jueves. 28.03.2024

La monarquía como factor de "estabilidad" en nuestra historia

Antonio Cánovas del Castillo

Hoy mismo 25 de julio en La Vanguardia aparece un artículo de un egregio tertuliano y exnotario, Juan José López-Burniol titulado ¡Viva el Rey! La tesis fundamental es considerar a la Monarquía como un factor de estabilidad en nuestra historia contemporánea frente situaciones de encrucijada. La primera, tras el sexenio caótico que siguió a la Gloriosa revolución de 1868 cuando el genio posibilista de Cánovas pergeñó la “primera restauración”. Y esta monarquía restaurada de Alfonso XII, María Cristina y Alfonso XIII fue el entramado institucional que hizo posible una etapa de paz-totalmente falso- y crecimiento, que ­superó el desastre del 98 y tuvo su mejor reflejo en la edad de plata de la cultura espa­ñola. Y tras la guerra civil y la dictadura la “segunda restauración” monárquica como clave de arco del sistema definido por la Constitución de 1978, fruto del “pacto de la transición” entre la oposición democrática y los reformistas del régimen: el único pacto posible, para el que fue decisiva la acción política del rey Juan Carlos.

Y lo más grave es que a los españoles nos la trae floja lo que haga o deje de hacer la Monarquía. Creo que no hace falta criticarla, ella misma se desprestigia

En el artículo que sigue a continuación no me fijaré en la “segunda restauración” y el papel de Juan Carlos, cuyas últimas vicisitudes cualquier ciudadano medianamente informado conoce. Por mucho blindaje político y mediático la Monarquía está tocada. Llama la atención que desde abril de 2015 el CIS ya no pregunta en sus estudios de opinión sobre el grado de aceptación de la Monarquía. Por otra parte, la opinión mayoritaria de la sociedad española sobre ella está ya formada. Y lo más grave es que a los españoles nos la trae floja lo que haga o deje de hacer la Monarquía. Creo que no hace falta criticarla, ella misma se desprestigia. A las instituciones se hace más daño desde dentro que desde fuera. En cambio me fijaré en la primera restauración borbónica la instaurada por Cánovas del Castillo. Y mostraré el contraste dramático entre la España real y la España oficial. Aparecen una serie de documentos dramáticos, que demuestran las penalidades del pueblo, de la gente del común. Y al final otro documento, ¡vaya contraste!,  del banquete en el gran teatro de Pignatelli de Zaragoza, en honor del Sr. D. Antonio Cánovas del Castillo, al que asistieron los grandes prebostes del partido conservador de Zaragoza-Capital. Es para leerlo con detenimiento.

El régimen de la Restauración, diseñado por Cánovas del Castillo ha sido considerado en muchos manuales de historia como un período de estabilidad, un remanso de paz, frente a las etapas anteriores llenas de tensiones. Totalmente falso como veremos. El Sexenio Revolucionario (1868-1874) se caracterizaría por guerras de carácter diferente: carlista, colonial y cantonalista. Distintas formas de Gobierno; un Gobierno Provisional, una Regencia, una Monarquía democrática y distintos tipos de Repúblicas.

Cánovas construyó el edificio de la restauración en base a la vuelta de la Monarquía de los Borbones.El 14 de enero de 1875 entraba triunfalmente en Madrid como Rey, Alfonso XII, hijo de Isabel II, el padre  parece que fue un capitán de ingenieros llamado Enrique Puigmoltó, aunque el oficial fue el desdichado Francisco de Asís.  Una anécdota muy expresiva del sentir cambiante de los españoles, cuando descendía en un brioso corcel blanco por las calles de Madrid, ante los estridentes vítores que no dejaba de lanzarle un paisano que corría a su lado, le hicieron inclinarse a Alfonso XII para decirle: “Pero, hombre, ¡que se va a quedar usted ronco!”, a lo que el entusiasta replicó. “¡Que va! ¡Si me hubiera oído cuando echamos a su madre…!”.  Dos grandes partidos políticos; el conservador, liderado por Cánovas y el liberal por Sagasta, llevando a cabo el turno pacífico. Una Constitución la de 1876, suficientemente ambigua, para que pudieran gobernar los dos grandes partidos. Incluso con un sufragio universal a partir de 1890. Una oposición prácticamente inoperante; republicana, carlista, autonómica y obrera. Esto era la teoría la realidad era otra. La auténtica Constitución era la oligarquía y el caciquismo, como muy bien dijera Joaquín Costa. Pocas veces en la historia se habrán cometido tantos chanchullos electorales como entonces. Colegios electorales no abiertos, muertos renacidos para votar, pucherazos. Había una España oficial, un paraíso; y otra España la real, llena de problemas, la auténtica. La falta de conexión entre ambas era plena y total. Como muy bien dijera Ortega: la España oficial consiste en una especie de partidos fantasmas que defienden los fantasmas de unas ideas y que, apoyados por las sombras de unos periódicos, hacen marchar unos Ministerios de alucinación. En definitiva un sistema político podrido; no obstante algunos historiadores y politólogos han dicho, sin reparo alguno, que todas estas trampas eran necesarias para evitar la revolución.

No quiero insistir más en la organización política, brevemente expuesta en las líneas anteriores. Me detendré en mostrar que las tensiones sociales fueron muchas, por gravísimos problemas económicos de fondo. Que no se conozcan suficientemente no significa que no existieran, como algunos historiadores han pretendido destacar, elogiando a Cánovas el haberlas evitado, merced al sistema político por él diseñado.

Mi pretensión en estas breves líneas no es otra que mostrar la grave problemática socio-económica existente y sus lógicas tensiones en el período de la Restauración, en varios pueblos de la antigua comarca del  Bajo Aragón de la provincia de Teruel, como Alcañiz, Calaceite e Híjar, utilizando diversos textos de periódicos de Zaragoza.

Una de las causas de esta problemática socio-económica sería la crisis de fines del siglo XIX de la agricultura aragonesa, perfectamente estudiada por los profesores Germán Zubero,  Carlos Forcadell y Eloy Fernández Clemente. Brevemente explicada se debería a la competencia de la producción agrícola cerealística de países nuevos, como Rusia, Turquía, Argentina, etc., que quitó a Aragón sus mercados tradicionales de Cataluña o Valencia. Además la presión fiscal supuso el embargo de muchas fincas, y como consecuencia última la emigración. La España vaciada ya viene de lejos.

Otros motivos serían el mal reparto de la propiedad agrícola; la deficiente infraestructura de transportes; la insuficiencia de regadíos al no estar regulados adecuadamente los ríos Guadalope y Martín; las inclemencias meteorológicas.

Como punto de partida, para darnos una idea certera de la situación agrícola en Teruel y el Bajo Aragón, comenzaremos por una reseña hemerográfica muy explícita, una auténtica radiografía socio-económica de enero de 1888. En ella vemos claramente la problemática agrícola de la provincia, así como sus posibles soluciones. Es como sigue:

“Positivamente desgraciada, en su triste aislamiento, es esta provincia. Sus tierras de secano, de poca fertilidad, se destinan en general al cultivo de cereales, que en años regulares producen bastante para el consumo y aún para la exportación; pero van transcurridos ya ocho de escasez que, a una con las causas administrativas, sostienen la crisis a gran altura. No hay apenas comercio, ni es posible que lo haya, porque sin ningún ferrocarril (excepto unos pocos kilómetros), sin carreteras provinciales y abandonadas las vías vecinales, hácense los cambios en caballerías y carros, costando por ejemplo, la conducción del hectolitro de trigo, de Teruel a Valencia, tres pesetas. Tan atrasada y cara es la producción, que indican que debe valer el trigo en los puntos de consumo a 27 pesetas y la cebada a 17. Como no hay medios de salida, los vinos, en cuyas plantaciones y fabricación se han hecho positivas mejoras, “se hallan estancados y sin explotar”. Aunque se cosechan más de 36.000 hectolitros de aceite de excelente calidad, ese mismo aislamiento y la competencia los dejan casi sin valor. Su ganadería, verdadera base riqueza para este país, si se fomentara, atraviesa un difícil período, aunque no tan grave como el de Zaragoza. Los precios de las lanas y carnes se han reducido a la mitad. Salen de la provincia anualmente para Cataluña 120.000 cabezas de ganado lanar, 8.000 cabrío para Castellón, y 6.000 de vacuno para Valencia. Los ganaderos procuran desprenderse de sus existencias a todo trance y aun a precios bajos; así es que este año en la feria de Alcalá de la Selva se han presentado 7.000 cabezas de cría de ovejas; detalle hasta aquí nunca observado. Para fertilizar su suelo aspiran los labradores a que se establezcan los pantanos de Híjar (ya empezado) en los términos de esta villa, La Puebla y Albalate; del río Matarraña, en los de Valderrobres y Beceite; del Guadalope o Santolea, para toda la ribera de este río en los de Castellote; los de Cibanes y la Salada, en los de Alcañiz y límite de Caspe; el de San Blas en la capital; y el del Mezquin. Pero de tanto o mayor urgencia que estos depósitos o veneros de agua es la construcción de la vía férrea que, partiendo de Calatayud (prolongación de la gran línea diagonal de Galicia, Asturias, Santander, Palencia, Baltanás, Roa, Aranda y Ahuazán), pase por Daroca, Calamocha y Teruel, continuando a unirse con la de Valencia. Esta vía hoy, y más adelante la de Alcañiz a Montalbán, Monreal y Guadalajara, pondrán a la provincia en condiciones regulares de existencia, y no sólo abrirán salida a los productos de su agricultura y ganadería, sino que darán inmediato valor a la gran riqueza explotable con que cuenta, que es la minera, a los ponderados hierros de Albarracín, manganeso de Crivillén, zinc de Linares, carbones azabaches de Utrillas y Gargallo, lignitos de Aliaga y Parras; y salinas de Arcos, Ojos Negros y Valtapiada.

No de otro modo espera impaciente Aragón entero, como factor indispensable para la resurrección de su vida agrícola, la construcción inmediata de la vía férrea internacional por Canfranc, que de fácil camino a los caldos, frutas y demás productos de las tres provincias para Francia y otros países. Con la exportación aumentarán las ganancias, y con estas se animarán los agricultores a preparar sus tierras para recibir el beneficio de los riegos, mejora que requiere mucho tiempo, capitales y conocimientos para que resulte útil y no desastrosa o estéril, como algunas veces ha sucedido” (1).

Aunque la reseña es de 1888, la problemática viene de lejos como veremos, ya que en febrero de 1880, la situación socio-económica en Alcañiz era ya muy grave. La cita en algunos momentos es desgarradora:

“El Ayuntamiento, por espacio de muchos días, estaba suministrando más de 1.200 raciones diarias de pan y otras tantas de menestra. Las personas bien acomodadas, secundando los humanitarios sentimientos de este digno y celoso Ayuntamiento, han hecho cuanto podían en pro de los necesitados, y todo ello es una gota de agua en este Océano de miseria.

¿Quién o quiénes pueden socorrer diariamente 1.200 familias que se hallan sitiadas por el hambre?

La situación económica de nuestro municipio todos la conocemos, al paso que una gran parte de la nuestros contribuyentes, la encontraremos en las oficinas del Banco encargado de la recaudación de impuestos.

Están muy recientes aun las huellas que en este país dejara la última guerra civil( la carlista), causa principal, además de las continuas sequías que han venido sucediéndose, que ha ido precipitando a los habitantes de este suelo, en el abismo que a todos nos amenaza.

Con tan continuas calamidades, llegamos al año pasado, durante el cual no llovió, ni nuestras huertas se regaron, ni rindieron, como es natural, las producciones ordinarias de maíz, judías y patatas; así es que llegamos al último otoño y entrada del actual invierno, sin que se hubiese encerrado en los graneros la más pequeña producción agrícola. Como si todo ello no fuera bastante, vienen las continuas y fuertes heladas que han concluido con todas las verduras de nuestros campos. Sólo así se explica:

  1. Que la generalidad de los propietarios no pueden pagar las contribuciones.
  2. Que los mismos no puedan llevar ni siquiera un solo peón a sus campos, porque la cosecha de las aceitunas ha sido muy pequeña y las últimas heladas la mermaron y malearon no poco.
  3. Que los precios de los artículos de primera necesidad vayan a precios excesivamente altos.
  4. Que los labradores de par de mulas, con tierras de labor para ellas, fuesen a tomar la ración que este Ayuntamiento suministraba a pesar de su precaria situación. Esos mismos labradores se alimentan hoy de calabaza, sin aceite y sin pan, como se ha visto en más de una casa.
  5. Que los jornaleros vayan pidiendo constantemente por las calles y que, en grupos de 30 o 40 se dirijan por las noches a la casa de los mejores hacendados, la generalidad de los cuales no han cerrado sus puertas a la caridad.

Son algunos los centenares de familias que no pueden comer pan, ni de maíz, ni de cebada siquiera. ¿Si esto sucede en esta ciudad, qué pasará en los 200 pueblos que componen el Bajo Aragón? Tal es el cuadro desgarrador que presenta este país, que se halla agonizando bajo los más duros golpes de la miseria.

Si el Gobierno de la nación no escucha los gritos lastimeros de este suelo, y pone remedio a tanto mal, auxiliándole con la inauguración de obras públicas, el vecindario tendrá que abandonar sus hogares en busca de trabajo y de alimentos… (2).”

En Híjar la situación era muy pareja a la de Alcañiz, en la primera mitad de la década de los 90. Son cuatro textos algunos de ellos sobrecogedores por su terrible dureza. Los tres primeros son de la primavera de 1891; el cuarto del verano de 1894. Ahí van:

“Cada vez que tomo la pluma para dirigirme a su periódico, lo hago para contar angustias de este desgraciado país que arrastra una vida lánguida y miserable, y a tal extremo ha llegado en la actualidad, que suceden cosas tan peregrinas, que, si no las motivaran la necesidad y la desgracia, harían gracia por su originalidad.

Unas veces se pide caridad por la fuerza, otras desentierran las patatas, que se hallan puestas en los campos, llegando al extremo de tener que regarlas para evitarlo; y hoy han entrado en un corral de esta villa, han degollado un cerdo y se lo han llevado (3).”

Unos días más tarde, en Híjar seguían las grandes dificultades de los agricultores ya que, previa convocatoria del alcalde, se reunieron un buen número de contribuyentes, para tratar de aliviar la suerte de la clase proletaria y la de que, siendo propietarios en pequeño, se veían reducidos a una gran necesidad. Para los proletarios se hizo una suscripción voluntaria por tres meses, para entregarlo a la Conferencia de San Vicente. Para los propietarios, se intentó levantar un empréstito para socorrerles hasta la próxima cosecha sin ningún interés, lo que no ha podido realizarse, dada las enormes dificultades de todas las clases sociales.

Por la pérdida de la riqueza olivarera desde la sequía del año 1987, la carencia casi absoluta de cosechas de cereales desde aquella fecha, no habiendo sembrado apenas este año, y lo poco que había, por los grandes fríos del invierno y falta de aguas, podía considerarse ya perdido. A pesar de estas grandes dificultades, se señalaba la implacable voracidad fiscal por parte del Estado (4).

En junio de 1891, aparecían numerosísimos casos individuales de miseria absoluta. A pesar de ella la presión fiscal seguía, aunque la recaudación se hacía a duras penas y por ello muchas fincas eran adjudicadas al Estado. Ante esto, aunque se proponían muchos remedios, no se tomaban disposiciones para proteger los intereses agrícolas; ninguna innovación para rebajar la contribución de consumos; ninguna tampoco para que se corrigieran las actuales cartillas de evaluación formadas en el año 1863; ningún apoyo en bien de la clase trabajadora, activando las obras públicas en construcción unas, y en proyecto otras, como las tenemos en esta comarca. En cambio se pensaba en nuevos empréstitos para intentar nuevos arreglos de la deuda pública, pero no se procuraba hacerla desaparecer (5).

Otras veces serán las inclemencias meteorológicas, las que agravarán la situación de los agricultores hijaranos, como ocurría a finales de agosto de 1894, al producirse la llegada de una horrorosa tormenta el día 22 de agosto, con numerosas chispas eléctricas, y una de ellas causó la muerte del vecino de esta villa Mateo Ferrer, acompañada de grandes piedras, que prácticamente han destrozado los campos de Castelnou, Jatiel, Samper, La Puebla de Híjar, Híjar y Urrea de Gaén.

Unos días después, el 28 de agosto otra tormenta asolaba las huertas de Híjar destruyendo por completo las cosechas de frutas, maíz, hortalizas, judías. Los edificios sufrieron grandes desperfectos. Se han reunido en el Ayuntamiento para tratar de buscar alguna solución, tomándose gran interés el diputado don Enrique Albalate Sorribas (6).

En enero de 1905 la conflictividad social en Alcañiz era muy grande, produciéndose un auténtico motín, cuya motivación se debió al cobro del impuesto de consumos, recaudado a la entrada de las poblaciones, sobre todos los productos que entrasen en cualquier localidad. Parece ser, por lo que aparece en el documento reseñado que un sector importante de los alcañizanos se resistía al pago del susodicho impuesto. El texto es como sigue:

“Todos los informes particulares que a nosotros llegan de la importante ciudad bajo-aragonesa, coinciden por completo en atribuir gravedad suma a los acontecimientos que se desarrollan desde hace cuatro días en aquella localidad.

Desde el domingo a las seis de la tarde, hora en que comenzó la algarada, vive aquella siempre pacífica población en un estado de intranquilidad constante.

Muchedumbres mal aconsejadas comenzaron la serie de desórdenes públicos destrozando el fielato que se halla inmediato al puente de la carretera de Zaragoza, arrojando al río la báscula, quemando toda la documentación y las mesas, estantes, puertas, balcones y cuanto se les antojó, apoderándose del dinero de la recaudación.

Dirigiose después la multitud, en tropel, al fielato de la carretera de Caspe, repitiéndose iguales desmanes, y por último aun fueron más graves los desórdenes, cuando llegadas las masas al fielato situado en el portal de San Francisco no se limitaron a los actos destructivos de los objetos y enseres, sino que hicieron bastantes disparos de revólver y pistola; siendo muy de alabar la conducta prudentísima del Sr. Juez de Instrucción e igualmente merece elogios la benemérita, pues afrontando los insultos de que eran objeto, se mantuvieron imperturbables ante las alharacas de los sediciosos, evitando un día de luto en Alcañiz.

Otros rumores de ataques a agentes de la autoridad llegan a nuestros oídos; y lo que es aún peor, las corrientes de opinión que trataron de infiltrar en las masas, para degollar a determinada importante y conspicua personalidad, excitando a incendiar las casas de los más pudientes… pero los honrados alcañizanos podrán en alguna parte, ser arrastrados por la pendiente del alzamiento ante excitaciones y propagandas sectarias, pero son refractarios al crimen; y así tales ideas no hallaron eco ni mucho menos efectividad.

El lunes pretendieron quemar, los más exaltados, la casa del agente ejecutivo del Ayuntamiento, la Casa Consistorial y el teatro, sin que llevaran a efecto sus propósitos.

El martes a primera hora se situaron los sostenedores del movimiento sedicioso, en el puente viejo, para impedir que nadie saliera al campo, y allí continuaron; acompañando, después, hasta el cuartel, en medio de las protestas y silbidos, a la guardia civil que llegó de Zaragoza en el tren de la mañana.

Ya en la noche de este día se hallaban en la ciudad unos 120 guardias civiles, número muy suficiente para garantizar el orden y dar la protección necesaria a la justicia para el esclarecimiento de los hechos y la detención de los agitadores.

Continúa el Noticiero, aportando nuevas noticias, de la siguiente manera:

Posteriormente a las precedentes noticias, nos han sido transmitidas las siguientes por telégrafo; Alcaniz. Nº 182.—(día 25 a las 13 y 15).

“El conflicto continúa, las algaradas se suceden sin cesar y desde las seis de la tarde de ayer se situaron las masas en la plaza del Ayuntamiento pidiendo a voz en grito la libertad de los detenidos, intentando rebasar las filas de la benemérita que se encuentran protegiendo la puerta de la cárcel y la entrada de la Casa Consistorial; y en esta actitud se han mantenido los grupos durante casi toda la noche del martes al miércoles.

Hoy, a la hora de salir los labradores a las faenas del campo, se han situado los grupos en los portales de la población para impedir la salida de los que tranquilamente se dirigían a su trabajo, logrando sin gran esfuerzo su propósito los mantenedores del desorden.

A las once de la mañana la guardia civil se ve precisada a despejar la plaza, donde se habían reunido nuevamente los amotinados. (7)

El corresponsal del “Heraldo de Aragón”, Manuel Foz B. de Quirós, también transmitió estos graves incidentes. Para él la causa se debía a que la clase agrícola de Alcañiz deseaba noblemente el cambio del impuesto de “consumos”, por el de reparto voluntario.

Estos acontecimientos trajeron graves consecuencias para Alcañiz, que merecerían un trabajo aparte, ya que en el Pleno del Ayuntamiento de 22 de mayo de 1905, presentó la dimisión el Ayuntamiento, encabezado por el Alcalde Ramón Llopis, ante el Gobernador Civil de Teruel.

En el periódico “El Heraldo de Aragón” de agosto de 1907 aparecieron 2 artículos relacionados con la crisis de Calaceite. En ellos se refleja una radiografía clara y apabullante sobre cuáles eran sus más acuciantes problemas, así como sus obligadas soluciones.

El 1º) estaba firmado por F. Aznar Navarro, comenzando de la siguiente manera:

“De Calaceite han emigrado unas quinientas familias lo que ha producido la despoblación casi completa de aquella localidad…”

El inicio era impactante, tratando de captar la atención de sus lectores. A continuación nos señala que tal noticia había aparecido en los periódicos. Comenta que la emigración de vecinos de Calaceite no pasa de ser un ejemplo, aunque como todos doloroso, absolutamente semejante a los que se repiten, con regularidad de gotera crónica, de un confín a otro de la vieja España.

Presentado el dato, alude a una Historia de Calaceite escrita no hace mucho tiempo por un abogado de aquella villa, hoy agonizante; según Aznar de las Historias de villas, lugares y lugarejos que pueblan su biblioteca, es de las que revelan sentido común en abundancia.

En esta Historia se nos muestra que Calaceite fue un gran pueblo; fue, sobre todo, rico; todavía lo era en épocas relativamente cercanas. Sus producciones de aceite le permitieron vivir de una manera holgada, pudiendo permitirse el lujo de hacer sus fiestas sonadas.

En 1688 la cuenta de festejos era muy importante, y eso que por entonces España padecía el espectáculo de la corte de Carlos II, cuadro de los más tristes de la historia de España, en cuyo fondo se pierde la figura de un monarca imbécil casi oculta por fanáticos, intrigantes, logreros y malvados.

En 1770, la administración municipal arrojaba una suma de ingresos de 116.236 reales contra 28.261, que importaban los gastos, superávit que muestra un admirable estado de prosperidad.

Al comparar aquel ejercicio con el de 1889-1890 pierde el cronista el humor que antes le acompañara. En 1770 proceden los recursos de bienes propios del común sin mengua de las fortunas privadas, son positivos los ingresos, fáciles y seguros los pagos; en el Presupuesto de 1889-1890 se piden los caudales al bolsillo del vecindario, son mentidos los ingresos, inexcusables pero imposibles los pagos, seguro el déficit y aumento de la deuda, que en este ejercicio no baja ya de 80.000 pesetas.

De lo ocurrido entre los años 1890 y el actual, 1907, ¿a qué hablar? Es bastante saber que de Calaceite han emigrado quinientas familias, que Calaceite se despuebla…

El Sr. Vidiella- que tal es el historiador aludido- usó de proféticas expresiones al comentar el estado de su pueblo, cuando escribía:

“Legisladores: habéis trastornado las bases económicas de los municipios, y vuestro yerro ha resultado mortífero para los pueblos; es en vano que, apartando de ellos vuestros ojos, busquéis en la hinchazón de un Estado hipócrita, levantado sobre tanta ruina, la grandeza de la nación, porque no hay nación grande sin municipios dignos y potentes”.

Impresas fueron estas palabras en 1896 por uno de Calaceite. Ahora ¿qué decir a nuestros gobernantes, a nuestros legisladores? Nada. ¡Están veraneando!

Con estas palabras acaba el 1º artículo (8).

Unos días después, 28 de agosto, aparece el 2º artículo escrito por Santiago Vidiella, del cual lo más importante es lo siguiente:

Tras reconocer el hecho indiscutible del éxodo que se está produciendo en el pueblo. Sus soluciones son estas, razonando de la siguiente manera:

“Es grande la emigración y será despobladora a plazo próximo si no se nos escucha. Pero ¿cree el Gobierno, cree la prensa que la emigración es la manifestación más expresiva del malestar de un pueblo? Se equivocan.

El labrador que tiene sus caballerías, que tiene su casa y su campo y que ha llegado con grandes penas a reunir el mezquino capital de su apero, ese no emigra porque no puede emigrar, porque en cierto modo está pegado a su mísero pegujal como a la gleba los antiguos siervos, y sabe que desprenderse de su equipo es condenarse sin remedio a no tenerlo más. Es muy triste el que emigra en busca de un pan amargo; pero quizá es más la del pequeño labrador constreñido a devorar sus miserias en la cárcel de su propia patria, encadenado a una propiedad improductiva.”

Vidiella explica que se ha vuelto improductiva la propiedad de este pueblo, por una antigua, falsa y funestísima apreciación de la riqueza contributiva; hace mucho tiempo que el Estado, la provincia y el municipio toman las 3/5 partes del producto neto de la tierra, y no basta el resto para cubrir las necesidades corrientes de las familias que trabajan. Y cuando faltan esos 2/5 restantes dentro de una labranza, por ser año estéril, la necesidad y la miseria llegan.

Vidiella señala que hay que corregir ese error contributivo, que ocurre desde hace 50 años, por eso desde entonces este pueblo vive menesteroso y desatendido porque dona al Estado lo que no debe. Además las necesidades de este pueblo se han agravado, ya que llevamos 4 años seguidos de estériles cosechas.

Según el articulista de Calaceite, las soluciones estarían en el comienzo de las obras de construcción de las carreteras de Calaceite a Monroyo; y de Mazaleón a Torrevelilla en sus secciones más próximas a Calaceite.

Debería suspenderse el cobro de contribuciones e impuestos en la villa hasta que, en virtud de expediente incoado por el Ayuntamiento sufra imparcial revisión la riqueza contributiva del distrito para averiguar la verdadera y equitativa cifra de su cuantía, la cual según cálculos muy serenos no alcanza a la mitad de lo que hoy sirve de base a los repartimientos.

Debería, una vez reunidas las Cortes, incluirse en el Plan General de carreteras una de Calaceite a Maella.

Todas estas peticiones son justas, y las únicas que pueden solucionar la gravísima situación económica con sus secuelas de emigración, de nuestro querido pueblo (9).

Para acabar toda esta serie de documentos hemerográficos, nos situamos en enero de 1911 nuevamente en Alcañiz, momento en el que la problemática no tenía fin. El texto es del corresponsal, Manuel Foz B. De Quirós y que dice así:

“La densa niebla del hambre y de la miseria ha invadido durante varios días los humildes hogares de la clase jornalera de esta ciudad. El prematuro cierre de las fábricas de aceite por la escasez de oliva del presente año, inició ya la falta de jornales, y la gran nevada y persistentes hielos de este mes ha paralizado desde el día 12 todo el movimiento agrícola, base de la riqueza y bienestar local. Con insignificantes reservas en sus casas, los pobres jornaleros, y con 14 días sin poder ganar el más pequeño salario, han visto aparecer a sus ojos el fantasma, es decir, el fantasma no, la horrible realidad del hambre y del frío, desde hace muchos años no conocido. Agobiados por la necesidad, la gente se ha echado a la calle en demanda de limosna, y hemos visto cuadros desgarradores y escuchando clamores que partían el alma.

Pero si la niebla del hambre y de la miseria ha nublado por unos días el humilde rincón del obrero, también como digno contraste el sol hermoso de la caridad ha despejado el horizonte y desgarrado las negruras de la desesperación, llevando el consuelo al hogar del necesitado.

Alcañiz, la heroica ciudad de siempre, ha ratificado una vez más sus blasones de nobleza con un derroche de sus buenos sentimientos de humanidad y caridad cristiana. Tanto la clase acomodada como la media y la cortesana, han abierto todas sus puertas al llanto del menesteroso, enjugando sus necesidades a manos llenas, como si hubiera habido una consigna general para tan sublime proceder. Las mujeres recorrían las calles con grandes cestas y canastas, llevándolas de domicilio en domicilio, sin hallar una puerta cerrada ni un corazón dormido.

En medio de la plaza oímos anoche a dos grupos de mendigantes mujeres, exclamar la misma expresión: “chica, en ninguna casa dejan de darnos; los ricos se portan”; ¡Sencillas palabras en cuyo humilde fondo se encierra todo un hermoso poema de gratitud y caridad!

El Ayuntamiento reuniose en sesión y acordó emplear 50 obreros en la limpieza de las calles y caminos; y al propio tiempo elevar telegramas al gobernador, ministro de Fomento y diputado D. Rafael Andrade, poniéndoles de relieve la miseria de la clase obrera de esta ciudad. Dadas las circunstancias de nuestra Corporación municipal, y lo escaso que está su tesoro con el agobio además del pleito que está sosteniendo, no podía hacer más de lo que ha hecho, pues las situaciones de los Ayuntamientos hay que verlas, no como gobernados, sino como administradores sin fondos.

Es claro que todos estos innumerables actos de caridad, han tenido los inconvenientes de no haber habido una cabeza directora que hubiera encauzado y aunado en una acción colectiva tantos esfuerzos individuales, para que hubiese sido más eficaz, evitando los abusos naturales en estos casos, y que no quedasen relegadas a segundo término algunas de las principales necesidades.

Pero hay que tener en cuenta, que cuando el corazón se desparrama en efusiones de misericordia y caridad ante circunstancias tristes e imprevistas, domina más en los pechos nobles el sentimiento y la conmiseración que el cálculo y la reflexión.

El conflicto actual se ha salvado con su abnegación y esfuerzo propio la ciudad; pero ahora hay que estudiar otra más grave que se avecina de la misma índole. Los meses de marzo y abril se ofrecen más negros que la época presente, pues con la mala cosecha de aceituna habida, será la época en que ni en el campo ni en las fábricas habrá trabajo y la gente jornalera volverá a su miseria, agrandada por la falta de reservas de ninguna clase, debido al contratiempo actual.

Este mal tiene raíces más hondas, nacidas de las especiales condiciones en que aquí gira la propiedad agrícola, de todo lo cual pienso ocuparme en otros artículos. Se estudia el modo de afrontar esos meses venideros, que no es otro que el de preparar ocupación al obrero con obras públicas y reparaciones de fincas por los particulares.

Sirva esto de somera reseña de la crisis por la que atraviesa Alcañiz, debido a la atroz nevada caída el día 12 y a los mayores hielos que le siguieron, existiendo más de medio palmo de nieve por los campos y tejados. Valga al propio tiempo de alabanza a la población; a los menesterosos, porque sus quejas han sido justas, humildes y respetuosas; y a los pudientes, porque su caridad ha sido pródiga, sincera y bienhechora. ¡Estos actos son los que honran y enorgullecen a un pueblo! (10)“.

A través de todos los documentos anteriormente expuestos, hablan por sí mismos, creo han quedado demostradas claramente, las grandes penalidades sufridas por nuestros antepasados bajo aragoneses. No son necesarios más comentarios. No obstante, querría acabar con otro documento, que nos transmite el banquete celebrado el día 23 de octubre de 1879, de cinco y media de la tarde a las siete y media de la noche, en el gran teatro de Pignatelli de Zaragoza, en honor del Sr. D. Antonio Cánovas del Castillo, al que asistieron los grandes prebostes del partido conservador de Zaragoza-Capital. El menú fue el siguiente:

Sopas.—Consommé Royal, Purée Bretonne.

Relevé.—Filets mingnons aux champignons.

Friture.—Coquilles de volaille augratin.

Entrée.—Salmis de perdreux. Loubines sauce genevoise.

Legumes.—Choux-fleures, sauce au beurre.

Rôti.—Téte de sanglies, Dinde truffée.

Entremêt.—Valescki vanille.

Deeserts.—Vinos: Sauterne, Jerez, S. Estephe, Champagne.-

Café y licores (11).

Un aviso a navegantes despistados y malintencionados. La Segunda República heredó muchos problemas, ella no los creó. Lo dijo muy claro Manuel Azaña en La Velada de Benicarló: “Durante años, ingentes realidades españolas estaban como sofocadas o retenidas. En todo caso, se aparentaba desconocerlas. La República, al romper una ficción, las ha sacado a la luz”.

NOTAS:

  1. El Mercantil Aragonés, 28 de enero de 1888, hoja 1ª, con firma de R. Becerro de Bengoa. Hemeroteca Municipal de Zaragoza.
  2. Diario de Avisos de Zaragoza, 3 de febrero de 1880, hija 7ª. Hemeroteca Municipal de Zaragoza.
  3. Diario de Avisos de Zaragoza, 11 de abril de 1891.
  4. Diario de Avisos de Zaragoza, 16 de abril de 1891.
  5. Diario de Avisos de Zaragoza, 17 de junio de 1891.
  6. Diario de Avisos de Zaragoza, 31 de agosto de 1894.
  7. El Noticiero, Zaragoza, 26 de enero de 1905.
  8. Heraldo de Aragón, Zaragoza, 16 de agosto de 1907.
  9. Heraldo de Aragón, Zaragoza, 28 de agosto de 1907.
  10. El Noticiero, Zaragoza, 26 de enero de 1911.
  11. Diario de Avisos de Zaragoza, 24 de octubre de 1879.

 

La monarquía como factor de "estabilidad" en nuestra historia