jueves. 28.03.2024

El año 2014 comienza para la economía española bajo mínimos

Como ciudadanos tendríamos que tener derecho a conocer cuál es el tipo de información que maneja el Gobierno para hablar sobre recuperación...

El día 28 de diciembre, cuando compré el diario El País, leí en primera página: "Rajoy declara 2014 como el año de la recuperación". Enseguida pensé que se trataba de una inocentada del diario, pero recordé que este periódico manifestó desde el primer año de su publicación que no iba a realizar este tipo de bromas, que solían ser habituales en otros diarios. Tampoco parecía que el Presidente del Gobierno fuera dado a gastar inocentadas, así que me quedé un tanto extrañado ante un titular de esta naturaleza. En primer lugar, por el uso de la expresión "declara", como si por denominar a 2014 el año de la recuperación fuera a darse así sin más. En segundo lugar, porque este tipo de afirmaciones no vienen acompañadas de las fuentes, estudios y análisis en los que se sustentan.

Por si fuera poco, el Ministro de Economía, Luis de Guindos, ha hecho declaraciones en la SER en las que también hace gala de un desmesurado optimismo y anuncia que se va a crear empleo más allá de las previsiones del propio gobierno. Un vez más, un responsable económico no argumenta las razones que pueden dar pie a tanta euforia. Se basan en unos datos algo mejores que los que venían siendo habituales para decir cosas tan tajantes. Como ciudadanos tendríamos que tener derecho a conocer cuál es el tipo de información que manejan para hablar con esa rotundidad sobre la posible recuperación. Máxime cuando aún quedan muchos puntos negros en la economía española para que se hagan declaraciones de esta naturaleza.

No pretendo hacer aquí un análisis detallado de esos puntos negros que suponen serias restricciones a la recuperación, pues a ello ya me he referido en otros artículos, y a lo que dedico otro "¿Se puede hablar ya de recuperación en España?" en la revista TEMAS para el debate (enero-rebrero de 2014, número 230-231). Lo que desde luego sí resulta oportuno resaltar es que el gobierno no solamente ha sido incapaz en dos años de afrontar la crisis con un mínimo de acierto, sino que ha causado muchos destrozos, que va a costar bastante tiempo en reparar. Una reparación que tendrá que hacerla otro gobierno de signo distinto y con propuestas muy diferentes a las que se están llevando a cabo de corte neoliberal.

Los destrozos han sido tantos que resulta imposible enumerarlos a todos, pero los más relevantes son: el elevado número de parados, el incremento de la desigualdad y la pobreza, los recortes en los derechos de los trabajadores y sociales, fomento de la precariedad en el empleo y bajos salarios. En suma, que el año se inicia con una sociedad más pobre económica y social y con pérdida de derechos. Las leyes de educación, de seguridad ciudadana y del aborto, son un reflejo de la acción de un gobierno que no solamente está haciendo al país retroceder en el tiempo, sino que aborda los problemas con medidas represivas, tratando de acallar las voces críticas por los medios que sea. Este gobierno es el representante de los neocon en España.

Las respuestas a la crisis están en consonancia con este ideario neoconservador, basado en el fundamentalismo religioso y de mercado, por lo que se pretende reforzar más el poder de los ricos, a los que sirven, al tiempo que se pretende debilitar a los sindicatos y movimientos sociales. Un gobierno insensible ante los padecimientos y sufrimientos de tantos ciudadanos, los más vulnerables, y que pretende sustituir la justicia por la caridad. Los desahucios de las viviendas ─sin que se tomen medidas para evitarlos─ , la cantidad de gente que se queda sin luz por no poder pagarla y los tremendos recortes dados a la ley de la dependencia ─que ya de por sí sufría serias limitaciones para ser financiada─ son claros ejemplos que avalan lo que acabo de afirmar sobre un gobierno servil con los poderosos y fuerte con los débiles e insensible ante tanta privación y carencia en una economía que está considerada en el grupo de los países ricos.

Este panorama un tanto desolador contrasta con los escándalos económicos y financieros que se están dando. El conocimiento de tantos casos de corrupción en los que el partido del gobierno está implicado, aunque no solo, es lo que conduce a la desconfianza que cada vez en mayor medida muestra la población española, sobre todo los jóvenes, hacia los políticos, sin distinguir comportamientos individuales e ideológicos. Este es un grave problema que hay que afrontar y que, sin embargo, no se hace nada en este sentido. No basta con decir que la mayor parte de los políticos son honrados, pues no vale con la actitud pasiva y complaciente que se muestra hacia la corrupción, mientras que se persigue y se acosa a los jueces que la combaten, sin que se tomen medidas y se hagan propuestas eficaces para modificar las estructuras de los partidos y del funcionamiento de la administración que lo han posibilitado.

El año 2013 ha sido malo, no solamente por lo que a la economía se refiere, sino a la valoración tan negativa que sufren los políticos y partidos, la degradación de la vida pública que se está sufriendo y la falta de comportamientos éticos por parte de responsables que se niegan a dimitir, a pesar de las dudas, a veces hasta certezas, que se ciernen sobre ellos de comportamientos incorrectos. Se aferran al cargo pase lo que pase. Desde luego, estas actitudes no ayudan nada a regenerar la democracia y a que se consiga una valoración positiva de la ciudadanía de la acción política, lo que sin duda es necesario para gozar de una buena salud democrática. Una sociedad desmoralizada e indignada con las clases dirigentes, que no están desde luego a la altura de lo que el país necesita y reclama. Esto es lo que hay y que habría que cambiar en este 2014, pero no hay signos de que esto se vaya a modificar.

El año 2014 comienza para la economía española bajo mínimos