martes. 16.04.2024

El panorama griego tras el gran triunfo del NO

La gran victoria del No en el referéndum griego ha sido un triunfo de Tsipras y Syriza, pero también de la ciudadanía que ha sido capaz de desafiar a los grandes poderes.

La gran victoria del No en el referéndum griego ha sido un triunfo de Tsipras y Syriza, pero también de la ciudadanía que ha sido capaz de desafiar a los grandes poderes que han movilizado todos los medios a su alcance para atemorizar a la población. El conseguir un resultado tan abultado no era tarea fácil, no solamente por la presión ejercida por los medios de comunicación, sino también por la situación en la que se ha vivido en los días anteriores a la consulta con el corralito y las dificultades padecidas por gran parte de la población como consecuencia de los problemas financieros. 

En un contexto tan adverso no resultaba fácil lograr una victoria tan amplia. Es cierto que la población sabía que votar sí representaba más de lo mismo, por tanto, seguir sufriendo calamidades de todo tipo. Pero votar que No es entrar en un camino de incertidumbres en el que no se sabe con certeza a dónde puede conducir. Por eso es por lo que resulta importante alabar el comportamiento de una ciudadanía que ha defendido, por encima de todo lo que está padeciendo, la dignidad y la democracia frente a la imposición de la austeridad y la tiranía de los mercados.

Los analistas tratan de buscar razones para explicar esta victoria tan aplastante y entre tantos escritos resulta muy interesante el artículo de Wolfang Münchau en Financial Times, publicado en digital el 5 de julio a las 11.25 de la noche, con el título “ Why the Yes campaign failed in Greece”, pues entre los tres errores que da que se han cometido considera que no se ha podido explicar a la población las ventajas de la austeridad, porque no hay ninguna teoría económica que respalde tal tipo de argumentos. Este no es un debate entre economistas keynesianos y neoclásicos, sino que el referéndum ha unido a economistas con diferentes puntos de vista, como Paul Krugman, Jefrey Sach y Hans-Werner Sinn.

Los problemas padecidos por la economía griega vienen de muy atrás, como señalan con acierto a mi modo de ver, los franceses Gabiel Colletis, Jean-Philippe Robé y Robert Salais, en Le Monde Diplomatique, edición en español julio de 2015. Estos autores, citan a la Comisión por la Verdad sobre la Deuda, para informar que la cantidad actual de deuda es el resultado del gran aumento de los tipos de interés (entre 1988 y 2000), de los importantes gastos militares y, desde 2000, de la caída de los ingresos públicos provocada por la evasión fiscal, así como por las amnistías fiscales y por otros “regalos” concedidos a los más favorecidos. Pero en este análisis se plantea que de esta manera se identifican algunas de las causas del aumento del peso de los créditos griegos, pero no todas ellas, ya que la deuda no es la causa de todos los males del país, sino un agravante. ¿Cuál es el principal problema? El subdesarrollo de las actividades productivas y su corolario: la profunda dependencia griega de la financiación externa. A su vez en el artículo se hacen proposiciones de posibles salidas.

El problema griego tiene causas estructurales más allá de la deuda de las que son responsables las élites económicas, el sistema financiero, y los partidos políticos que han gobernado en estos años. Pero el proceso de desindustrialización, que ha tenido lugar, no ha sido ajeno a la teoría económica dominante de conceder primacía al mercado sobre la intervención estatal, a la construcción de la integración europea que se ha dado en estos años de dominio del fundamentalismo de mercado, y sobre todo al establecimiento de la Unión Monetaria. La economía griega se endeudaba, con el beneplácito de los bancos, no para desarrollarse sino para favorecer la especulación inmobiliaria y la expansión de las burbujas. El enriquecimiento de unos cuántos sobre la mayoría de la población.

El problema griego tiene causas históricas y estructurales y es anterior a la crisis. El estallido de la Gran Recesión agravó esos problemas y la economía griega fue víctima del final de las burbujas especulativas, de los elevados gastos de defensa, del endeudamiento contraído, de la crisis del euro, y de la política de austeridad que ha fracasado estrepitosamente. El euro ha mostrado sus debilidades con el surgimiento de la crisis y los dirigentes europeos no han sido capaces de buscar respuestas adecuadas para afianzar los cimientos de un edificio que se ha mostrado muy débil. De manera que los fallos cometidos en la implantación de la moneda única siguen estando presentes y solamente se han tomado soluciones de emergencia de apuntalamiento para evitar que se caiga el edificio pero que no resuelven los problemas de fondo.

La economía griega es uno de los eslabones más débiles de la cadena, pero no es la única economía que está sufriendo las consecuencias de las malas políticas llevadas a cabo por la UE. El futuro es incierto y cualquier cosa puede suceder ante la inoperancia de los líderes europeos actuales. Los grandes poderes, aunque han suavizado sus posturas, no están dispuestos a ceder demasiado, y se están buscando todo tipo de argumentos para descalificar a Tsipras y su Gobierno, para de esta forma neutralizar los efectos del referéndum. Estas posiciones están tratando de enfrentar a los ciudadanos europeos y están socavando no solamente el apoyo al proyecto de integración europeo en el conjunto de la Unión, sino que está abriendo las puertas a la ultraderecha.

El Gobierno griego lleva unos meses ejerciendo sus funciones, de forma que resulta improcedente la crítica que con tanta intensidad se le está haciendo, fundamentalmente al anterior ministro de finanzas Varoufakis. Según las razones que hemos dado Tsipras no es responsable de la situación en la que se está. Tampoco puede aceptar las imposiciones de los acreedores, pues eso sería seguir practicando las mismas políticas que han agudizado la crisis griega y su renuncia a todo el programa electoral con el que ganó las elecciones. La única explicación que puede darse a la campaña contra Syriza es que se trata de evitar que un Gobierno de izquierdas proporcione otras respuestas a la crisis que las actualmente impuestas.

El panorama griego tras el gran triunfo del NO