NO.

Concluyamos. Desde mi perspectiva la sesión de investidura del lunes pasado no fue ni un debate político ni de izquierdas. Fue solo una frustrante y obscena pugna pública por obtener poder, sin el menor pudor y ventilando groseramente las discrepancias, como en cualquier otro colectivo social, deportivo, empresarial o financiero que cada día contemplamos. Esta fórmula de reality pseudopolítico tiene sin duda cada día más adeptos, que confunden el liderazgo político con el uso implacable de recursos oratorios y comunicativos agresivos, sin contenidos ideológicos solventes, más próximos al resentimiento social que al pensamiento progresista. Pero esto, al menos para mí y creo que también para otros muchos, no es la izquierda que me representa. Así NO.

El sorpasso imaginario. Así no