viernes. 29.03.2024

Otra acción ejemplar más de Soria contada por Luis Garicano

Andrés Ortega en su libro Recomponer la democracia y en el capítulo Economía y Política: Los nuevos pocos, defiende la tesis de que la crisis económica ha puesto en evidencia el desinterés de la élites españolas por el resto de la ciudadanía. Incluso lo señala Ángela Merkel: “Es muy lamentable que parte de las élites económicas en los países más afectados por la crisis asuman tan poca responsabilidad por la lamentable situación actual”. El desinterés quizá sea porque las élites se han visto menos afectadas e incluso han mejorado con la crisis, o porque son más insolidarias y les preocupe menos la desigualdad, convencidas que su triunfo es por sus méritos y por su esfuerzo. Siempre ha habido clase dirigente, lo que conlleva asumir unas responsabilidades. Es muy distinto que la élite se convierta en clase dominante sin asumir la responsabilidad de ser dirigente, como en España, lo que provoca un grave divorcio entre la élite y la ciudadanía.

Además existe una gran connivencia, o mejor cambalache, entre el Estado y las grandes empresas, especialmente con las del IBEX 35. Por ello, todos los gobiernos están más prestos a defender los intereses de estas empresas, que son diferentes a los del Estado y de los de los ciudadanos. Los gobiernos deberían mantener su propio criterio y autonomía frente a ellas. Algo que no ocurre. Vamos a verlo. Siendo ministro de Industria, Energía y Turismo José Manuel Soria autorizó a Repsol unas prospecciones petrolíferas en Canarias a pesar de la oposición de los canarios, y del propio gobierno de Canarias, ya que podían poner en grave peligro su principal modo de vida, el turismo, además de crear problemas de abastecimiento de agua potable  e incrementar los movimientos sísmicos.  Esto al ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, le resultó irrelevante y se puso al servicio de Repsol. Y eso que era ministro de Turismo y además canario.

Otra más. Según  Luis Garicano responsable actual de Economía, Industria y Conocimiento de Ciudadanos en su libro El dilema de España. Ser más productivos para vivir mejor, y en su página 106, que cito textualmente: “El 30 de noviembre de 2012, el día que se revalorizaban las pensiones, los españoles recibimos  una sorpresa positiva: una tasa de inflación mucho menor de la esperada, que permitía reducir el déficit estructural del Gobierno. ¿Qué había sucedido? El INE lo explicaba: una fuerte caída del precio de los carburantes. Pero, ¿por qué había descendido de forma tan conveniente para nosotros el precio de la energía? En el blog Nadaesgratis, Pol Antràs, profesor en Harvard, y José Ignacio Conde-Ruiz, de la Universidad Complutense, mostraron que desde el 15 de octubre anterior el precio de la gasolina euro-súper 95 había bajado como media el 6,5% en la zona euro, mientras que en España más del doble, el 13,5%. El gasóleo en España cayó el 8,1% frente al 3,7% en la zona euro. ¿A qué obedecía este comportamiento, si los precios de la materia prima se fijan en los mercados internacionales y no se habían producido cambios en los impuestos? La sospecha de que había gato encerrado se incrementó al observar que la mejora en España empezó a evaporarse en la semana siguiente: la gasolina súper subió 3 décimas en España, y en Europa caía un 1,7%. ¿Cómo es posible que compañías privadas decidan reducir simultáneamente sus márgenes y volverlos a subir? ¿No es esto una colusión anticompetitiva, penalizada con cárcel en los Estados Unidos? El ministro de Industria en una entrevista explicó sin rubor que había llamado a las compañías petroleras para que “arrimarán el hombro”, porque, de lo contrario, tenía listo un decreto que sería mucho peor para ellas. El mensaje parece claro, vista la evolución posterior: “”Os dejamos en paz una vez pase el dato de la inflación”. Los españoles aprendíamos así que los precios  en el “libre mercado” de la gasolina y gasoil se fijan en realidad a golpe de telefonazo, a oscuras, sin un proceso público y sin información sobre lo que cada parte concede y exige.

En vez de bajar temporalmente el precio de la gasolina por unos días, lo correcto habría sido que se abriera una investigación transparente de la competencia en el sector. Y que ésta, a su vez, la llevara a cabo un regulador fuerte e independiente y con capacidad para tomar decisiones y hacerlas cumplir, o sea con capacidad sancionadora. Si el mercado de las gasolinas es oligopolístico y dominado por unos pocos que se compinchan para mantener unos precios muy elevados, el Estado, en lugar de proteger a las empresas de la energía, debe hacer lo posible para introducir una competencia real en el mercado. Debe romper los monopolios y meter en la cárcel a los conspiradores. El Estado debe explicar a la ciudadanía con claridad qué ha hecho y con qué criterio.

Es evidente, como acabo de mostrar en los casos anteriores, que nuestros gobernantes son ante las grandes empresas como el chico de los recados, por lo que luego son cuantiosamente recompensados de diferentes maneras en pago por los servicios prestados. Esta oligarquía empresarial está en la base de los escándalos de corrupción e ilegal financiación de los partidos políticos, que, en buena parte explica la gravísima crisis de nuestro sistema político.

Otra acción ejemplar más de Soria contada por Luis Garicano