jueves. 28.03.2024

Negociar

Las dos primeras definiciones del concepto negociar en la RAE, indican lo siguiente y en este orden:

Tratar y comerciar, comprando y vendiendo o cambiando géneros, mercancías o valores para aumentar el caudal.

Tratar asuntos públicos o privados procurando su mejor logro. 

El concepto, parece venir del área mercantil, pues comprar y vender hace claramente referencia a este ámbito. Su adaptación al ámbito público de las cosas tiene un marcado carácter político. En ambas, empero, el objetivo final es o aumentar el caudal o procurar un mejor logro; o sea, se negocia para sumar, no para restar. Esto es una obviedad. Como el concepto tiene este origen, veamos un ejemplo mercantil para aclarar el sentido de este y después, su sentido político.

Imagine usted, que es propietario de un piso en alquiler, y tiene un potencial arrendatario dispuesto a alquilarlo. La negociación puede versar sobre diversos puntos, como el precio del alquiler, o por la forma de pago, o por la moneda en la que se abona…en fin, hay mil puntos que podrían ser negociados, pues precisamente el arrendador y arrendatario se dirigen a negociar, para obtener un objetivo que aumente el caudal o procure un mejor logro (sigo la idea de la RAE, antes mencionada).

Siguiendo esta idea, usted arrendador, recibe la llamada de un potencial arrendatario, quien le indica que está interesado en su piso. Una vez visitado el piso, el arrendatario, ilusionado con la visita, le propone negociar las condiciones. Como ambos tienen claro que quieren obtener un beneficio, deciden negociar.

¿Qué se negocia? Es un detalle muy importante, ya que caben sólo las condiciones jurídicas conocidas por todos que, a su vez, derivan de los usos y costumbres del sector en cuestión. Veamos algunos ejemplos de negociación:

El arrendador negocia precio, formas de pago y/o si este lo deja amueblado o no.

El arrendatario, por su parte, negocia los anticipos o que invertirá en una mejora que dejará a la propiedad y quiere recuperar el dinero a su salida, etc.

Para hacer buenos negocios, para convivir en sociedad uno de los aspectos más importantes en nuestra forma de vida es la seguridad jurídica

Está claro que, a las pretensiones de uno u otro, se puede contestar afirmativa o negativamente, pero en todos los casos se está hablando de las condiciones reales -previamente aceptadas por todos- de lo que se puede negociar en una transacción de este tipo. Luego arrendador y arrendatario, están negociando con el ánimo de llegar a un acuerdo.

Imaginemos ahora, las siguientes tesis:

El arrendador le indica que, para sentarse a negociar con él, debe enviarle un certificado de matrimonio vigente en el que conste que es un matrimonio de hombre y mujer y, ambos, españoles porque él no alquila a parejas de homosexuales o extranjeros.

El arrendatario exige que el piso sea entregado en formato de concesión administrativa a 20 años.

Esteremos de acuerdo, todos, que aquí no hay ninguna intención de negociar; pues al margen de ser ilegal y/o discriminatorio (que no es el asunto) no existe una voluntad de “tratar”, nadie busca sumar, sólo imponer su visión del negocio. En todos los años que llevo en el ámbito jurídico y empresarial, se suele utilizar un término muy sencillo, si en los negocios sólo gana uno, no es negocio.

Vayamos al ámbito político. Y como está claro que quiero explicar de manera sencilla qué está pasando con la negociación de los órganos constitucionales como el CGPJ, RTVE, Defensor del Pueblo y otros, creo que puede resultar muy sencillo la comparación con el ejemplo anterior.

Si cualquiera de los partidos políticos pide algo distinto a lo que previamente estuviera aceptado como reglas del sector, entonces es que no tiene voluntad de negociar. Si el PP, por ejemplo, pide negociar sin que esté podemos -o no le gusta el barrio en el que está el piso o no le gusta el piso- pero eso no forma parte de las condiciones generales del alquiler; luego es mucho más sencillo que diga que no quiere negociar, pero que no nos haga perder el tiempo, ni a los ciudadanos ¡ni al dueño del piso o al arrendatario en su caso!

No cumplir las reglas, genera inseguridad jurídica (a todos) y las empresas y personas huyen de esta manera de entender la vida

Para hacer buenos negocios, para convivir en sociedad uno de los aspectos más importantes en nuestra forma de vida es la seguridad jurídica. Esta se basa en que las instituciones realizan su cometido, cada una intentando no obstruir o influir en las otras; y en el ámbito mercantil, lo que se conoce como los usos y costumbres del sector en el que se trata, que tienen una importancia determinante, ya que finalmente son recogidas en las normas. Por ello, antes de firmar un acuerdo, existe lo que se denomina conversaciones previas, que son de extrema importancia, ya que -finalmente- terminan formando parte del texto del contrato.

No hace falta extender ningún contrato, cuando no hay quien quiera negociar el mismo; sólo cabe negociarlo, cuando se está dispuesto -volviendo al símil anterior- a alquilar el piso. El PP no quiere, es así de sencillo, no hay que darle más vueltas. Porque sus argumentos, están fuera de las condiciones del contrato (quien gana las elecciones es quien dirige esta operación, y esta parece ser la regla común y aceptada por -siguiendo la idea anterior –“el mercado”).

No cumplir las reglas, genera inseguridad jurídica (a todos) y las empresas y personas huyen de esta manera de entender la vida. La única solución posible es que el PP se siente a negociar, lo demás, son excusas de mal vendedor o comprador; en este sentido, otro refrán que se dice mucho en el ámbito empresarial es que no te juntes con el que siempre quiere ganar, porque tú, no ganarás nunca.

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