viernes. 19.04.2024

Pacifismo es decir a los genocidas que "no pasarán"

Como veo que ya han pasado varios días desde que las Naciones Unidas decidieran la intervención armada en Libia para proteger a la población civil de los ataques del régimen de Gadafi y todavía nadie ha escrito en Nueva Tribuna sobre el tema, me decido a enviar unas líneas para dar mi opinión.

Como veo que ya han pasado varios días desde que las Naciones Unidas decidieran la intervención armada en Libia para proteger a la población civil de los ataques del régimen de Gadafi y todavía nadie ha escrito en Nueva Tribuna sobre el tema, me decido a enviar unas líneas para dar mi opinión.

Una opinión favorable a la decisión adoptada por el Gobierno y respaldada por el 99 % de los miembros del Congreso de los Diputados de que España participe en la aplicación de la resolución del Consejo de Seguridad.

La decisión de la ONU y su forma de aplicación confieren a esta intervención internacional toda la legitimidad: haber sido decidida por una autoridad legítima (Naciones Unidas), perseguir una causa justa (proteger a la población civil) y contar con objetivos correctos (impedir al régimen de Gadafi usar los medios militares para atacar a su propio pueblo).

Estamos haciendo ahora lo que se debió hacer (y muchos pedimos que se hiciera) con motivo del genocidio cometido en Ruanda en 1994 o en Bosnia cuando comenzó el cerco de Sarajevo: aplicar el derecho de injerencia humanitaria y la responsabilidad de proteger. Y espero que ello siente un precedente que disuada a los dictadores y los genocidas y aliente a la Comunidad Internacional a actuar cuando se planteen situaciones similares en todos los casos.

Es decir, estamos haciendo ahora exactamente lo contrario de lo que se hizo con motivo de la ilegal, inmoral e injusta Guerra de Irak de 2003, cuando, pisoteando la legalidad internacional, la coalición Bush-Blair-Aznar provocó –por intereses espurios y al margen de las Naciones Unidas- una de las mayores catástrofes internacionales de las últimas décadas.

Si la “foto de las Azores” había dejado fuera de encuadre el derecho internacional, la “foto de Nueva York” lo ha situado en primer plano. Si la Guerra de Irak iba contra el deseo de la mayor parte de la Comunidad Internacional, la intervención contra Gadafi cuenta con el respaldo de su inmensa mayoría (incluyendo a los Estados Unidos de Barack Obama).

Nada que ver, pues, una cosa con otra. Así lo han entendido la mayor parte de las fuerzas políticas y sociales de la izquierda europea y también española: PSOE, Iniciativa per Cataluña, ERC y Comisiones Obreras y UGT apoyan la intervención decidida por la ONU y su aplicación, incluyendo la participación de España en la misma.

No hay soberanía nacional que valga cuando se trata de defender los derechos humanos, que son universales. Y menos cuando estamos hablando de un régimen encabezado por un dictador que va a ser juzgado por crímenes contra la humanidad por el Tribunal Penal Internacional.

Ya digo que ojalá lo que ahora se está haciendo se hubiera hecho muchas veces. Estos días, con razón, viene a la memoria la política de no intervención aplicada por las democracias occidentales cuando en España el fascismo se levantó contra la República. Hubo entonces quien hizo del pacifismo a cualquier precio su bandera y votó por la no intervención. Las consecuencias quedaron rápidamente a la vista.

Quizás Gadafi haya leído algo de esto cuando se ha comparado a sí mismo con Franco al afirmar que entrará en Bengasi como aquel lo hizo en Madrid.

Pacifismo es defender la libertad y los derechos humanos con la legalidad internacional que representan las Naciones Unidas en la mano. Pacifismo fue oponerse a la Guerra de Irak. Pacifismo es apoyar hoy al pueblo libio frente a Gadafi.

Pacifismo, en fin, fue en 1936 empuñar las armas para defender la libertad.

Porque pacifismo fue entonces, como ahora, decirle a los genocidas que “NO PASARÁN”.

Pacifismo es decir a los genocidas que "no pasarán"
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