viernes. 29.03.2024

Al gobierno actual y a sus técnicos-asesores: gracias

Al gobierno actual y a los técnicos-asesores que tratan de hacer frente a esta pandemia, hay que darles las gracias. Sí, lo digo con contundencia. Asumo que esto pueda ser impopular. Pero, antes de lapidarme, ruego que me dejen explicar. 

El Gobierno de Pedro Sánchez ha tenido que afrontar muy solo una pandemia mundial brutal, desconocida e imprevisible. Ha tenido que tomar medidas urgentes. No le ha temblado el pulso, al declarar el estado de alarma, el confinamiento de la población, las fases de la desescalada, etc. Y un escudo social para socorrer las necesidades económicas  de muchos españoles propiciadas por la parálisis o ralentización de la economía.Desde los Ertes, ayudas a los autónomos, prohibición de desahucios y cortes de luz, y ahora la Ingreso Mínimo Vital para ayudar a las familias más desprotegidas. Ha liderado lo imposible: gestionar una crisis terrible sin manual de instrucciones,  todo ello con una derecha política y mediática al acoso y derribo, que ha utilizado los muertos como munición.

Le recuerdo a algún  patriota despistado y malintencionado que la posición de PNV, ERC o EH-Bildu y últimamente Ciudadanos, ha sido y es mucho más responsable y con un mayor sentido de estado que la de ambas derechas, cada vez más difícil de diferenciarlas, y que no parecen darse cuenta de la trascendencia del momento.  Igualmente los medios de tirada nacional de Cataluña, como El Periódico o La Vanguardia han tenido un mayor sentido de estado que los capitalinos, como el ABC, La Razón, El Mundo, e incluso, El País.

Derechas que han movilizado a una parte de la ciudadanía, que transgrede las normas mínimas de salud impuestas en cuarentena, y que busca hacerse notar. Esta ciudadanía de las cacerolas  no ha participado de los aplausos que la población mayoritariamente expresaba día tras día a las 20 horas  ni ha apoyado a la sanidad pública. No va con ellos, lo que no le impide monopolizar el patriotismo. Ha circulado en la Red una imagen, en la que varios de estos patriotas envueltos en banderas y con sus cacerolas en ristre pasan por delante de un contenedor  donde está rebuscando un indigente, al que indiferentes, ni lo ven. ¡Vaya patriotismo de farfolla! No tienen conciencia social ni sentido alguno del bien común, les mueve el egoísmo, el odio y la avaricia. Reclaman su libertad, la de los otros se la trae al pairo. Por si no fuera ya bastante esta copiosa y fortísima oposición, se han sumado a ella enfervorizados sectores con mucho poder en la Guardia Civil y la Justicia. Realmente se lo están poniendo difícil a Pedro Sánchez.

Insisto gracias al gobierno y sus técnicos asesores, que lo han hecho lo mejor que han podido, como en Francia, Italia, etc.  Y mucho mejor que en otros países como los Estados Unidos o Brasil. De eso no tengo la menor duda. Políticamente el Covid-19 derribará muchos gobiernos en todo el planeta, pero las presuntas malas gestiones de este gobierno-en todo caso habrá que juzgarlas después, no ahora en medio de la pandemia- no deben ocultarnos que los políticos son, hasta que alguien demuestre lo contrario, seres humanos mal pagados por el volumen de responsabilidad y riesgo que les exigimos y sobre todo, en estos momentos tan críticos.Resulta muy  fácil y gratuito lapidarlos a partir de nuestra tendencia política guiada más por la visceralidad que por la racionalidad, y también cuesta mucho, por impopular, agradecerles los servicios prestados.Tomar decisiones muy complicadas sobre la marcha, que afectan a la salud  de más 47 millones de españoles es muy complicado y de mucho riesgo. Como también tomar medidas para salvaguardar los servicios esenciales y la economía del país. Todavía más, cuando son conscientes de que sus decisiones serán denunciadas ante tribunales predispuestos a admitirlas, como estamos constatando con la denuncia de la manifestación del 8-M,  que les pueden suponer penas diversas.

Todo este contexto de presión política, mediática, ciudadana y también de la Guardia Civil y de la Justicia tiene que provocar unas secuelas profundas a nivel físico y psíquico en los miembros del gobierno, y sus asesores, que están dirigiendo la política española en estos momentos. Secuelas que estamos observando ya en aquellos que día tras día ante los medios están dando la cara, como Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Salvador Illa y Fernando Simón. Pedro Sánchez ha tenido y tiene que escuchar en el Parlamento, en los medios y en sectores de la calle, términos desde golpista, filoetarra, asesino y criminal. Pablo Iglesias al que se le acusa de ser responsable de las muertes de ancianos en las Residencias. ¡Qué nivel de maldad! Salvador Illa tiene que soportar en la Comisión de Sanidad en el Congreso de los Diputados sin perder la compostura los insultos de indecente y falta de humanidad  por parte del ínclito diputado del PP por Ciudad Real, Juan Antonio Calleja . ¡Vaya catadura moral ¡. Y en cuanto a Fernando Simón, los ataques son de una crueldad difícil de superar.

En los países con democracias maduras y avanzadas, como en nuestro contexto europeo, se valora la importancia de los altos funcionarios, y por ello existe un consenso político de preservarlos de la presión política. Así se protegen las instituciones. A los funcionarios se les trata con gran respeto. Además el acceso a estos puestos altos de la administración no es tarea fácil, hay  que superar unas durísimas y trasparentes oposiciones ampliamente concurridas y, que garantizan un gran conocimiento en la materia de que se trate. Esto asegura que tengan una preparación y capacidad objetivamente alta y que sirven al Estado, independientemente de si gobiernan unos u otros.  Y por ello, no se les somete a un acecho, en una especie de caza de brujas, como  al que los Abascal, Casado, El Mundo, el Abc  están sometiendo a Fernando Simón y a  todos los servidores públicos que están tomando las medidas a nivel sanitario en el desarrollo de esta pandemia.

Quienes de verdad respetan al Estado no estigmatizan  a sus funcionarios públicos,  acusándoles ante la opinión pública de  “presuntos culpables”, “presuntos expertos”, o insinuando que instigan prácticas dictatoriales comunistas. Ni tratan de conocer los nombres de quienes  elaboran informes sanitarios  en estos tiempos que existen tantos descerebrados en las redes y en la calle, que pueden llevar a cabo cualquier locura. Si se duda de su profesionalidad se hace un grave daño a nivel institucional.  Tendríamos  que ser  suficientemente comprensivos  con ellos, ya que se están dejándose la piel, de forma poco agradecida, en medio de una grandísima crisis sanitaria y bajo una gran tensión. Por ello, todas estas circunstancias podrían  propiciar que desanimados y hartos tirasen la toalla al concluir que tanto esfuerzo no merece la pena.

Termino recurriendo a unas palabras del conde de Romanones: “Quien no sabe salir de las dificultades, quien carece de recursos para hacer frente a momentos graves y difíciles, quien carece de sentido práctico, no pretenda ser gobernante”. Ni que decir tiene que Sánchez  está demostrando tener suficientes recursos para hacer frente a momentos graves y difíciles, como son los de esta pandemia y sus secuelas.

Al gobierno actual y a sus técnicos-asesores: gracias