viernes. 19.04.2024

El ejemplo de auténticos intelectuales

Tony Judt nos dice que entre las transformaciones de las últimas tres décadas, la desaparición de los “intelectuales” quizá sea la más sintomática.

Tony Judt en su extraordinario libro Sobre el olvidado siglo XX nos dice que entre las transformaciones de las últimas tres décadas, la desaparición de los “intelectuales” quizá sea la más sintomática. El siglo XX fue el siglo del intelectual. Término que a comienzos del XX empezó a usarse despectivamente, y que describió desde el principio a hombres y mujeres del mundo de la cultura, la literatura y las artes que se dedicaban a debatir y a influir en la opinión y la política públicas. El intelectual estaba comprometido con un ideal, un dogma y un proyecto. Los primeros intelectuales fueron los escritores que defendieron al capitán Alfred Dreyfus. En el libro citado Judt comenta la obra de importantes intelectuales del siglo XX como: Arthur Koestler, Primo Levi,  Albert Camus, Hannah Arendt, Louis Althousser, Eric Hobsbawm, Leszek Kolakowski…

El mismo Tony Judt en su breve pero enjundioso libro Algo va mal, que todo aquel que se autoproclame “socialdemócrata” debería leer y servirle de motivo de reflexión profunda,  nos dice que en décadas más recientes la disconformidad ha estado estrechamente relacionada con los intelectuales, que en nuestro tiempo se caracteriza por hablar y escribir a contrapelo de la opinión pública. Desgraciadamente, los intelectuales contemporáneos han mostrado muy poco interés serio en los aspectos clave de la política pública, mientras que han intervenido o protestado sobre cuestiones definidas éticamente en las que las opciones estaban más claras. Este hecho ha dejado los debates sobre la manera en que debemos gobernarnos, en manos de especialistas políticos y think-tanks, en los que rara vez tienen cabida opiniones no convencionales y el público queda prácticamente excluido. Yo añadiría que les hemos dado cancha a los tertulianos, que saben y pontifican de todo, sea de economía, política nacional o internacional.

Lo expuesto hasta aquí, serviría de justificación más que suficiente para un largo y prolijo debate, que por la extensión de estas líneas tengo que omitirlo. Con lo que si quiero quedarme es con la definición expuesta en el párrafo anterior de intelectual que se caracteriza por hablar y escribir a contrapelo de la opinión pública. De acuerdo con ella me referiré a tres intelectuales españoles.

El primero es Juan Carlos Monedero, del que pude conocer su obra por el prólogo extraordinario que redactó para el libro de Boaventura de Sousa Santos El Milenio huérfano. Ensayos para una nueva cultura política. Posteriormente le leí con auténtica fruición sus libros:

1º) La Transición contada a nuestros padres. Nocturno de la democracia española;

2º) El gobierno de las palabras: Política para tiempos de confusión; y por último el

3º) Curso urgente de política para gente decente.

Los tres me han servido para tener una visión más amplia y crítica sobre la realidad política, social, económica, a la que estamos sometidos, y que la mayoría social asume que es irreversible. Para mí, además de para Pablo Iglesias, es un intelectual, por lo que resultan obvias sus dificultades para moverse con plena libertad dentro de los límites del aparato orgánico de un partido político. De ahí su renuncia reciente a un puesto orgánico dentro de Podemos. Como prueba de intelectual de verdad, sirva el comentario del mismo Monedero relacionado con su libro sobre la Transición: Alguna de las ideas centrales de este trabajo las presenté en 1992, al regresar de Alemania, en el Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Esta facultad fue en su tiempo la que artículó la visión oficial de la Transición, al coincidir allí profesores de la talla de Ramón Cotarelo, José María Maravall, Elorza, Álvarez Junco, Reig Tapia.. todos ellos acreedores de la construcción de la Transición como un modelo perfecto a imitar. Ni que decir tiene que la recepción de mi visión crítica y beligerante sobre la Transición fue de todo menos amable…

Recientemente hemos podido escuchar con gran regocijo el discurso de otro intelectual, plenamente comprometido y referente para todo espíritu crítico, Juan Goytisolo, en la Ceremonia de entrega del Premio Cervantes 2014. Realmente impresionante. Decir lo que ha dicho ante todo un conjunto de autoridades es algo que está al alcance de muy pocos. Ver las caras de algunos dirigentes del PP como Ignacio González, José Ignacio Wert, teniendo que aguantar carros y carretas mientras pronunciaba su discurso, para mí fue un auténtico gozo  No me resisto a reflejar alguno de sus párrafos más jugosos.

“Mi condición de hombre libre conquistada a duras penas invita a la modestia. La mirada desde la periferia al centro es más lúcida que a la inversa y al evocar la lista de mis maestros condenados al exilio y silencio por los centinelas del canon nacionalcatólico no puedo menos que rememorar con melancolía la verdad de sus críticas y ejemplar honradez..”

“En vez de empecinarse en desenterrar los pobres  huesos de Cervantes y comercializarlos tal vez de cara al turismo como santas reliquias fabricadas  probablemente en China, ¿no sería mejor sacar a la luz los episodios oscuros de su vida tras su rescate laborioso de Argel?

“El panorama a nuestro alcance es sombrío: crisis económica, crisis política, crisis social. Según las estadísticas que tengo a mano, más del 20% de los niños de nuestra Marca España vive hoy bajo el umbral de la pobreza, una cifra con todo inferior a la del nivel del paro. Las razones para indignarse son múltiples y el escritor no puede ignorarlas sin traicionarse a sí mismo. No se trata de poner la pluma al servicio de una causa, por justa que sea, sino de introducir el fermento contestatario de esta en el ámbito de la escritura…

Este discurso de Goytisolo me recuerda el de de Gervasio Sánchez en la entrega de los premios Ortega y Gasset de fotografía 2008, pronunciado ante la presencia de la Vicepresidenta del Gobierno de Rodríguez Zapatero, María Teresa Fernández de la Vega, varias ministras y ministros, exministros del Partido Popular, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, el Alcalde de Madrid, el Presidente del Senado , del que extraigo algunos párrafos:

“Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi. Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.

Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.

Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.

Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.

Pero como Martín Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.

Muchas gracias”

El ejemplo de auténticos intelectuales