viernes. 19.04.2024

Mi homenaje a Antonio Machado

Hemos perdido la guerra. Pero humanamente, no estoy tan seguro… Quizá la hemos ganado".

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Antonio Machado: Hemos perdido la guerra. Pero humanamente, no estoy tan seguro… Quizá la hemos ganado".

Los dos personajes más representativos de la II República, una de las ocasiones perdidas de nuestra Historia, de mayor nivel intelectual, político y con un sentido de la ética más desarrollado, además de profundamente españoles, les dolía profundamente España, fueron: Manuel Azaña y Antonio Machado. ¡Qué paradoja más cruel! Mientras los cuerpos de ambos permanecen enterrados fuera de España, el del mayor genocida de la Historia, reside todavía en un Mausoleo para su exaltación en el centro de nuestra España, como muestra palpable e insultante de la debilidad de nuestra democracia. Y luego pretendemos dar lecciones de democracia urbi et orbe.

Pero estas líneas van dedicadas a Antonio Machado con motivo del 80 aniversario de su muerte. No quiero detenerme en exceso en sus vicisitudes biográficas ya muy conocidas. Sí quiero recordar su huida hacia Francia junto con su madre anciana, a la cual le engañaba diciéndole que iban hacia Sevilla. Pauline Quintana, la propietaria del hotel Bougnol Quintana en Colliure, su última estancia antes de su muerte, contó la anécdota que un día, al ver que los dos hermanos, José y Antonio, bajaban por separado a desayunar y preguntar la razón, le dijeron que sólo disponían de lo puesto, y que cuando lavaban una de las camisas al no tener de repuesto esperaban que el otro regresara para cambiarse. Murió ligero de equipaje, como expresó en su poema Retrato:

“Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje
,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Como profesor de Historia no soy experto en temas literarios, lo que no es óbice a que valore muchas de sus poesías, algunas de ellas son ya inmortales. Una de ellas, la primera que pude conocer y entender en mi escuela de niño sin ningún problema por su vocabulario sencillo, no en vano se consideraba poeta del pueblo, es la del poemario Soledades. Galerías. Otros poemas.

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín…”

Fue todo un ejemplo de intelectual implicado en un proyecto político. Alzó la voz con valentía y sin miedo, cuando vio amenazadas democracia y legalidad, aunque ello le supusiera abandonar su tierra profundamente y también la muerte. Compromiso hasta el final. Jamás buscó, aun pudiendo hacerlo, mantenerse al margen de la brega política concreta-, por ello su aceptación expresa, incondicional y rotunda de la lógica impuesta por aquellos que anteponían la victoria -la supervivencia de la República- a la revolución espontánea e inmediata:

“Respeto todas las ideologías en quienes sinceramente las profesan. Pero de ningún modo puedo simpatizar con campañas políticas que pretendan mermar el prestigio del Gobierno actual, porque, como he dicho más de una vez, vivimos en días de guerra y de tormenta, y, en estos días, los capitanes y pilotos, cuando están en sus puestos, deben ser sagrados…”

Pocos han conocido tan bien el alma española. Alma que en el fondo sigue igual. Por ende, a la hora de describirnos sus palabras siguen siendo de plena actualidad. Veamos claros ejemplos.

De su libro publicado en 1936 Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo, voy a exponer una serie de reflexiones:

“Preguntadlo todo, como hacen los niños. ¿Por qué esto? ¿Por qué lo otro? ¿Por qué lo de más allá? En España no se dialoga porque nadie pregunta, como no sea para responderse a sí mismo. Todos queremos estar de vuelta, sin haber ido a ninguna parte. Somos esencialmente paletos”.

Las palabras que siguen son todo un alegato hacia la política, tan denostada en estos momentos, que en cierta manera es una reminiscencia del franquismo. Y en esa defensa a ultranza de la política insta a que los jóvenes se impliquen en ella. Realmente es de un calado impresionante:

“La política, señores, es una actividad importantísima. Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino el desdeño de la política mala, que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y, naturalmente, contra vosotros. Solo me atrevo a aconsejaros que la hagáis a cara descubierta… Y a quien os eche en cara vuestros pocos años bien podéis decirle que la política no ha de ser necesariamente cosa de viejos. Hay movimientos políticos que tienen su punto de arranque en una justificada rebelión de menores contra la inepcia de los sedicentes padres de la patria…Hasta las madres os pudieran aconsejar: “Toma el volante, niño, porque estoy viendo que tu papá nos va a estrellar a todos-de una vez- en la cuneta del camino”.

Y en estos tiempos de la posverdad resultan no menos premonitorias estas palabras:

“Se miente más que se engaña; y se gasta más saliva de la necesaria…Si nuestros políticos comprendieran bien la intención de esta sentencia, ahorrarían las dos terceras partes, por lo menos, de su actividad política”.

Otra reflexión más del Juan de Mairena, es una fuente inagotable de reflexiones, que me ha impresionado y que demuestra además un extraordinario conocimiento de nuestra historia, una sorprendente visión profética de nuestro futuro. Es para leerla despacio, con calma y para rumiarla:

“En España —no lo olvidemos— la acción política de tendencia progresista suele ser débil porque carece de originalidad; es puro mimetismo que no pasa de simple excitante de la reacción. Se diría que sólo el resorte reaccionario funciona en nuestra máquina social con alguna precisión y energía. Los políticos que deben gobernar hacia el porvenir deben tener en cuenta la reacción a fondo que sigue en España a todo avance de superficie. Nuestros políticos llamados de izquierda —digámoslo de pasada— rara vez calculan, cuando disparan sus fusiles de retórica futurista, el retroceso de las culatas, que suele ser, aunque parezca extraño, más violento que el tiro”.

No menos actuales son en estos momentos de tanta bandera, de tanta patria, de tanta exaltación nacionalista para ocultar problemas diversos: corrupciones, destrozos del Estado de bienestar, paro, desahucios, pobreza energética… Y por supuesto, por réditos electorales.

“La patria, decía Juan de Mairena, es en España un sentimiento sencillamente popular, del cual suelen jactarse los señoritos. En los trances más duros, los señoritos la invocan y la venden, el pueblo la compra con su sangre y no la menta siquiera”.

De su obra Proverbios y Cantares:

“De diez cabezas, nueve embisten y una piensa. Nunca extrañéis que un bruto se descuerne luchando por la idea». O «Tu verdad no; la verdad; y ven conmigo a buscarla”.

Y en una de sus últimas entrevistas, concedida al poeta soviético Ehrenburg, en diciembre del 38, declara:

"Para los estrategas, para los políticos, para los historiadores, todo esta claro: hemos perdido la guerra. Pero humanamente, no estoy tan seguro… Quizá la hemos ganado".

Yo no tengo ninguna duda que la guerra verdaderamente la ganó Machado. Como escribió el novelista aragonés José Giménez Corbatón en su extraordinario artículo Colliure-, 1939-2009, con motivo del setenta aniversario de la muerte de Antonio Machado:

“Decía Juan de Mairena que “el hombre es el animal que usa relojes”. Franco quiso parar el reloj de la historia para aquellas mujeres y hombres, niños, jóvenes y ancianos que cruzaron la frontera hacia un destino incierto. Franco sabía de correajes, de cañones y de muerte. Pero no de relojes. No sabía que el suyo nacía parado, sin ni siquiera historia que detener, sin historia. La historia que vale la pena considerar es la que hace avanzar a los pueblos. Franco no es digno de consideración”.

Mi homenaje a Antonio Machado