martes. 16.04.2024

Todos somos demócratas. Pero, ¿qué queda de la democracia?

congreso

Según el periodista Gonzalo Prieto la democracia tiene que hacer frente a 8 grandes amenazas.

1.- El “gobierno en la sombra” de las grandes corporaciones. 2.- La desafección política. 3.- ‘Partitocracia’. 4.- Corrupción. 5.- Profesionalización de la clase política 6.- El voto electoral como única forma de participación. (Los ciudadanos quedamos relegados a opinar cada 4 años en los comicios. El resto del tiempo el político no cuenta realmente con el ciudadano. La democracia está basada en la participación del ciudadano y lejos de ser marginal, ésta debería ser constante.) 7.- Politización de la justicia y judicialización de la política. 8.- Preponderancia del Ejecutivo.

Realiza un buen diagnóstico. Por la extensión de este artículo, no puedo referirme a todas amenazas, sólo me fijaré en la primera, El “gobierno en la sombra” de las grandes corporaciones. El habla de las grandes corporaciones en general, pero yo me ceñiré especialmente a las financieras. Mas, tanto estas como aquellas tienen la suficiente capacidad para doblegar los gobiernos surgidos de las urnas y así eviscerar nuestra democracia.

Slavoj Zizek en su libro El Coraje de la desesperanza. Crónicas del año en que actuamos peligrosamente, señala que el 19 de junio de 2014, el día después del segundo aniversario del confinamiento de Julian Assange en la embajada de Ecuador en Londres, WikiLeaks filtró a la opinión pública el borrador secreto del Anexo de los Servicios Financieros del Acuerdo en Comercio de Servicios (ACS), el más importante de los tres acuerdos comerciales multinacionales propuestos. Este borrador, era el resultado de la última ronda de conversaciones ACS celebradas entre abril y mayo de 2014 en Ginebra, abarca a 50 países y casi todo el comercio de servicios del mundo. Establece las reglas que propiciarán la expansión de las multinacionales financieras a otros países imposibilitando las barreras reguladoras, a pesar de que el colapso financiero de 2007-2008 fue precisamente resultado de la falta de regulación. Si el borrador se había declarado secreto fue para que nadie conociera los términos del ACS, no solo durante las negociaciones sino en los cinco años posteriores a su entrada en vigor. El ACS obligará a gobiernos futuros, sin importar quien gane las elecciones o lo que digan los tribunales. Impondrá un marco restrictivo a los servicios públicos, desde el desarrollo de servicios nuevos a la protección de los existentes, que era la razón de su mantenimiento en secreto. Es tal el poder de las multinacionales financieras que los Estados están indefensos ante ellas.

Por otra parte, el funcionamiento de los mercados financieros repercute en el margen de maniobra de los Estados, ya que estos dependen de la financiación privada. Los estados al seguir endeudados tienen que seguir recurriendo al crédito, por ello los mercados financieros les siguen teniendo bajo control, incluso aunque hayan reducido la deuda y conseguido el equilibrio presupuestario. La presión es de tal envergadura que mediatiza completamente a nuestros sistemas políticos. El capitalismo financiero supone uno de los mayores retos a los que se han visto sometidas nuestras democracias en toda su historia. Para Boaventura de Sousa Santos entre los diferentes fascismos actuales, está el fascismo financiero, el más virulento, ya que es el más refractario a cualquier intervención democrática.

Es evidente que los mercados financieros y las agencias de calificación ejercen una especie de “poder de veto” sobre las decisiones de los Estados. Obviamente, ni las multinacionales, ni las instituciones financieras privadas, ni las agencias de calificación tienen nada de democráticas. Pueden hundir la economía de un país si éste adopta medidas contrarias a los intereses del sector financiero. De esto tenemos una buena prueba en España. La reforma de artículo 135, que antepuso el pago de la deuda a cualquier gasto público y social, anticipada en las explícitas palabras “Voy a seguir ese camino cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste" de ZP y en el contenido de las cartas que se intercambiaron el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, y el presidente española, José Luis Rodríguez Zapatero, a comienzos de agosto de 2011. Es decir, cuando la deuda española estaba en el centro de la diana de la crisis periférica. Ese contenido fue difundido posteriormente por el BCE. Cartas que fueron sustraídas al conocimiento del Parlamento español. En una entrevista ZP señaló que no había 'deber jurídico de trasladarlas al Parlamento.

Todavía más claro. Recurro de nuevo a Zizek. Su testimonio sobrecoge como muestra incuestionable del nivel de degradación de nuestra democracia. Los principales culpables del colapso financiero de 2008, directivos de los grandes bancos o altos cargos políticos estatales, se presentan ahora como los expertos para conducirnos a la recuperación económica, cuyo consejo debería invalidar la política parlamentaria, tal como manifestó Mario Monti: “Los que gobiernan no deben permitirse quedar completamente maniatados por los parlamentarios”. En la mima línea ya en 1998, el en aquel entonces gobernador del Deutsche Bundesbank, Hans Tietmeyer elogió a los gobiernos nacionales por preferir “el plebiscito permanente de los mercados globales” al “plebiscito de las urnas”. O lo que es lo mismo, los mercados globales son más democráticos que las elecciones parlamentarias, puesto que en ellos las votaciones se producen de una manera permanente (lo que se refleja de manera permanente en las fluctuaciones del mercado) y no solo cada cuatro años, y además se dan a nivel global y no solo dentro de los límites parciales de los Estados-nación. La idea que subyace, es que liberadas de ese control superior de los mercados (y de los expertos y de las grandes empresas), las decisiones democrático-parlamentarias son irresponsables.

Así pues, la democracia es la democracia de los mercados, el permanente plebiscito de las fluctuaciones del mercado. El espacio de decisiones de los políticos elegidos democráticamente se ve muy limitado, y los procesos políticos solo abordan temas que al capitalismo le resultan indiferentes, como las guerras culturales, Por ello, la publicación del borrador del ACS es una nueva fase en la estrategia de WikiLeaks. Antes su actividad consistía en mostrar cómo nuestras vidas están controladas por las agencias de inteligencia de los estados. Ahora irrumpe otra fuerza de control-el capital (las grandes multinacionales financieras, además de otras actividades económicas) que amenaza nuestra libertad de una manera más perversa, pervirtiendo nuestra idea misma de democracia.

Hoy podemos afirmar que tenemos libertad, democracia y el ACS. La libertad es el flujo de capitales, así como de datos económicos y personales, ambos garantizados por el ACS. ¿Y la democracia dónde está?

Y sin embargo, la democracia goza hoy de gran popularidad a nivel mundial, como nunca en la historia. Mas, lo evidente es que a nivel conceptual nunca ha tenido una definición más imprecisa. Puede que sea porque el capitalismo, hermano gemelo de la democracia moderna, el más rollizo y listo de los dos, ha conseguido reducir la democracia a una mera marca. Las grandes marcas suscitan sentimientos que no guardan relación alguna con las características del producto. Se ha convertido en una nueva religión mundial, no como una forma determinada de cultura política, sino como un altar ante el que se arrodillan el mundo occidental y sus admiradores de otras latitudes. Hoy no sólo se exalta en todo el orbe terráqueo, sino que también en todo el espectro político. Todos somos demócratas. Pero, ¿qué queda de la democracia? Si resulta incomprensible conocer los motivos por los que la democracia disfruta de tanta popularidad, sin embargo resulta más sencillo trazar un esbozo de los procesos, ya expuestos, que reducen la democracia a un auténtico simulacro, que la han vaciado de su sustancia.

Todos somos demócratas. Pero, ¿qué queda de la democracia?