viernes. 29.03.2024

A la juventud le preocupa el mundo, pero carecen de medios para mejorarlo

Tengo la impresión de que una buena parte de la ciudadanía todavía no es conciente del auténtico albañal...

Tengo la impresión de que una buena parte de la ciudadanía todavía no es conciente del auténtico albañal, en el que nos están metiendo los actuales gobernantes, al estar impregnados de los principios de la ideología neoliberal. Se extiende  como un mantra que esta situación es provisional y que los actuales sacrificios traerán después una situación futura mucho mejor. Craso error. De no mediar un cambio radical, este estado de cosas no solo no va a mejorar, es que todavía es susceptible de empeorar. Si analizamos el neoliberalismo, al estar basado en criterios estrictamente económicos, como todo está subordinado a la ganancia, a la competitividad, a la productividad y esto es un camino que no tiene fin, muchas conquistas políticas, sociales y económicas, como la democracia y todo un conjunto de derechos civiles, políticos, sociales y económicos que creíamos perfectamente asentados, están siendo arrojados al cubo de la basura de la historia. Este economicismo que nos está hundiendo en la miseria, ya hace unos años lo expresó con claridad Tony Judt en su libro Algo va mal, que todo aquel preocupado por la cosa pública debería leer. Yo lo he hecho en numerosas ocasiones y lo sigo haciendo, y también la mayoría de mis alumnos de 1º de Bachillerato en la materia de Historia del Mundo Contemporáneo. Dice Judt en la Introducción “Hay algo profundamente erróneo en la forma que vivimos hoy. Durante 30 años hemos hecho una virtud de la búsqueda del beneficio material: de hecho, esta búsqueda es todo lo que queda de nuestro sentido de un proyecto colectivo. Sabemos qué cuestan las cosas, pero no tenemos ni idea de lo que valen. Ya no nos preguntamos sobre un acto legislativo o un pronunciamiento judicial: ¿es legítimo? ¿Es ecuánime? ¿Es justo? ¿Es correcto? ¿Va a contribuir a mejorar la sociedad o el mundo? Estos solían ser los interrogantes políticos, incluso si sus respuestas no eran fáciles. Tenemos que volver a aprender a plantearlos”. Es difícil expresar mejor las causas de lo que nos está ocurriendo. Si por razones económicas hay que sacrificar la democracia o los derechos humanos, se sacrifican. No hay problema. Por ello, hoy hablar de democracia o de respeto a los derechos humanos es un sarcasmo y una burla a la ciudadanía. Las grandes cuestiones que afectan de una manera trascendental a nuestra existencia son decididas por unas élites políticas y económicas para el beneficio exclusivo de unas minorías, sin contar para nada con la ciudadanía. Obviamente esto no es democracia. La reforma laboral de la ínclita Fátima Báñez, no han sido los trabajadores los que la han decidido, muy al contrario, ha sido la gran patronal, para tener una clase sumisa y obediente, y así con sueldos de miseria aumentar la plusvalía. La negociación colectiva prácticamente ha desaparecido. Se ha llegado a tal grado de perversidad, que incluso no pocos se sienten satisfechos con que les exploten, ya que significa que al menos tienen trabajo. Tal pensamiento se explica porque existen otros muchos que no pueden vender su mano de obra  y por ello son considerados como un excedente y se les manda al vertedero social. Además  a todos estos excluidos se les obliga a asumir e interiorizar que son culpables de su situación, acusándoles de tener pretensiones excesivas, de falta de ganas de trabajar y de espíritu emprendedor, o de poca flexibilidad y cualificación. Su destino es el de servir de ejemplo aterrador, para que los que todavía tienen trabajo sigan luchando a muerte por los últimos puestos de trabajo. En cuanto a la reforma de las pensiones también de la gran Fátima Báñez, tampoco se ha consultado a los  pensionistas, muy al contrario la han impulsado la gran patronal bancaria y compañías de seguros. Santos M. Ruesga, el único miembro del Comité que votó en contra de la reforma,  señaló que cuando le convocaron a participar, pensó que era para definir y modular un factor de sostenibilidad para las pensiones relacionado con el ascenso de la esperanza de vida, contemplado en la Ley 27/2011. Para su sorpresa, desde el inicio del trabajo del comité observó que había un acuerdo tácito y mayoritario, por el que debíamos abordar otros aspectos relacionados con la sostenibilidad, en concreto aspectos económicos de la misma, y generar otro factor de sostenibilidad que revertiera también sobre el valor medio de las pensiones. Intuyó que el interés del Gobierno era tratar de dar cobertura "científica", a través del comité, a una reforma del sistema público de pensiones enfocada, no sólo, ni en primer lugar, a las sostenibilidad a largo plazo de sus finanzas, sino para alcanzar los objetivos de déficit público a corto plazo acordados con la Comisión Europea y el resto de la Troika. Todavía más, el futuro previsible del sistema público de pensiones es claro: pensiones públicas cada vez más reducidas, para que quienes dispongan de ahorros suscriban planes de pensiones privados con aseguradoras y entidades financieras.

En cuanto al ataque brutal a nuestro incipiente Estado de bienestar tampoco se han tenido en cuenta las opiniones de la ciudadanía. Me fijo en el ámbito de la sanidad pública. Aquí hay una tarta muy apetecible para el capital privado, son 70.000 millones de euros en los Presupuestos del Estado. Con la justificación de la consolidación fiscal se despiden médicos, aumentan las listas de espera, y así se deteriora la sanidad pública. Según El Periódico de Aragón, en cuanto a  las listas de espera quirúrgica la Coordinadora Aragonesa por la Sanidad Pública denuncia que, en estos momentos, hay más de 23.000 pacientes solo en Zaragoza. Así lo hicieron público el día 10 de abril a través de un dossier documentado con datos recabados hasta el 31 de diciembre del 2013, en el caso de los hospitales Miguel Servet y Clínico, y febrero del 2014 respecto a las cifras aportadas en Royo Villanova y el centro Grande Covián. En el Miguel Servet (sector II), hay un total de 6.692 personas esperando ser atendidas. Por su parte, el consejero de Sanidad, Ricardo Oliván, aseguró el pasado 13 de marzo que las cifras de espera quirúrgica se publicarán "antes de la celebración de las elecciones europeas", que tendrán lugar el próximo 25 de mayo. De momento son desconocidas. Eso sí se está derivando operaciones quirúrgicas a clínicas privadas.

Es evidente que todas estas medidas brutales que están provocando tanto daño a la ciudadanía, para beneficio de una minoría no iban en ningún programa electoral, incluido el del Partido Popular. Todavía más, es que el señor Rajoy antes de llegar a la Moncloa nos decía por activa, por pasiva y perifrástica que ni abarataría el despido, ni rebajaría las pensiones, y que había unas líneas rojas que nunca sobrepasaría: el gasto en educación, sanidad, y asistencia social.  Pocas veces en nuestra historia tan pocos han engañado tanto y tantas veces a más personas. Una sociedad sana, con temple, con coraje hace ya tiempo que hubiera explotado. Pues no. 

Hago una advertencia a toda esta cuadrilla de desalmados que nos gobiernan. Como señalan Lourdes Benería y Carmen Sarasúa, según la Corte Penal Internacional, crimen contra la humanidad es "cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil". Situaciones como las que ha generado la crisis económica han hecho que se empiece a hablar de crímenes económicos contra la humanidad. Actualmente a los responsables de las políticas de ajuste, como por ejemplo el retrasar mamografías u operaciones de corazón, se les podría inculpar en un futuro del delito de crímenes contra la humanidad, porque esas políticas producen daños gravísimos directos y también indirectos a grandes masas de población, que se conocen de antemano y a pesar de ello los ejecutan con premeditación y además para beneficio de una minoría.

Termino también con unas palabras de Tony Judt que al leerlas me dejaron profundamente dolorido e impresionado. En los Agradecimientos del libro Algo va mal “Mis hijos, Daniel y Nicholas, son adolescentes con vidas ajetreadas. Sin embargo, han encontrado tiempo para hablar conmigo sobre los muchos temas que se cruzan en estas páginas. De hecho, gracias a nuestras conversaciones de sobremesa me di cuenta realmente de lo mucho que a la juventud de hoy le preocupa el mundo que le hemos legado y los medios tan inadecuados que les hemos proporcionado para mejorarlo.

A la juventud le preocupa el mundo, pero carecen de medios para mejorarlo