viernes. 29.03.2024

Será ilegal, pero es totalmente justo y razonable

BARCELONA, SPAIN - SEPTEMBER 11:  Demonstrators march during a Pro-Independence demonstration as part of the celebrations of the National Day of Catalonia on September 11, 2014 in Barcelona, Spain. Thousands of Catalans celebrating the 'Diada de Catalunya', are using it as an opportunity to hold demonstrations to demand the right to hold a self-determination referendum next November.  (Photo by David Ramos/Getty Images)

Estas líneas me han costado muy poco escribirlas al haber sido con antelación muy reflexionadas, aunque si me he resistido a la tarea de iniciarlas. No quería retornar sobre un tema, que ya lo he tratado en numerosas ocasiones, probablemente al que he dedicado más artículos, producto de mi profunda preocupación; y en los cuales he manifestado con nitidez meridiana mi opinión. Circunstancia que me ha generado discusiones bastantes tensas con algunos de mis colegas de profesión. Que brevemente la repito, el problema catalán, tiene una solución muy fácil, cual es la realización de un referéndum, a través del cual los catalanes expresen su opinión sobre su permanencia o no dentro del Estado español. No será legal de acuerdo con la normativa estatal, pero lo considero totalmente justo, además de razonable, si tenemos en cuenta que según las estadísticas alrededor de un 80% de catalanes son partidarios de la consulta. Muchos de ellos no son independentistas. Por ello, no entiendo, bueno sí que la entiendo mas no la manifiesto porque me produce miedo,  la actuación del gobierno del PP ante la cuestión catalana: recurrir exclusivamente al ámbito de la justicia ante esta aspiración mayoritaria, una auténtica avalancha, de la sociedad catalana. Tal actuación solo puede ser producto o del autismo político o de la irresponsabilidad política, o de ambas a la vez. Están provocando y fomentando el movimiento independentista de una manera irrefrenable ahora y antes por razones electorales. El anticatalanismo proporciona muchos votos en Soria, Sevilla, Zaragoza y Madrid. Amigos catalanes que no eran independentistas muy compungidos me han dicho que se han hecho gracias a las políticas del gobierno de Rajoy. Con querellas, denuncias y demás recursos judiciales, puede que impidan el referéndum del 1—O, o que sea un simulacro, pero supongo que si son responsables estarán pensando en algo para el día siguiente. ¿Acaso creen que el problema ya estará resuelto? ¿O que el independentismo se disolverá como un azucarillo? Evidentemente que no. Irá a más. Tiempo al tiempo.

Uno de los tertulianos más perspicaces y pleno de sentido común, Jesús Maraña decía poco ha, que para limitar o reducir la expansión del movimiento independentista, las querellas son totalmente contraproducentes, algo que cualquiera puede entender salvo el insensato; y que lo adecuado sería hacer pedagogía para explicar y convencer con argumentos a la sociedad catalana sobre las ventajas de seguir unida al Estado español. Los lazos de las uniones políticas, como los de las amorosas, no pueden darse por supuesto: han de ser renovados con alguna efusión de cuando en cuando. Según José María Ruiz Soroa, la idea de poner la unidad nacional española a votación de los ciudadanos es en nuestro país obscena e innombrable, y palabras como autodeterminación nacional o referéndum de independencia exigen ser exorcizadas no bien se mencionan, blandiendo el sagrado hisopo de la Constitución. La mejor manera de enfrentarse a un desafío secesionista serio y persistente, que tenemos ahí, es aceptar su propio planteamiento, es decir, estar dispuesto a poner la nación a votación. Introducir la idea de un referéndum de independencia como un seguro fracaso para la unidad española, y negarse por ello a aceptarlo siquiera como algo posible, es tanto como confesarse derrotado de antemano en ese debate. Además, quien no está dispuesto a poner su idea de nación a votación popular es porque no confía de verdad en ella, porque, como escribió Manuel Aragón: “Un pueblo de hombres libres significa que esos hombres han de ser libres incluso para estar unidos o para dejar de estarlo”.

Es evidente que  el referéndum lo impide la Constitución, mas esta puede cambiarse, como se ha hecho en otras ocasiones. Lo que no se puede es pretender parar esta aspiración mayoritaria de la sociedad catalana. Hoy quizá, bueno seguro, el referéndum no se realizará; pero con el tiempo no tendrán otra opción que permitirlo.

Quizá alguno, si ha tenido la paciencia de llegar hasta aquí, considere que soy partidario de la independencia de Cataluña. En absoluto. Si se produjera en un futuro tal circunstancia me produciría un gran quebranto por diferentes razones.

Termino con un ejemplo muy ilustrativo.  Si mi pareja se quiere separar de mí, estaría devastado, pero no creo que tuviera derecho a obligarla a seguir conmigo. Tengo la impresión, de que muchos españoles ante ese sentimiento independentista catalán, en cuanto a su magnitud es muy fácil conocerlo, se sienten también devastados y hasta cierto punto como el marido despechado, que se pregunta: ¿cómo es posible que me quieras abandonar? No lo entienden.  No les entra en la cabeza. Lo que no se puede hacer es tener a la pareja atada a la pata de la cama. Por ello, me parecen hoy totalmente válidas las palabras emitidas  por Azaña, el cual con coraje dijo ya en 1930 “Y he de deciros también que si algún día dominara en Cataluña otra voluntad y resolviera ella remar sola en su navío, sería justo el permitirlo y nuestro deber consistiría en dejaros en paz… y desearos buena suerte, hasta que cicatrizada la herida, pudiéramos establecer al menos relaciones de buenos vecinos”.

Será ilegal, pero es totalmente justo y razonable