jueves. 18.04.2024

Hola Don Pepito: ¿Los influencers y otras tribus dónde están?

De tanto saludarse las gentes entre Don Pepito y Don José y preguntarse por donde andan, a uno le surgen algunas preguntas simples. ¿Qué fue de aquella alegre muchachada que representaba la nueva guía de los comportamientos sociales? ¿Dónde están esos líderes de opinión que con supuestos millones de seguidores aconsejaban el que hacer a la población mundial? ¿Qué papel han desempeñado en medio de estos desastres, aquellos que tenían todas las respuestas para el consumo de todos los humanos y sus animales de compañía?

En estas preguntas deberían de incluirse no solo a estos personajes de los que teníamos noticia por sus éxitos digitales, sino también otros muchos otros guías espirituales de oriente y occidente. Esos Chefs mediáticos, esos deportistas insignes con centenares de millones de seguidores, además de otras tribus de la difusión telemática que, como en los apagones informáticos, han desaparecido de nuestras vidas y están en la posición del no sabe-no contesta (salvo gloriosas excepciones, que las hay).

Porque quién ha defendido durante años la necesidad de que los Presupuestos Generales del Estado contemplaran mayores inversiones públicas en ciencia, salud, investigación, educación, transporte y tecnologías sostenibles, como  elementos configuradores del estado del bienestar que aportan el salario indirecto de las fuerzas productivas españolas, son esa pléyade denostada  de partidos políticos, sindicatos, entidades cívicas, ONG,s y sociedad civil que configuran el bloque de progreso de este país y también en el resto de los países del mundo

¿Guardan también la cuarentena encerrados en sus jaulas de oro? Eso no es criticable, cada uno la pasa donde puede, quiere y tiene. Pero ¿Por qué ese silencio sepulcral si hasta antes de ayer guiaban hasta la colonia, el reloj, o las deportivas que teníamos que comprar? Si hasta hace dos días eran la referencia de lo que y como teníamos que comer porque de determinar la excelencia del guiso ya se encargaban ellos en sus laboratorios monásticos. ¿Qué hacen pues con sus enormes medios para comunicar? ¿En que ayudan con la enorme capacidad económica que han recibido de los consumos de masas que tanto les ha beneficiado para paliar hoy este sacrificio de todos? ¿Dónde están ahora sus consejos, opiniones, sugerencias, spots publicitarios, vidas personales al servicio de su publicidad y propaganda, para confortar a los que sufren en infinitas menos condiciones materiales que ellos y temen por su vida?

¿Porque estas preguntas, sin duda intencionadas, para evidenciar lo obvio? En gran medida porque muchos de estos personajes cuando son interpelados por su posicionamiento sobre temas políticos y sociales se despachan con un “yo soy apolítico” o “a mí no me interesa la política”, o un escueto “no coment”, eludiendo toda responsabilidad o compromiso con lo que sucede en el mundo no virtual, que es el que nos concierne al resto que no goza de su Olimpo privilegiado. Los hasta hace un mes guía y señal de todas las aspiraciones de muchos millones de personas en cuanto a fama, dinero, consumo o un determinado modelo de calidad de vida, no tienen ahora, como no han tenido nunca en las cosas del sufrir, nada que decir. Y es sorprendente, cuando se han dedicado en cuerpo y alma a hablar sobre todo y de todo, excepto de lo que nos concierne de forma decisiva como es el empleo, la salud pública y la seguridad de todos. Cosas de la política, esa actividad tan mala.

Nada que comentar tenían esos personajes cuando se debatían los Presupuestos Generales del Estado. Nada que intervenir cuando se decide en unas elecciones un modelo u otro de sociedad. Nada de que responsabilizarse de las cuestiones básicas que a todos nos afectan. Nada que comprometerse con las decisiones que afectan a la política y al gobierno del país. Porque es en la política, estúpidos, en donde se dirimen, discuten y deciden estas cosas. Y sí, en eso, que tan importante es en nuestras vidas, estos personajes no tienen nada que aportar, más que la simpleza del “yo en política no me meto”. Entonces…¿Para qué queremos que nos digan, sugieran, aconsejen o muestren nada de lo que verdaderamente no nos importa a nosotros y solo les beneficia a ellos?

Este es sin duda un alegato a favor del compromiso político. Sea el que sea y desde cualquier posición ideológica, con la única condición de que se ajuste al respeto democrático. Quien se afana e incluso pelea en enojosos y a veces broncos debates son los tan denostados políticos profesionales, que al parecer no alcanzan la neutralidad bautismal del Olimpo de inluencers o líderes mediáticos.

Porque quién ha defendido durante años la necesidad de que los Presupuestos Generales del Estado contemplaran mayores inversiones públicas en ciencia, salud, investigación, educación, transporte y tecnologías sostenibles, como  elementos configuradores del estado del bienestar que aportan el salario indirecto de las fuerzas productivas españolas, son esa pléyade denostada  de partidos políticos, sindicatos, entidades cívicas, ONG,s y sociedad civil que configuran el bloque de progreso de este país y también en el resto de los países del mundo.

Sí, son los “políticos”, los contestatarios  de toda especie sindical o social, las feministas, los movimientos civiles y los llamados también peyorativamente “perroflautas” los que hacen tan enojosa tarea, gentes discutidas y muchas veces repudiadas, por una ciudadanía que se traga sin pestañear una inversión deportiva de 500 millones de euros en una sola persona y pone en cuestión el sueldo de un investigador o del político que se faja en un debate al respecto.

Resumiendo: Si los que decían y opinaban sobre todo, nada tienen que decir ahora sobre lo que por encima de todo lo demás nos importa a nosotros. Si nada tienen que aportar de sus recursos e influencias para echar una mano en tiempos de cólera. Si no demuestran su capacidad creativa para idear iniciativas y soluciones a estos dramas mundiales que vivimos… Lo mejor que deberíamos hacer es dejar de tenerlos en cuenta absolutamente para el futuro.

Y decirles que SI nos importa la política porque es algo, con sus defectos enormes, mucho más grande, trascendente y noble que ellos. Adiós, Don José.

Hola Don Pepito: ¿Los influencers y otras tribus dónde están?