martes. 19.03.2024

El trabajo digno garantiza las pensiones. Pero, ¿habrá trabajo para todos?

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Todas las tendencias señalan que el desempleo no solo persistirá y especialmente en España al ser estructural, sino que se incrementara por la digitalización y automatización de la economía

Sobre el tema de las pensiones he escrito algunos artículos en este mismo periódico. Como el titulado La rebelión de los jubilados chilenos, un aviso para navegantes despistados con fecha 15 de abril de 2017. Su redacción estuvo motivada porque observaba mucha pasividad entre los jubilados españoles ante los atropellos del gobierno del PP a sus pensiones. Afortunadamente la situación ha cambiado radicalmente. Ya no hay pasividad, hay protesta e indignación.

El gobierno y los medios de comunicación son los que determinan la agenda política, en el 2017 fue  el tema de Cataluña. Hoy, sin embargo son las pensiones por la presión de la calle,  por las masivas manifestaciones-inesperadas para el gobierno- de los jubilados, que han desafiado la Ley de Seguridad Ciudadana (ley Mordaza), que  atacó derechos fundamentales: libertad de expresión y los derechos de reunión, asociación y manifestación. Ley pensada para controla, desactivar y criminalizar las protestas, lógicas por los numerosos ataques al Estado de bienestar. Sobre la importancia de las  movilizaciones para la consecución de derechos civiles, políticos, sociales, económicos merece la pena detenerse. Quien las cuestione o las prohíba no es demócrata. Si las instituciones políticas no dan respuesta a aspiraciones totalmente justas de sectores de la ciudadanía, es legítimo y democrático presionarlas pacíficamente en la calle. Una sociedad democráticamente sana puede y debe mostrar su protesta y su indignación en la calle. Cuando la gente pacíficamente toma la calle, para hacerse oír, es porque quiere cambiar las políticas públicas. Y esta actuación es otra forma de democracia; la democracia de movilización que está cuestionando, sin querer suprimirla, la democracia representativa. Para Eric Hobsbawm 'las marchas callejeras son votos con los pies que equivalen a los que depositamos en las urnas con las manos'. Y es así, porque los que se manifiestan eligen una opción, protestan contra algo y proponen alternativas. La historia nos enseña que si en la sociedad democrática no se produjeran estas oleadas de movilización por causas justas no habría democratización, es decir, no habría la presión necesaria para hacer efectivos derechos reconocidos constitucionalmente, ni la fuerza e imaginación para crear otros nuevos. Con frecuencia, las sociedades se incomodan con estas movilizaciones y aún las consideran peligrosas. Solo cuando triunfan reconocen sus bondades e integran sus conquistas a la cultura e institucionalidad vigentes. Tarea ardua, a veces se necesitan siglos para alcanzar algunos derechos: jornada laboral de 8 horas, descanso dominical, sufragio universal, igualdad entre hombre mujer. En definitiva, con movilizaciones han avanzado las sociedades que hoy conocemos como modernas y democráticas. "Los momentos más creativos de la democracia rara vez ocurrieron en las sedes de los parlamentos". Surgieron en las calles. Y los gobernantes no tuvieron otra opción que tenerlas en cuenta. Lo estamos constatando ahora.

Por otra parte, los jubilados no deberían olvidar comportamientos recientes y actuales de algunas fuerzas políticas. Especialmente de Ciudadanos, que está subiendo en las encuestas.  En el 2017 el Gobierno se sirvió del apoyo de Cs para no aprobar la proposición de ley presentada en octubre del PSOE, Unidos Podemos, Esquerra, PNV y el Grupo Mixto, de subida de las pensiones en una media del 1,2%  en función del IPC previsto para  2017. Revalorización que hubiera supuesto unos 1.200 millones de euros, menos que los 1.350 millones a ACS en compensación por la plataforma Castor.  Mientras Ciudadanos se mantiene al margen, sin tomar partido,  PSOE, Podemos y PDECat han presentado ya iniciativas para subir las pensiones en el 2018 en función del IPC. La subida  supondría unos 1.800 millones, cantidad perfectamente asumible desde la Seguridad Social o de los Presupuestos Generales del Estado. No es un cataclismo económico, como nos pretenden convencer. El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, ha señalado que un alto porcentaje de jubilados españoles tienen casa en propiedad, un factor importante a la hora de valorar las pensiones reales y netas que no se suele considerar cuando se habla de las rentas que perciben. Ya que no es lo mismo pagar 500 euros de alquiler que 100 de gastos de comunidad. Sus palabras se descalifican por sí mismas. En cuanto a las de Celia Villalobos y Fátima Báñez no me merecen ningún respeto.

Se nos dice, cual si fuera el bálsamo de Fierabrás: la mejor garantía del mantenimiento de las pensiones es el crecimiento económico, que crea puestos de trabajo, y así aumentan las cotizaciones a la S.S. Se replica en buena lógica que hacen falta trabajos con sueldos dignos, para el incremento de las cotizaciones. Pero muy pocos se preguntan: ¿habrá trabajo para todos? Tratar de responder  preguntas como esta solo está al alcance de gobernantes de verdad, que sin olvidar el hoy miran el mañana. Todas las tendencias señalan que el desempleo no solo persistirá y especialmente en España al ser estructural, sino que se incrementara por la digitalización y automatización de la economía. Sin embargo, el pensamiento económico dominante-no muy convencido- aduce que la automatización eliminará las categorías de empleos obsoletas y que las reemplazará por nuevas, contribuyendo incluso al crecimiento de empleos. Tales planteamientos se basan en comparar con lo ocurrido con la Revolución Industrial, pero no hay nada que lo sustente.  Numerosos estudios manifiestan lo contrario, como el de la Universidad de Oxford, advirtiéndonos que la informatización afectará alrededor del 47% de los empleos existentes en USA en el curso de las próximas dos décadas. Vamos de las sociedades del trabajo a las sociedades sin trabajo.

Hay un hecho muy significativo extraído del libro de Ryan Avent La riqueza de los humanos, en una fábrica de Volvo en Gotemburgo, Suecia, se ceden hectáreas de espacio a los robots. En la cadena de montaje final hay equipos de trabajadores, en grupos de tres, que insertan los componentes más pequeños a los vehículos casi acabados y comprueban que los pasos previos, realizados solo por máquinas. De vez en cuando pasa zumbando un técnico en una bici para supervisar que todo funcione bien. Lo más novedoso en el trabajo que se realiza a varios kilómetros de distancia, en un edificio de oficinas sito en otro punto de las instalaciones de Volvo. Allí, ingenieros programan gran parte del código que hace funcionar el proceso de fabricación. Experimentan con distintas configuraciones de la planta de producción por medio de una maqueta virtual de las instalaciones, montada a partir de un escáner detallado de la línea de producción real realizado con láser. Con unos cuantos clics del teclado pueden observar toda la producción. Y este camino parece irreversible e imprevisible. Del 13 al 15 de marzo Barcelona será un escaparate de la industria 4.0, donde se presentarán las últimas innovaciones en equipos de automatización industrial junto con las tecnologías emergentes. Las aportaciones de esta nueva Revolución Industrial son: la automatización de la producción; Internet de las cosas que facilita el intercambio digital y mejora los procesos de fabricación; inteligencia artificial; robótica que sustituye trabajos rutinarios; el big data y el cloud industrial (ofrece la posibilidad de disponer de servicios en la nube que satisfagan los requerimientos de la industria de una manera más integral; la fabricación aditiva e impresión 3D; y fábrica avanzada y digital.

Termino con un texto “Estamos siendo castigados con una nueva enfermedad, cuyo nombre quizás aún no han oído algunos de los que me lean, pero de la que oirán mucho en los años venideros, es decir, paro tecnológico. Esto significa desempleo debido a nuestro descubrimiento de los medios para economizar el uso del factor trabajo, sobrepasando el ritmo con el que podemos encontrar nuevos empleos para el trabajo disponible”. Estas palabras no son de un economista actual. Fueron pronunciadas por Jhon Maynard Keynes en una conferencia en Madrid, en junio de 1930, titulada “Las posibilidades económicas de nuestros nietos”.

El trabajo digno garantiza las pensiones. Pero, ¿habrá trabajo para todos?