jueves. 28.03.2024

La educación y el desarrollo: Ausentes en el debate electoral

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) elabora desde 1990 el índice de Desarrollo Humano en el que se tienen en cuenta indicadores sobre la educación y salud.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) elabora desde 1990 el índice de Desarrollo Humano en el que se tienen en cuenta indicadores sobre la educación y salud. La educación se considera, por tanto, como un factor fundamental para estimar el nivel que han alcanzado los países en términos de progreso económico y social. A su vez la educación contribuye de una forma decisiva al avance económico.

El crecimiento económico no es igual a desarrollo. Estas diferencias fueron puestas de manifiesto por Schumpeter en 1912 y luego en la década de los cincuenta y sesenta del siglo pasado, aunque con una acepción distinta, por diferentes economistas, como Perroux y Sampedro, entre otros, así como la escuela estructuralista latinoamericana. Los informes anuales del PNUD insisten en esta diferencia, en este caso de lo que se define como Desarrollo Humano.

En España los medios de comunicación insisten año tras año en el retraso que se sufre en educación, como consecuencia de la publicación del informe Pisa y de los ranking de las Universidades. A partir de estos datos, nada buenos, resulta evidente que la insuficiencia educativa se sufre en todos los niveles. Hay economistas que consideran que precisamente estos malos resultados son una de las causas de las carencias que sufre el modelo de crecimiento español. Una tarea urgente es, en consecuencia, abordar la reforma educativa si se quiere competir en el mercado global.

En general, al sacar consecuencias de estos indicadores, muy discutibles, se llega a la conclusión de que hay que reformar el sistema educativo español pero sin decir en qué y cómo. La visión de algunos economistas al poner el acento en la necesidad de ser competitivos y orientar la enseñanza en términos de su adecuación al mercado laboral supone tener una visión reduccionista e instrumentalista de la educación. La educación no puede ser ajena a las demandas del mercado laboral ni tampoco a la aparición de nuevas tecnologías, pero no puede quedar reducida solamente a esto sino que hay que destacar el valor que tiene el conocimiento científico, humanístico y social.

Una de las tareas más importantes del sistema educativo, además de impartir conocimientos, es formar ciudadanos capaces de pensar, reflexionar, argumentar y ser críticos, al tiempo que es fundamental abordar los problemas y desafíos de las sociedades actuales. La educación en valores y en principios éticos y morales es fundamental para lograr avances, no solamente en términos cuantitativos sino en sociedades más igualitarias y sostenibles.

La educación en España tiene muchos problemas y sufre carencias notables. Sin embargo, mi experiencia, ya larga, como profesor universitario, no me proporciona una idea tan catastrofista como algunos colegas dan a entender y trasladan a la sociedad los medios de comunicación. Desde luego que hay lagunas significativas y se sufren altos niveles de fracaso escolar y abandono de los estudios, tanto en la enseñanza secundaria como universitaria. Pero ello no conduce necesariamente a tener una visión tan pesimista como a veces se mantiene.

No obstante, la importancia de la educación y las carencias padecidas, que hay que tratar de subsanar y corregir, lo más lamentable es que no se presta suficiente atención a la educación por parte de los poderes públicos y cuando se debate en las confrontaciones electorales se hace más como arma arrojadiza que profundizando en los verdaderos problemas. Tal vez porque no se hayan tenido en cuenta estudios y a especialistas que sí existen sobre por qué se producen las limitaciones e insuficiencias que se dan. Sin un diagnóstico adecuado no se pueden encontrar los remedios eficaces.

Desde luego, los problemas de la educación no se pueden achacar en exclusiva a la escuela y a la universidad sino que los valores imperantes en la sociedad son muy importantes. Si las familias no se implican en la educación de sus hijos, si los valores que predominan en la sociedad no son precisamente los que dan importancia a lo enriquecedor que resulta aprender, poco se puede hacer.

Luego hay ejemplos que no son precisamente muy edificantes, como las tertulias en las que se puede hablar de todo sin conocimiento de causa, y en donde la argumentación se sustituye por el griterío o las consignas mediáticas, y el propio comportamiento de los políticos con el bajo nivel que tienen, por lo general, de razonamiento. La corrupción tan extendida hace precisamente que los jóvenes tengan en baja estima a la política y los políticos.

Los daños causados a la educación con los recortes han sido muy grandes de lo que va a resultar difícil rehacerse. La política educativa de algunas Comunidades como la de Madrid a favor de la enseñanza privada en contra de la pública ha sido nefasta. Se ha considerado a la educación como una mercancía y como negocio y más ahora que nos enteramos de que los centros concertados de nueva creación no solamente respondían a criterios religiosos e ideológicos, sino también que han formado parte de la trama púnica.

En suma, una sociedad que aspire a lograr avances en Desarrollo Humano no puede desentenderse de la educación. No basta con predicar, sino que son necesarias proposiciones concretas basadas en estudios rigurosos. El impulso de la educación es básico para salir de esta mediocridad y de tanta basura que nos invade con la mucha actividad delictiva corrupta y tanto discurso hueco, hipócrita y mentiroso. Una buena noticia en Madrid es que se comprometan con la política activa personas como Ángel Gabilondo, Luis García Montero y parece ser Manuela Carmena. Su presencia no solamente elevará el nivel del debate, sino que es la llegada a la confrontación electoral de la honestidad, honradez y compromiso. 

La educación y el desarrollo: Ausentes en el debate electoral