jueves. 28.03.2024

Hay espacio para el socialismo democrático, ajeno a la razón de estado

Las elecciones reparan la senda de la democracia, la cambian y proponen soluciones temporales, o empeoran las cosas. Pero el camino hacia la meta lo trazan las ideas, los ideales, la ideología, los valores. También y eso es muy importante, la orientación de las políticas públicas que un gobierno pueda realizar, pero esas siempre tendrán el sesgo de las ideas que las impulsan. El problema es cuando se impone la política basura y de eso, siempre hay riesgo.

No hay cambio social, solo con unas elecciones, estas pueden significar avances y/o retrocesos, pero solo la victoria sostenida en el tiempo, puede garantizar una transformación, que para ser profunda, no solo debe ser económica sino también cultural, en el amplio y complejo sentido de la palabra cultura.

Como dice Beatriz Arceredillo (exalcaldesa de Parla y miembro del secretariado de ALTERNATIVA Socialista) el inicio de la revolución democrática, se da “elaborando un verdadero programa de cambio, de ruptura con la austeridad, la deuda pública y la guerra,” y con tal programa nadie ha concurrido a estas elecciones. Hay propuestas de modificación, negociación, moratorias, cambios legales o reformas constitucionales; mediadas sociales y de derogación de las injustas leyes del PP, pero nada más, si bien -siendo justos-, nada menos.

Tal vez, no era posible llegar más allá. Tal vez partimos de tantos recortes, latrocinios y crueldades con las clases populares, que esto ya parece un mundo. Pero lo cierto es que el origen de nuestras pesadillas es ahora y hace ya unos años, lo que llamamos el régimen. El sistema se podría decir haciendo un anglicismo lingüístico y de acción política.

Por tanto hay espacio para quienes queremos cambiar el sistema y finiquitar democráticamente el régimen. Hacerlo desde la democracia y con democracia, pero decirlo y hacerlo. Ese es el espacio socialista. El avance gradual hacía el socialismo y por tanto la transformación de la sociedad capitalista y liberal en socialista y en democracia plena.

El de la construcción del camino hacia el socialismo, partiendo de resolver los problemas de la gente, la dureza de la vida para las clases populares, la ausencia de vida digna y que tal nombre merezca de las personas pobres, paradas, precarias, excluidas, refugiadas, exiliadas económicas sin expectativas.

Sin un nuevo sistema, no habrá avances. La monarquía garantiza el poder de las oligarquías y las grandes empresas. Garantiza la pervivencia de un estado injusto y alejado del laicismo, además de recortar la democracia dotando a una familia del privilegio de parir al jefe del estado.

La otra piedra angular del sistema institucional es -sin olvidar jamás que el verdadero poder se asienta en las familias y grupos poseedores capitalistas- es repito, la Unión Europea. La clave de la austeridad, los recortes y de una legislación privatizadora y protectora de los intereses de las grandes multinacionales está en dicha institución “europea” que tan solo garantiza los intereses de los grupos económicos; la obligación de satisfacer una deuda, por cierto sin auditar y cuya auditoria ya nadie con poder al menos mediático reclama. Pues bien, sin contradecir al menos a esos poderes reales, ningún avance profundo será posible.

Como estamos ante una victoria cultural y política del neoliberalismo, se vuelve a hacer necesario reconstruir el socialismo. Un socialismo democrático tan creíble como efectivo. La victoria neoliberal se traduce en recortes, corrupción y democracia de baja calidad, también en más guerras de agresión y económicas, pero se traduce igualmente y eso es tal vez lo más peligroso, en: la moderación del mensaje, la convicción de que o se transige con el capitalismo o llega la destrucción; en cumplir los objetivos de Bruselas. Es aceptar las imposiciones Troika aunque sea disimulando.

Lenguaje radical con mensajes moderados. El lugar de eso, desde la moderación si se quiere, proponer el cambio real de sistema y el final del régimen, que por cierto hace tan solo dos años en España los sectores indignados y democráticos, daban por finiquitado.

Por eso hace falta un partido socialista independiente de la razón de estado, que es el cáncer de la política institucional. Por eso un espacio socialista democrático que desde posiciones más políticas que electoralistas –todo llegará- haga pedagogía y se enfrente a la razón de estado que es la que en estos momentos hace pensar, que a la monarquía no hay que tocarla, que lo de la OTAN ahora no toca y además “cumpliremos nuestros compromisos” lo cual incluye pagar una deuda tan hinchada como injusta. Hacer de la razón de estado la política es lo que desde la democracia se debe evitar, pues en caso contrario, los de arriba, los capitalistas y las multinacionales siempre mandarán.

Hay espacio para el socialismo democrático, ajeno a la razón de estado