En el libro El Gran Retroceso. Un debate internacional sobre el reto urgente de reconducir el rumbo de la democracia, participan diferentes autores reflexionando sobre el tema del título, entre los que destacan Zygmunt Bauman, Nancy Fraser, Marina Garcés, Paul Mason, Pankaj Mishra, Roberti Misik, César Rendueles, Wolfgang Streeck, Slavoj `Zizek… Son encomiables todos los artículos, ya que presentan diferentes alternativas al modelo neoliberal, que pretende convencernos de “no hay alternativa”. Mas, no quiero referirme a esta problemática global, sino a uns cuestión estrictamente española, que me la ha sugerido la lectura del artículo del mismo libro del filósofo Santiago Alba Rico titulado Retrocesos, repeticiones, restas, en el que nos dice que él alguna vez para explicar las secuelas culturales del franquismo ha recurrido al historiador tunecino Ibn Khaldun, muerto en 1406, el cual en su Muqqadimah se pregunta: ¿Por qué Dios hizo vagar 40 años a los hebreos por el desierto? Khaldun contesta que fueron necesarios 40 años, toda una generación, para borrar el recuerdo de la esclavitud. En el caso de España fueron necesarios 40 años de Franco para olvidar el recuerdo de la libertad. España entró en la UE y se sumergió en el consumismo con muy poca memoria, y 40 años después de la muerte del dictador, no conserva ninguna raíz con el pasado. Más adelante Alba Rico señala que un país sin memoria es un país a merced del viento, en el que puede ocurrir cualquier cosa, lo cual es gravísimo a la hora de construir una democracia firma y consolidada. Tesis que trataré de mostrar en las líneas que siguen.
Es lamentable que una parte de la sociedad española ignore los crímenes del franquismo o le resultan irrelevantes. Hay diferentes razones. No obstante me fijaré en el ámbito educativo. En la enseñanza períodos claves de nuestra Historia del siglo XX como la II República, la Guerra Civil y la dictadura franquista reciben un tratamiento escaso. El profesor Enrique Javier Díez Gutiérrez en el artículo Educando la memoria de las jóvenes generaciones: el olvido escolar de la II República y de la barbarie franquista, nos dice que en el documental Los campos del silencio sobre los presos republicanos, la última parte se grababa en el Instituto de Secundaria de Fabero del Bierzo (León), por lo que preguntó a un grupo de alumnos/as sobre el campo de concentración que había estado ubicado en su pueblo, donde hubo un batallón de unos 250 presos republicanos, de 1939 a 1947, trabajando como esclavos para una empresa privada (Minas Moro) y extrayendo carbón en las minas del Bierzo. La existencia de tal campo la desconocían, y eso que algunos de sus abuelos habían estado ahí presos. De esta experiencia, el profesor explica que surgió un trabajo de investigación sobre los contenidos impartidos en clase sobre la II República y el franquismo. Para ello, examinaron los manuales de texto de Primaria a Bachillerato para analizar el tratamiento que se daba a la II República, la represión franquista y a la lucha antifranquista. En los manuales de 2º Bachillerato de Hª de España comprobaron ejemplos muy significativos. En el de Edelvives, la guerra civil fue un «conflicto fratricida», como «consecuencia» del «caos de la II República». En el de 2º de Bachillerato de Santillana, fue una guerra que enfrentó a “dos bandos”; y se puede leer: “en los dos bandos hubo un fenómeno semejante; la voluntad de exterminar al adversario produjo un simultáneo terror”. Es muy ilustrativo comparar los currículos de Hª de España de 2º de Bachillerato del MEC y el de la Comunidad de Aragón. Es cierto que los profesores de Historia usan otros materiales, independientemente de los manuales, pero no pocos pasan de puntillas sobre la represión franquista y su legitimación por la iglesia católica, por la cual fue ampliamente recompensada por el régimen. E incluso, algunos hablan de la equidistancia: guerra fratricida, explosión inevitable de un cúmulo de problemas acumulados, represión en ambos lados, reparto de responsabilidades, etc. Para justificar el no implicarse a fondo los argumentos son: el programa es muy largo, hay que preparar la selectividad. Mas, también en muchas ocasiones es por falta de compromiso. E incluso ciertas dosis de temor, lo que supondría una secuela del franquismo. Que desde el MEC no tengan mucho interés en conocer la represión franquista se entiende, por ello en su currículo, uno de los estándares de aprendizaje evaluables, sobre la Dictadura es «Busca información de interés (en libros o Internet) y elabora una breve exposición sobre la cultura del exilio durante el franquismo». En el currículo de la Comunidad de Aragón es: «Busca información de interés para el alumno (en libros, Internet, fuentes orales, prensa, la fotografía o el cine) y elabora una breve exposición sobre la experiencia de las víctimas del franquismo o la cultura y la vivencia del exilio… Y otro estándar de aprendizaje, que no aparece en el currículo del MEC y sí en el de la Comunidad de Aragón: «Describe las transformaciones que experimenta la sociedad española durante los años del franquismo, con particular atención al retroceso de la situación de la mujer, analizando críticamente los argumentos religiosos y políticos bajo los que se legitima su subordinación jurídica, económica y social al varón».
Al ser un país sin memoria también nos podemos encontrar determinadas actuaciones de enaltecimiento de una dictadura brutal en un sistema “democrático”. El pasado 24 de agosto el grupo Mixto y Vasco ante la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados solicitaron una sesión extraordinaria de la Comisión de Defensa, para que la ministra explicase el motivo, por el que se ha conmemorado como efeméride el 18 de julio de 1936, fecha del golpe de Estado franquista, tal como se indica en el escrito de la Agrupación de Apoyo número 61, que envió una orden el pasado 18 de julio de 2017, en la que se podía leer: «en este día de 1936 oficialmente se inicia en toda España un alzamiento cívico-militar en el que participa la mayoría del ejército. Es un día importante en la historia de nuestra patria que merece ser recordado para que las generaciones futuras eviten el que se produzcan las circunstancias que propiciaron el enfrentamiento bélico. Los pueblos que olvidan su historia están irremisiblemente condenados a repetirla».
Y efectivamente se produjo la comparecencia de la señora ministra de Defensa, Dolores De Cospedal García ante la Comisión de Defensa el 30 de agosto de 2017. Su intervención fue lamentable, aduciendo que había asuntos más importantes y de más enjundia, como, por ejemplo, la incansable actividad de la Unidad Militar de Emergencia o del Grupo 43 del Ejército del Aire, luchando de manera titánica contra la lacra de incendios forestales a lo largo y ancho de nuestro país, que ha dado lugar a veinticuatro actuaciones, cuatro de ellas en territorio de nuestros vecinos portugueses, arriesgando su vida y en situaciones de máxima dificultad; también, por ejemplo, el repunte que se ha producido en la crisis humanitaria que tenemos en el mar Mediterráneo, en general, y en la costa libia en particular, donde el contingente español ha contribuido a salvar desde junio del año 2015 casi 40 000 vidas, y sigue trabajando de manera incansable.
En cuanto a otros intervinientes señalaré algunas muy claras y contundentes. La del representante del PNV, señor Legarda Uriarte, el cual señaló que según la Real Academia de la Lengua, una efeméride, es la celebración de un acontecimiento importante que se recuerda en el aniversario del mismo, y en el caso de las Fuerzas Armadas, lo constituye aquellos hechos que deben ser recordados porque dan honor y gloria a las Fuerzas Armadas. Sin embargo, el 18 de julio de 1936 no fue un acto de honor y de gloria para las Fuerzas Armadas que se sublevaron contra las instituciones de la II República, contra unas instituciones elegidas democráticamente. El 17 y 18 de julio de 1936 se dio un golpe de Estado parcialmente fallido que continuó en una guerra de los sublevados que duró casi tres años, hasta abril de 1939, y que desembocó en una dictadura que duró hasta la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, casi treinta y siete años después. Por eso, no entiendo que 42 años después unos hechos de tan infausto recuerdo sigan considerándose en unidades del Ejército una efeméride. No debe honrarse ni a un golpe de Estado, ni a una sangrienta guerra, ni a una dictadura como la franquista. El sentido común, los pactos democráticos, el recuerdo de las víctimas del franquismo y la Ley de la Memoria Histórica son razones de suficiente peso.”
La del portavoz de Esquerra Republicana, señor Olòriz Serra, fue muy brillante con gran referencia historiográfica, al destacar que “Aquí hay una causa que viene de lejos, y son las líneas históricas fabricadas por el franquismo para reconocerse a sí mismo y no tener en cuenta lo que multiplicidad de historiadores en universidades de todo el Estado han ido trabajando, como Julio Aróstegui, Julián Casanova, Enrique Moradiellos, Ricardo Miralles, José Carlos Mainer, Eduardo González, Jorge Marco, Gutmaro Gómez Bravo, José Luis Ledesma o, por ejemplo, Ángel Bahamonde, de la Universidad Carlos III, que ha trabajado 1200 consejos de guerra franquistas a militares.”
Posteriormente se detuvo “Lo más duro para el Ejército de los días 17, 18 y 19 de julio, fue que nunca se había vertido tanta sangre de jefes militares, nunca tantos generales fueron fusilados como el 17, 18 y 19 de julio. De veintiún oficiales generales, diecisiete permanecieron fieles a la República, los seis generales de la Guardia Civil permanecieron fieles a la República, y, de cincuenta y nueve generales de brigada, cuarenta y dos se mantuvieron fieles a la República. Dejemos la vieja historia del franquismo pensando que era una acción cívico-militar. Fue una acción para destruir al Ejército español, porque nada tenía que ver el Ejército de 1939 con el Ejército español del año 1936; se destruyó. Y por eso es importante que la historia no se repita. Pero la historia se repite si esta no lleva a la consciencia de qué pasó y por qué pasó. Los primeros defensores de la República no fueron los gobernadores civiles, los miembros de los partidos políticos de izquierda ni los miembros de los sindicatos obreros; los primeros fusilados fueron los generales con mando del Ejército. El general jefe del Arma de Aviación de la República, Núñez de Prado, fue fusilado por Franco cuando iba a Zaragoza a intentar mediar sobre este hecho. Es importante la memoria para que no se repitan las mismas cosas; no una efeméride. Y puede que fuera bueno que, en vez de empezar por Viriato la historia militar española, se comenzase por el siglo XX y se estudiase a fondo lo que fue la Guerra Civil y el Ejército franquista. Por tanto, en lugar de decir que no ha pasado nada, aprovechemos esta situación para hacer un buen diagnóstico y que el Ejército español asuma que su pasado no es el Ejército franquista y que, por tanto, se ha de romper claramente; y cuando uno es un traidor, es un traidor; y cuando uno es un héroe, como el general Batet, fusilado, es un héroe.”
No puedo terminar sin una reflexión. En un país sin memoria puede ocurrir cualquier cosa. Como que las actuaciones policiales del 1-0 en Cataluña sean jaleadas con gran regocijo en una parte no pequeña de la sociedad española. Y lo digo, porque estos hechos los he constatado personalmente en alguno de mis conciudadanos, algo que me ha estremecido profundamente.