jueves. 18.04.2024

Los fascistas emergentes no son España, Catalunya sí

vox

A la velocidad que pasa la realidad publicada y la escasa memoria colectiva del personal sobre la realidad material, parece que fuesen años lo acaecido desde hace unas semanas antes de un 10-N, que sin duda pasará a la historia de las sorpresas post electorales de vértigo. Situación qué, por su propia dinámica, no nos permite ni recuperar el aire imprescindible para pensar un rato. Acostumbrados poco a eso tal vez sea bueno recapitular aunque solo sea para comprender.

Por ejemplo, en la jungla de los debates electorales paso desapercibida la referencia al “bando nacional” por Santiago Abascal para denominar a los golpistas contra el orden constitucional que provocaron conscientemente una larga guerra civil y una política genocida de exterminio. Hacía tiempo que el lenguaje políticamente correcto no lo permitía. Unos días más tarde, causó estupor el oír a Roció Monasterio defendiendo aparentemente nada menos que el estado del bienestar con la bonita fórmula de no pagar impuestos. Ella, acostumbrada a ganar dinero sin pagar tasas de licencias ni colegiales y declararse como insumisa para ejercer libremente sus estudios sin cumplir con mayores requisitos que su particular voluntad se considera capacitada para defender una cosa y la contraria. Se pretendían todavía matizar estas conductas denominándolas como populismo, cuando es puro, clásico y  recurrente comportamiento fascista. Al menos poco después Abascal nos aclaro las cosas. “No son solo un partido político sino la alternativa patriótica que quiere llamar a todos los españoles sin distinción”. Ni Mussolini, Hitler, José Antonio o el fascista español Onésimo Redondo lo definirían mejor. Y ese nuevo (viejo) fascio español emergente ha estado cobijado durante cuarenta años de democracia en el seno del Partido Popular que pretendió también ser en los últimos tiempos el núcleo fundamentalista de un constitucionalismo “pret a porter” para uso personal, bandera incluida.

Queda en el ánimo temeroso de no pocos demócratas que España gira a la derecha irracionalmente y ve en el avance de VOX la vieja expresión y eterna de las dos Españas irreconciliables

¿Qué alternativas de derecha a un gobierno progresista estaban a disposición de los españoles el día de votación? 1.- El PP se presentó como una opción alternativa y excluyente para frena a un gobierno de izquierda. Para ello contaba con un fascismo en la mochila de ¨baja intensidad” y controlable. 2.- C,s tenía el corazón partido entre un ladrillo de Amazon y el perro Lucas pero su compromiso político contabilizaba también a ese fascismo como apoyo para su opción de acceso al trozo de poder que le permitiera el PP (accidentalmente y mientras fuese necesario). 3.-Curiosamente el que basaba su campaña en “ideas” es el fascista VOX que no exigía poder ejecutivo en tanto no tenga fuerza para ello. Hablaban de constitución, libertad y democracia sin despeinarse. Su estrategia de campaña ha sido técnicamente impecable y, sin duda, un riesgo democrático de enorme trascendencia para el presente y el futuro. 

Entre todo eso sucedía un día sí y otro también los abertzales catalanes nos ofrecieron una gama amplia de incursiones antidemocráticas bajo el patronímico de “tsunami” destinados a sus particulares objetivos. Desde las llamadas movilizaciones pacificas hasta los epílogos violentos. Sin poder discernir con claridad, como en la cosa gallinácea, donde empiezan unas y otras en su nido común. Para mejorar y permitir a los españoles una decisión sosegada sobre su futuro común las televisiones privadas y públicas retransmitieron sin piedad durante horas y en directo los sagrados momentos en que un “lazi” proyectaba un objeto contra los mossos o como una concentración pacífica de cuatrocientos seres amansaba a treinta presumibles violentos con una coreografía y libreto propios de la mejor comedia. Pensar que ese despliegue “informativo” no haya tenido repercusión decisiva en los resultados es simplemente un dislate. Y deducir que tres millones de españoles son fascistas por su voto a VOX sin tener en cuenta el hastío y el grado de cabreo que este espectáculo democráticamente esperpéntico ha producido en la ciudadanía sería otro aún mayor. Pero el mal está hecho. Y es un debe que los catalanes fanatizados por el secesionismo tienen con la democracia española. Otra vez.

No son los únicos responsables. Los partidos de la derecha que han blanqueado y legitimado institucionalmente al emergente fascio español son causa directa también de su ascenso y de su propio deterioro en las urnas. La política suicida de Albert Rivera y todo el núcleo dirigente de C,s al respecto ha pagado ya su precio momentáneo con su apartamiento político personal. Su posible sucesora no es ajena a ese desastre y de no modificar su conducta (cosa poco probable dada su tendencia a lo histriónico) esa organización camina hacia su disolución. Se podría decir que ha muerto un emergente y vive ya otro. Peor.

Por lo que respecta al Partido Popular el invento salido de sus filas y pasado por la cocina de FAES le lastra enormemente para recuperar los elementos de centralidad imprescindibles para gobernar. Mucho tiene que cambiar el panorama para que la presión permanente del fascio emergente le dé cuartel y fondo de maniobra al PP en su imprescindible viaje al centro para recuperar el poder. El mensaje envenenado de Abascal recomendando la abstención al PP para otorgar un gobierno del PSOE es solo un empezar. Que la liquidación del electorado de C,s haya dado tan magros resultados a los populares es una tendencia referencial difícil de esquivar.

Queda en el ánimo temeroso de no pocos demócratas que España gira a la derecha irracionalmente y ve en el avance de VOX la vieja expresión y eterna de las dos Españas irreconciliables. A esa tarea se suman animosos los secesionistas que llevan bastantes decenios atribuyendo como lluvia fina los términos  “caverna” y “Madrid” como sinónimos políticos homologables y, desde esa pantalla de humo, encubrir que ellos mismos forman parte del recinto cavernario y corrupto ibérico, tan fascista emergente como son hoy el “tsunami” catalán y su derecha radical catalana “Ad Hoc”. Que a ese engendro de comportamientos políticos llamen “república” es un daño, tal vez irreparable, a un republicanismo democrático español que defendió siempre a sangre y fuego la idea de España en la II República, en la guerra civil y en el exilio. Resulta incomprensible que bajo el patronímico de Esquerra Republicana una organización con historia democrática en Catalunya participe de y en  ese proceso, porque si el secesionismo ha demostrado algo hoy en España es su colaboración, interesada y consciente, al auge del emergente fascio nacionalista español.

En breve se formará un nuevo gobierno, esta vez de coalición. Tendrá sin duda muchas urgencias que abordar tras meses (años) de provisionalidad. Pero si no quiere perder la centralidad del tablero que las dos derechas pretenderán desplazar a su favor y con una oposición feroz, tendrán que afrontar medidas imprescindibles, democráticas, constitucionales y urgentes para acabar con los movimientos desestabilizadores y antidemocráticos en España y en Catalunya. Para no repetir la historia. Para que el fascio emergente quede en accidente. Porque un partido político no es España, pero Catalunya sí.

Los fascistas emergentes no son España, Catalunya sí