viernes. 29.03.2024

El Gazpacho y el "Bunker"

Hay que darle al magín, porque pensar es gratis y hablar más de la cuenta y a destiempo muy caro. En cocina seguro y en política más. 

Hace años una amiga no entendía porque no le salía bien el gazpacho. ¿Qué haces? le pregunté. "Pues pelo los tomates; los trituro; luego añado el aceite, los ajos, el pimiento,  el vinagre y el pan, intento triturarlo todo pero nada que no me liga..." Demostración indiscutible de que el orden de los factores, al menos en la gastronomía, altera el producto. También en la política. Eso seguro.

Conviene pues en estos momentos de debate político, a veces agrio, recordar a propios y extraños lo que todos casi unánimemente manifestaban hasta hace dos días. Al parecer la desaparición del bipartidismo, (fruto aparente de todos los males de la sociedad española), abría un camino de esperanzas al diálogo, la comunicación y el debate. Aparecía como  la gran solución frente las intransigencias y errores de las mayorías absolutas pasadas: Sin embargo los nuevos factores (actores) que operan a partir del 20-D tiene el riesgo de no ligar como el gazpacho de mi amiga y no ha pasado ni un mes desde entonces.

En medio de estas recientes turbulencias algunos especialistas de natación en ríos revueltos lanzan los riesgos de la inestabilidad como argumento para callar la boca a todo el que defiende un modelo plural de intervención política, cuando hasta ayer argumentaban (e incluso promovían)  lo contrario. La primera consideración que habrá de hacerse es que habrá que aceptar como normales las propuestas y tácticas de cada parte como lo que son: Intereses particulares de cada uno de los intervinientes políticos ya que para eso y por eso se llaman partidos. El problema se plantea cuando cada parte pretende ser el todo y como un boomerang nos resitúan en las proposiciones de mayorías absolutas de facto o en lo que es peor:  el pensamiento único. Es probable que algunos no hayan superado después de tantos años las secuelas ideológicas de la dictadura franquista y también,  otros, las de la del proletariado.

Solo así pueden interpretarse el excesivo y apabullante uso de términos simplistas y descalificatorios para desacreditar las posiciones contrarias utilizando a fondo todos los recursos que Noam Chomsky nos describe en sus "diez estrategias de la manipulación mediática". De esta manera, y solo como ejemplo, si uno no ve satisfechas sus opciones como minoría el resto de las opciones son un "Bunker". Con ello se caracteriza una opción democrática más como algo repugnante; que todavía está en el subconsciente colectivo de las generaciones que vivieron la dictadura y que significó prisión, silencio, muerte y la destrucción de los valores democráticos en esa época. Uno ya está demasiado mayor para vivir en el vaivén permanente, ora en el búnker, ora en las alianzas de las fuerzas del cambio. Según la táctica e intereses que toque y de quien toque la flauta a ritmo de informativos. Y "yo ya me sé todos los cuentos"... Que decía el poeta.

Por el contrario las propuestas que los dirigentes de esa parte del electorado formulan en uso legítimo de sus derechos políticos y  democráticos no pueden descalificarse con el insulto o la simplificación, considerando como "ofensa" o "desestabilización" sus iniciativas partidarias, que no son otra cosas que la defensa de sus posiciones al igual que hacen los demás y tan legítimas como ellos. Tal vez sería bueno pensar que solo ganarán las propuestas que resitúen el debate en función de los intereses colectivos de la mayoría y obtenga el crédito social para ello. El reto es transformar las posiciones partidarias en "sentido común" (por utilizar el concepto gramsciano de la hegemonía); configurando, entonces sí, la parte en una dimensión de mucho mayor calado social y democrático. Y en esa capacidad de elaborar salidas y alternativas es donde se demuestran los liderazgos. A ver que pasa.

Tal vez por ello las generaciones de la transición no podemos contemplar  la perspectiva política de la situación actual desde nuestras experiencias, sentimientos o sufrimientos de aquellas épocas. Un pequeño paréntesis: menuda lata nos parecían entonces algunas reflexiones de las generaciones que habían vivido la guerra civil y no considerábamos aceptable el que las sustentaran en el sacrificio personal y colectivo de aquellos momentos trágicos. El sufrimiento no da ni quita razones. Solo es una experiencia dramática que hay que superar para avanzar hacia el futuro. Situar una vez más los problemas españoles en un debate generacional sería un error de primera magnitud muchas veces por cierto repetido en nuestra historia reciente.

Por eso también es rechazable en el uso indebido y abusivo de expresiones y conceptos del pasado por ese sector de las nuevas generaciones que acceden a la acción política. Pues si nuevo es el proceso, nuevos los acontecimientos, nuevo el lenguaje y nuevas la formas de participación... ¿A qué narices viene entonces el utilizar cada lunes y cada martes todos los términos y periodos de la transición española y otros periodos históricos con una evidente apropiación indebida de la realidad vivida por otros "actores"? Pues en mi modesta opinión a un evidente intento de manipulación de la historia real adaptándola a los intereses políticos de ahora.

Y no es un error inconsciente. El profesor Santos Juliá en un reciente artículo nos alertaba del peligro de rehacer el pasado histórico en función  de los intereses actuales de la política española perdiendo por tanto toda su base científica y el rigor imprescindible para comprender los acontecimientos. La tribuna de Santos Juliá estaba dedicada a los nacionalistas catalanes, pero es de aplicación extensiva a  la actual configuración de los lenguajes políticos de estos tiempos que esperemos no sean de cólera. Si alguien se considera progresista y de izquierda no debería incurrir en estas imposturas. Es solo una opinión.

De manera que no es bueno triturar cada parte por separado, desmenuzándolas y reduciendo su potencial como cuando se suman desde el principio y se mezclan juntas.  Cada parte pierde un poco y se desnaturaliza sin duda, pero sin en gastronomía eso da un plato andaluz y español  excepcional, con ingredientes naturales sanos y baratos... Lo mismo es bueno que nos dejen en paz durante un rato los malos cocineros o que dejen de hablar hasta que aprendan. Hay que darle por tanto al magín, porque pensar es gratis y hablar más de la cuenta y a destiempo muy caro. En cocina seguro y en política más. 

El Gazpacho y el "Bunker"