martes. 23.04.2024

Que error, que inmenso error

Decenios diciendo (todos) a los terroristas vascos que dejando la violencia se abrían todas las posibilidades de diálogo político y el solo hecho de hablar con ellos parece ya un error descomunal y un delito de lesa patria. Ahora la violencia institucional, golpista e incluso civil en la calle la instiga la derecha (no solo la ultraderecha), pero el problema tremendo que nos arrebata es un pacto con Bildu, por un riesgo (real) de perder una votación in extremis con el objetivo de salvar vidas y cuyas consecuencias, de no haberse aprobado en el Congreso de los Diputados la prórroga del estado de Alarma, se hubiesen considerado un desastre político del gobierno inaceptable y una crisis inasumible. Como en el viejo cuento taurino “Usted lo que quiere es que me pille el toro”

Ahora desde los autores de “Abramos ya todos los bares” se nos dice que Madrid no pedirá entrar en la fase 2 hasta dentro de quince días, en medio de una protesta generalizada de todos los sectores sanitarios por no estar preparada para la fase 1. Pero el problema gravísimo es, sin duda, el voto de Bildu. Ahora también podemos intuir cuáles son los perfiles de los asesores del PP o, en su día, y los del C,s de Rivera para tomar decisiones “económicas”, cuyos miembros destacados serían empresarios versados en temas de salud como Quique Sarasola o el conocido virólogo económico Marcos de Quinto. Pero el problema existencial es Bildu.

También parece inaceptable que un partido se presente a tres elecciones durante cinco años con una medida en su programa electoral y lo ponga por escrito para ganar una votación parlamentaria. Para ganar otra, José María Aznar, nada menos que por la presidencia del gobierno en juego, se avino a declarar aquello del “movimiento de liberación nacional Vasco” con muertos calientes en la calle; o que Mariano Rajoy aceptara sus votos (probablemente por plasma) para nombrar a Ana Pastor Presidenta del Congreso. Pero el drama es Bildu. Que Paradoja.

Y siempre, desde hace años, no oigo hablar a la derecha económica y social otra cosa que la necesidad de “gobierno a la alemana” con propuestas extravagantes  de presidentes “socialistas” diversos. Menos Sánchez, claro; como ayer el denostado fue el “bambi” Zapatero; como antesdeayer el señor X González y antes de antes  de ayer el “hermano de Juan Guerra”. Que flaca memoria tienen no pocas gentes de derecha a izquierda, incluidos los afectados por aquellas “pandemias políticas”. Porque claro, el único error y madre de todos los errores es… pactar con Bildu, Que para serlo parece que solo hay que reunir una única condición: Ser socialista. En el gobierno o en la oposición. Tanto da. 

Paradójicamente, cuando la derecha tiene perdido el centro hay gentes (de todos los lados) que se lo devuelven gratis. Pero eso no es un error, el error es un papel parlamentario firmado con Bildu. Este proceso de crisis, en el que entramos, no ha hecho más que empezar. Y hay dos salidas posibles. No son de derecha o izquierda simplemente. Porque en una de ellas se ventila la propia democracia. Pasarse por el arco del triunfo la representación elegida en urnas y asumir un discurso del calibre de la derecha económica lo es. El problema NO es Bildu. El problema para la derecha es no haber superado su ADN de vencedor de una vieja guerra civil y solo desde esa perspectiva es posible interpretar y comprender el lenguaje guerra civilista de estos meses para recuperar el poder como su derecho natural a cualquier precio. Como desde siempre.

En el siglo XX llegando a lo que se llegó, el lenguaje previo a un golpe de estado, cuyas consecuencias dramáticas aún nos alcanzan, era de lo más parecido a este. En el resto del siglo XX y lo que va desde el XXI llegando a lo que se llega ahora, con una escalada de insultos y violencia que esta prendiendo en la calle de una manera muy preocupante. La izquierda debe huir como la peste de esa dinámica provocativa peligrosa. Porque el error inconmensurable, ese sí, seria entrar en la dinámica de la acción-reacción. Y es imprescindible mantener la posición (perdóneseme la expresión militar) porque lo que viene es un problema social, económico y político de primer orden. Es también un problema democrático para toda la sociedad. Y no es de posicionamiento político convencional.

Releer un artículo publicado en L’Unitá por Antonio Gramsci en 1924 (22 de febrero) nos podría alertar bastante: “El fascismo considera un gran éxito el haber conseguido la separación del tronco unitario del partido” (se refiere entonces al conservador Partido Popular Italiano). El análisis de la crisis de las fuerzas  conservadoras en la Italia de esa época, que devino en la tragedia fascista, sería de obligada lectura para los conservadores demócratas españoles de ahora, que los hay y no son pocos. El error de asumir el lenguaje faccioso les puede costar muy caro a ellos y a todos. Pero hay que leer para interpretar la historia pasada a riesgo de repetirla si no se hace.

Por otra parte, no se ve a una sola alma caritativa declamar el horror del desastre humanitario en USA, ni en otras partes del mundo, cuando tan dados hemos sido a las comparaciones, hasta ayer coreanas. Apenas alguna página en los medios. Una vez más los españoles ante su destino en lo universal mirándose su ombligo como centro del planeta, en clave contradictoriamente esta vez de país acomplejado consigo mismo. De manera que no es que algunos simplifiquemos lo complejo. Cuando el objetivo es tan prístino como cargarse antidemocráticamente al presidente Sánchez (que no el gobierno, eso va en el paquete) la cosa tiene pocos márgenes para la duda. Y ahí es donde algunos demócratas ponemos nuestras prioridades al margen de nuestros intereses. Porque, en efecto, podemos cometer un error inmenso. Pero es otro, y no es Bildu.

Que error, que inmenso error