martes. 23.04.2024

“Queda claro que la culpa es nuestra por haberles votado”

Agobiados hasta la extenuación con todos los acontecimientos que rodean el posible o imposible gobierno de coalición, parece conveniente hablar de otras cosas por razones terapéuticas. Si seguimos absortos en esta vorágine de la política española actual, vamos a acabar todos esquizofrénicos. Por eso, hoy voy a ser breve.

Ignoro si habrá gobierno de cooperación, minoritario, de coalición, de gran coalición o concentración nacional; o si iremos a otras elecciones. Lo que si tengo claro es que se está produciendo hoy en esta España nuestra una paradoja cruel: en lugar de que los políticos se preocupen por los problemas de la sociedad, es la sociedad la que está preocupada por los problemas de los políticos. Que formen gobierno, que se repartan los sillones como les plazca; y si no lo forman, que nos lleven a nuevas elecciones, y que salga el sol por donde quiera. ¡Vaya suplicio! Otro periodo electoral no habrá quien lo resista. ¿Nos dirán algo nuevo los diferentes candidatos? Lo de menos serán las propuestas programáticas, todo girará en torno a quién culpabilizar de las nuevas elecciones. Ya se está construyendo el relato de la culpabilidad en las cúpulas de los distintos partidos, que secundarán los diferentes medios. 

Que formen gobierno, que se repartan los sillones como les plazca; y si no lo forman, que nos lleven a nuevas elecciones, y que salga el sol por donde quiera. ¡Vaya suplicio!

Si se repiten las elecciones, obviamente por la incapacidad o ineptitud de los dirigentes de los distintos partidos políticos a la hora de formar un gobierno, se producirá por el hartazgo lógico de la ciudadanía un descenso claro de la participación. Ya tenemos experiencia de ello. En las elecciones generales de 20 de diciembre de 2015 la participación fue de 25.349.824, un 73,2%. Hubo que repetirlas el 26-J del 2016, y la participación fue 24.161.083, un 69,84%. Es decir, 1.188.741 españoles renunciaron al voto, un 3,36% menos. ¿Este dato tan dañino en una democracia lo tienen en cuenta nuestros líderes políticos en estos momentos? Porque de ese descenso los responsables son ellos, con lo que estarán incumpliendo de una manera manifiesta el artículo 6º de nuestra actual Constitución, esa que tanto dicen defender, que dice así: “Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la Ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”.

Con todo lo expuesto rescato el texto de un dibujo del gran Forges del 2016, tristemente desaparecido. Están sentados encima de una roca dos caballeros. El primero le dice: “Si ahora resulta que ninguna de las formaciones políticas implicadas son culpables de que vayan a repetirse las elecciones… El segundo contesta: “Queda claro que la culpa es nuestra por haberles votado”. Contesta el primero: “Me lo has quitado de la boca”. El segundo: “La boca, no de la de la bilis”.  En la parte inferior del dibujo caminan dos animales, parecen perros, cada con una pancarta. Una con ¡Ya está bien!; la otra ¡Cogne¡ También parecen no menos oportunas las palabras de Bertolt Brecht de un conocido poema que escribió a raíz de la revuelta popular que tuvo lugar en Alemania Oriental en junio de 1953: ¿No sería más fácil disolver al pueblo y elegir otro?

Dice bien. Ya está bien. Ya vale. Cuando estoy escribiendo estas líneas, me viene a la memoria una frase de Estanislao Figueras, el primer presidente de la malograda Primera República Española. Según la leyenda el presidente Figueras, tras la enésima reunión de políticos incapaces de llegar a ningún acuerdo, se levantó de la mesa y dijo “señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros”. Al día siguiente, el hombre cogió un tren y se fue a Francia, sin ni siquiera llegar a presentar su dimisión. Es lo que deberíamos hacer todos los españoles, aunque mucho más lejos de Francia, ya que el país galo está muy cerca.

“Queda claro que la culpa es nuestra por haberles votado”