sábado. 20.04.2024

La irrupción de Vox es una consecuencia de que el fascismo no fue vencido en España

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¿Cómo es posible que en unas elecciones generales un partido de extrema derecha, como VOX, saque 24 diputados: le voten 2.677.173  de españoles; el 10,26%? ¿Y en las europeas del 26-M, 1.388.681; el 6,20%; 3 eurodiputados? Son unos resultados espectaculares. Y según todas las encuestas en las próximas generales del 10-N se va a convertir en la tercera fuerza política, doblando el número de escaños. 

Las elecciones funcionan como un mercado, según la ley de la oferta y la demanda. Y es claro que la oferta de VOX ha resultado atractiva para un porcentaje importante de españoles. Merece la pena estudiarla. Para ello, me fijaré en el libro ¿Qué hacer con la extrema derecha en Europa? Uno de sus capítulos está dedicado a VOX  y es de Guillermo Fernández Vázquez, el cual señala que el programa electoral de VOX es comparable al de las formaciones de derecha radical, que irrumpieron en Europa a finales de los años ochenta: autoritarismo en lo moral y neoliberalismo en lo económico.

VOX comparte con los principales partidos de la extrema derecha europea otro rasgo: la voluntad de generar asombro con su comunicación política

VOX mantiene una comunicación frenética, porque pretende crear una marca propia, un perfil, una identidad. Su marca está vinculada a 4 grandes ejes temáticos: Cataluña (la nación española en peligro por sus enemigos), seguridad (relacionada a la libertad de las personas para defenderse de sus agresores, sobre todo extranjeros), reivindicación de la tradición (en lo que concierne al modelo de familia patriarcal, machismo, matrimonio, aborto, eutanasia, y en el modo de relacionarse con los animales y usos del mundo rural), y apuesta por un neoliberalismo económico, con políticas de desregulación y privatizaciones económicas del sistema público de pensiones, sanidad y educación.

Además actúa como un partido nicho. Tales partidos tienen 3 características: rechazan la orientación tradicional de la política basada en la clase social; intentan superar la línea de división política entre izquierda-derecha; se diferencian ulteriormente mediante la limitación de los asuntos a los que apelan. Para abrirse paso hay que priorizar un tema, luego ya serán otros. Así se lo recomendó Nicolás Bay (líder de la delegación del Frente Nacional en el Parlamento europeo) a VOX en mayo de 2018. Y este tomo muy buena nota. La cuña por la que ha penetrado en el debate político español tras cinco años de existencia es la defensa de la unidad de España en peligro. Aparece como una fuerza de choque contra los enemigos de España y a favor de la revitalización de una idea de España trágicamente olvidada. Abascal en el reciente debate expresó muy clara tal idea.

En relación con el carácter de partido-nicho, VOX comparte con los principales partidos de la extrema derecha europea otro rasgo: la voluntad de generar asombro con su comunicación política. O sea, la provocación como estrategia para existir, como táctica política. Esta táctica con tres objetivos: gozar de una presencia constante en los medios, marcar la agenda política, y condicionar el debate político y dar la batalla cultural a la izquierda. Con ello se pretende indignar a los sectores progresistas y descolocar a la derecha. Son ejemplos, las controversias suscitadas por VOX sobre la ilegalización de los partidos independentistas y los que no renuncien al marxismo. La aparición de Abascal con el casco de los Tercios de Flandes o el vídeo en que aparece a caballo, mitad Quijote, mitad capitán de la Reconquista. El rechazo a emplear el término «violencia machista» negando las cifras de los servicios públicos de asesinatos de mujeres a manos de sus parejas. Las palabras de Ortega Smith sobre las Trece Rosas. Elige librar todas las batallas culturales al neoliberalismo progresista, según lo define Nancy Fraser. En definitiva, se habla de lo que Vox quiere y consigue que no se hable de aquello que es más débil.

Según Marcos Roitman Rosenmann, con 24 diputados y una escasa representación en las comunidades autónomas y ayuntamientos, decide los destinos de la derecha española. Lo acabamos de ver en el gobierno de la Comunidad de Madrid y antes el de la Comunidad de Andalucía. Marca la agenda y cohesiona el ideario de conservadores, liberales, democristianos, franquistas, nacional católicos y falangistas. La fuerza de VOX es suma de factores que va de la sucesión de Aznar por Rajoy en el PP, la crisis catalana, la emergencia de Ciudadanos y Podemos, hasta la crisis económica de las hipotecas basura.

Sigue diciéndonos Guillermo Fernández Vázquez  que lo primero que se debería hacer es abandonar esa mirada moral, extendida en medios de comunicación y partidos de izquierda, que se escandalizan continuamente, dicen qué barbaridad y además se creen superiores. Hay que analizar los motivos por los que a VOX le va bien. Después, aunque esto es un tabú, hay cosas que está haciendo no diría bien, pero sí eficazmente. Reflexionemos sobre cuáles son. Además, quizás sus adversarios, entre los que se encuentran los partidos de izquierda, están haciendo cosas mal a la hora de relacionarse con VOX. Y estudiar, comprender cuál es su estrategia, cuáles son sus divisiones y sus debates internos.

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La izquierda muchas veces tiende a enfatizar aquellas cosas de VOX que le hacen menos daño, como son las de la batalla cultural: la violencia de género, los homosexuales, los toros o la caza. Lo que en realidad le puede hacer más daño es lo relacionado con cuestiones semiocultas en su programa electoral. Por ejemplo, su implantación de un sistema mixto de pensiones, es decir, privatizar las pensiones, como se hizo en el Chile de Pinochet. ¿Esto lo conocen los jubilados que le votaron?  Una parte de su campaña se ha centrado en el campo, la España vacía, los agricultores y los ganaderos. Claro, pero VOX propone un Plan Hidrológico Nacional igual que el de Aznar en el año 2001-2002, que perjudicará a los agricultores de Aragón y Castilla La Mancha. ¿Igualmente esto lo conocen los agricultores aragoneses y castellano-manchegos que le votaron? El brutal desarme fiscal que imposibilitará el mantenimiento del Estado de bienestar. ¿Esto lo conoce la ciudadanía española? Eso sí, le hace daño. Y la izquierda no lo utiliza, lo que demuestra su ineptitud política. Le regala a Vox todo el campo de juego. En el debate electoral nadie le atacó por este flanco.

Mientras la izquierda dice “vamos a combatir el fascismo”, los de VOX apelan a emociones profundas, tradiciones diarias y ancestrales, instintos territoriales y símbolos identitarios

Igualmente me parece muy interesante una posible estrategia política desde la izquierda para combatir a VOX, la expresada por Pascual Serrano en su artículo Convencer en lugar de combatir. El verbo no es “combatir”, si los criminalizamos, insultamos, despreciamos, solo conseguiremos que se cierren en su mundo falso y equivocado. Si gritamos nuestro odio hacia ellos ya no podemos acusarles de ser ellos los que odian. Según Carolin Emcke, el odio solo se combate rechazando el contagio. Hacerle frente con más odio es lo que quienes odian quieren. Sus dirigentes son miserables, pero a sus votantes debemos convencerles, explicarles, mostrarles las mentiras con las que les han engañado. Los votantes de VOX están convencidos que el franquismo mejoró las condiciones sociales de la gente y no asesinó a miles de españoles, pero es lo que hemos permitido que se dijera en nuestras televisiones últimamente. Todo vale por la audiencia. No se les dice como señala en este mismo medio Edmundo Fayanas en su artículo Franco y la Historia, cosas como las siguientes: “Algunos nos dicen que Franco hizo pantanos y que gracias a eso tenemos agua. Hace falta ser lerdo para decir estas cosas. Sin embargo, vean un pequeño detalle de la historia de Franco.  Entre los años 1953 y 1962, hubo una pandemia de polio en España, que costó la muerte de más de dos mil niños y afectó a más de 35.000 niños, entre los que me encuentro, debido a que Franco se negó a comprar la vacuna contra la polio y que la inmensa mayoría de los países europeos daban a sus habitantes. Cabe mayor vergüenza que oír a la familia Franco gritar “Viva España” y cantar “el Cara al Sol”, cuando todos ellos viven a cuerpo de rey gracias al saqueo del país de su abuelo”.

Cuanto más insultemos a los votantes de VOX más seguros, cercanos y acogidos se sentirán entre ellos mismos. Mientras la izquierda dice “vamos a combatir el fascismo”, palabra vacía, los de VOX apelan a emociones profundas, tradiciones diarias y ancestrales, instintos territoriales y símbolos identitarios; y a que creen que les roba el inmigrante. Combatir suena más fácil que convencer, pero cuando no se está en una guerra armada, si se tiene la razón es mejor usarla para convencer. Tenemos vecinos, familiares y compañeros de trabajo a los que les han engañado, que no saben cómo afrontar sus miedos e inseguridades, o que no les hemos dado suficientes argumentos para sacarles de las emociones tribales y primarias que otros les han sembrado. Sus votos valen tanto como los nuestros, así que más vale que les convenzamos para que adopten otros valores para hacer frente a los problemas y cambien sus votos.

Creo que por lo expuesto es muy claro que la estrategia desde la izquierda para combatir a VOX es totalmente errónea. Pero de esta irrupción exitosa de la extrema derecha en España una gran parte de la responsabilidad está en la derecha española, del PP y de Cs, que no ha tenido inconveniente en recurrir a VOX para alcanzar el poder e incluso compartirlo con el, y así lo  han legitimado y normalizado. Quizá peque de ingenuo al creer que la derecha democrática española establecería un cordón sanitario frente a VOX, como en democracias más asentadas como la francesa y la alemana. En Francia y Alemania son conscientes del peligro de ignorar la Historia. Saben qué significa el fascismo. La enseñanza de la Historia es que la responsabilidad de cribar y marginar a los partidos antidemocráticos recae más bien en los partidos democráticos y en sus líderes: los guardianes de la democracia. Eludiendo toda alianza o pacto con partidos antidemocráticos. Tales alianzas o pactos son devastadores a la larga y benefician al advenedizo. Para Juan J. Linz en La quiebra de las democracias, la defunción de muchas de ellas puede deberse a la «afinidad mayor que un partido orientado al mantenimiento del sistema muestra con los extremistas que están a su lado en el espectro político que con los partidos moderados del sistema al otro lado del extremo». Aislar a los partidos antidemocráticos, en lugar de legitimarlos. Para ello, evitar actos que contribuyen a «normalizarlos», como los mítines conjuntos de los conservadores alemanes con Hitler en la década de 1930. Cabe recordar la concentración de la Plaza de Colón. Y cuando los partidos antidemocráticos se postulan como serios contrincantes electorales, los partidos democráticos deben forjar un frente común. De nuevo Linz, deben mostrar su «voluntad de unirse a grupos ideológicamente distantes pero comprometidos a salvar el orden político democrático». En circunstancias normales, esto es inconcebible. Los votantes de cada partido se enfurecerían. Pero, en circunstancias excepcionales, un liderazgo valiente pone la democracia por delante del partido.

La situación de España en relación con el fascismo es anómala. El contraste con el resto de Europa es desolador. Mas, todo tiene una explicación. Evidentemente que son distintas la Guerra Civil y el Holocausto, pero en ambos casos hubo víctimas inocentes que piden justicia. Además la Guerra Civil fue el preámbulo de la Segunda Guerra Mundial y hubo un vínculo entre ambas. Lo específico del caso español es que, a diferencia de lo ocurrido en otros países, aquí el pueblo luchó, murió y mató por defender la República, es decir, por luchar contra el fascismo. Esto no ocurrió en Alemania, donde Hitler subió al poder a través de las elecciones. O en Italia, donde Mussolini realizó su entrada triunfal en Roma. O en Francia, donde, con un ejército muy superior al español, la lucha contra el fascismo duró dos semanas. Esa es la gran diferencia entre España y Europa. En Europa gracias a que el fascismo fue vencido, se hizo posible un juicio legal a los criminales y el desarrollo de una memoria histórica. En España, sin embargo, la República fue derrotada dos veces: por el fascismo y por los aliados, como decía Indalecio Prieto, cuando pedía que los aliados consumaran el plan de liberación de Europa del fascismo. Y, por ello, en España como el fascismo al no ser vencido y así no ser posible un juicio legal a los criminales,  sigue vigente en amplios sectores de la sociedad española, que se sienten representados por un partido de extrema derecha como es VOX.

La irrupción de Vox es una consecuencia de que el fascismo no fue vencido en España