viernes. 19.04.2024

Cambio (s)

taxi

La verdadera discusión, en la adaptación al cambio, es cómo se intenta subvertir la legalidad con la excusa de las nuevas tecnologías y aquí, hemos de estar atentos

Lo primero que debe analizarse ante la palabra cambio, es el efecto que produce. Me interesa evaluar la adaptación al cambio.

Si nos vamos a los cambios de la denominada –en ocasiones de forma errónea- economía colaborativa, podría citar dos grandes cambios que son muy visibles como son el transporte del taxi (UBER) y el alquiler de viviendas en régimen de apartamentos turísticos (AIRBNB), entre otras muchas.

Me gustaría hacer algunas consideraciones.

La primera es, ¿cómo enfrentamos la aparición de las tecnologías en nuestra convivencia?, quizás debería ser una de las primeras cuestiones a resolver. Está claro que hay que regular los aspectos que generan una confrontación con los derechos humanos y cuando se entra en esta discusión, mucho me temo, que volvemos a la discusión clásica de menor o mayor intervención del Estado para corregir las desigualdades que –en este caso la tecnología- pudiera provocar. Desde mi punto de vista, la tecnología no es un problema en sí misma, la tecnología busca hacer eficientes los procesos, soportar una mejoría en los transportes y/o comunicaciones; generar –en fin- nuevas oportunidades en el mercado laboral.

La segunda consideración, es que la globalización de los mercados debería servirnos para tomar conciencia de lo que está ocurriendo en otros países, de las soluciones que se están buscando para solventar estos períodos de transición adoptando los puntos positivos, quitando los negativos y generando espacios nuevos de trabajo. Pero me da la impresión, -de lo que veo, leo y oigo- que las soluciones a problemas globales siguen siendo las próximas elecciones.

Por último, la tercera consideración, es que la tecnología no está de paso, sino que viene para quedarse y seguir generando cambios. Sin embargo, hay quienes -de forma interesada- confunden “cambio tecnológico” con trabajos precarios, abuso de poder e inexistencia de leyes laborales. Esta discusión –que verá cada vez más en la prensa- es falsa ab initio, pues la legalidad no está en la base del modelo de negocio, la legalidad no está en discusión por la aparición de una tecnología determinada; la legalidad –en síntesis- es el presupuesto del cual deben nacer todas las propuestas de nuevos modelos de negocio. La base de nuestra convivencia, es lo que algunos quieren poner en duda, cuestión –nuevamente- que nada tiene que ver con la tecnología.

Es evidente que en la problemática del Taxi (producto de la clara torpeza en el manejo mediático y de mensaje del propio colectivo de taxistas) no es sólo tecnología contra antiguallas. Hay muchas más implicaciones económicas y de gestión de un servicio público, que un tema meramente tecnológico.

Los negocios, como el de los repartidores en bici -que se crean a través de falsos autónomos-, nada tienen que ver con las tecnologías, sino que estamos ante un nuevo formato de explotación laboral. Y aquí, sí surge un problema real. Hay quienes acuden a las nuevas tecnologías como excusa, para ocultarse detrás de ellas; o sea, para no dar la cara ante una ciudadanía cada vez más empoderada, precisamente por el acceso a la información que nos entregan las telecomunicaciones.

Hay una especie de engaño masivo con esta utilización torticera de las tecnologías como escudo, que utilizan de manera sistemática los bancos, servicios públicos (sanidad, hacienda), telefónicas, eléctricas, etc.

La verdadera discusión, en la adaptación al cambio, es cómo se intenta subvertir la legalidad con la excusa de las nuevas tecnologías y aquí, hemos de estar atentos.

Cambio (s)