jueves. 28.03.2024

El G20, incapaz de afrontar los problemas de la economía mundial

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Rajoy, en la reunión del G20

Rajoy propone más crecimiento para acabar con el populismo. Jamás he visto una simpleza mayor en un foro internacional.

El G-20 se ha reunido en Hangzhou (China) para abordar conjuntamente y buscar soluciones a los problemas de la economía mundial. Sin embargo, en esta ocasión como en las cumbres anteriores, el resultado ya se puede calificar de fracaso. El G-20, constituido por 19 países y la Unión Europea como bloque independiente de los países que la forman, representa aproximadamente el 83% de la riqueza mundial, y sin embargo no son capaces de ponerse de acuerdo ni tampoco de hacer proposiciones capaces de llevarse a la práctica.

El verdadero problema para llevar a cabo una verdadera cooperación internacional es el conflicto de intereses que se produce entre los países que forman este grupo en relación, entre otros, con el cambio climático y la guerra de Siria, por citar dos de los más graves de lo que está sucediendo. La estabilidad del sistema financiero es una de las principales preocupaciones en los debates de esta cumbre, pero en esto tampoco se plantean verdaderas respuestas que sienten las bases para evitar una de las causas que provocaron la crisis surgida en 2007.

Los problemas que tiene ante sí la economía mundial son muchos, como el cambio climático, la degradación del medio ambiente, la desigualdad, la pobreza, el hambre, el terrorismo, los refugiados y en consecuencia la inestabilidad que hace que el mundo sea cada vez más inseguro y con un porvenir incierto. Ante los graves desafíos existentes no hay verdaderas propuestas ni siquiera capaces de atenuar la gravedad de lo que está sucediendo. No se atacan los problemas de fondo y las causas que los originan. El problema reside en que los intereses económicos de los diferentes países se imponen sobre los intereses generales que puedan favorecer a los ciudadanos.

La brecha tan grande que se da entre los países ricos y los pobres y la que está teniendo lugar en el interior de los países es una de las razones de la inseguridad creciente que se está dando. La inseguridad económica viene dada, fundamentalmente, por la cantidad de millones de personas que no tienen lo más mínimo para sobrevivir o viven en condiciones de absoluta precariedad, cuando no mueren de hambre. Los problemas de esta grave situación de supervivencia, escandalosa en el siglo XXI, no son planteados en estos ámbitos y, sobre todo, no hay propuestas que atenúen los problemas realmente de urgencia.

Gran parte de la población de los países menos desarrollados y también de los emergentes se encuentran sometidas a una sobreexplotación por parte de empresas de los países avanzados. Uno de los ejemplos es la confección de ropa en Asia, que luego se vende en el Norte del sistema a precios cada vez más bajos. Las empresas que han trasladado su producción a estos países se aprovechan de las malas condiciones de vida que allí se dan. La situación de subdesarrollo se perpetúa.

La inseguridad, aunque en grados muy diferentes, también tiene lugar en los países desarrollados con la imposición de reformas del mercado de trabajo que facilitan el despido al tiempo que se restringen cada vez más los derechos laborales. La inseguridad en el empleo debido a la creciente precarización viene acompañada de desempleo y de exclusión social. Se da la paradoja de que mientras los vendedores de prosperidad insisten cada vez más en las excelencias del libre mercado, la globalización y las ventajas que se derivan de las innovaciones tecnológicas, mientas tanto las condiciones sociales empeoran y no solamente a escala global sino en los países que tienen una economía más desarrollada.

Dentro de este contexto de inseguridad, las guerras, la existencia de regímenes totalitarios, el crecimiento del fundamentalismo y el terrorismo, la aumentan aún más. Todo ello adquiere una extrema gravedad que está produciendo unas cifras de refugiados que no se conocían desde la Segunda Guerra Mundial. La mayor parte de los refugiados, en contra de lo que puede parecer por la visión tan distorsionada que se da de los hechos, se encuentran en los países menos desarrollados, así como los actos de terror que tienen lugar.

Todas estas cuestiones no están en la agenda del G-20. Sin embargo, hay muchos estudios científicos que las abordan y que proponen posibles soluciones. El desprecio de los dirigentes mundiales por el conocimiento es más que notable y se siguen dando respuestas simples a graves problemas. El caso más patético de todo esto lo ha ofrecido el presidente en funciones del Gobierno español que ha sido seleccionado por la presidencia china para dar una ponencia sobre política económica. Según leo, en los medios de comunicación, Rajoy propone más crecimiento para acabar con el populismo. Jamás he visto una simpleza mayor en un foro internacional.

Con el fin de tratar de entender algo sobre el terrorismo internacional y el conflicto olvidado de Cachemira, recomiendo unos libros que he tenido ocasión de leer este verano: Espectros del capitalismo de Arundhati Roy (Capitán Swing); Ensayos sobre las discordias de Enzensberger (Anagrama); Nuestro mal viene de más lejos de Badiou (Clave Intelectual); y La nueva lucha de clases de Zizek (Anagrama). No todos ellos coinciden en su análisis, pero sí aportan información y dan ideas muy sugerentes, lo contrario de lo que se transmite en los medios de comunicación y en las declaraciones que hacen los dirigentes internacionales. Es, en definitiva, la contraposición entre la sabiduría y la ignorancia.

El G20, incapaz de afrontar los problemas de la economía mundial