viernes. 19.04.2024

El capitalismo no da más de sí

El Informe de Oxfam Intermón estima que 21 billones de dólares se escapan cada año al control del fisco a nivel mundial...

 

El artículo que he escrito en esta ocasión ha sido propiciado por un Informe de Oxfam Intermón, que refleja una insultante y vergonzosa desigualdad económica en el mundo actual. Nada más leerlo me he sentido muy mal, como supongo que también les habrá ocurrido a la gran mayoría, aunque no faltará algún cenutrio, auténticas cabezas cuadradas, sin ninguna huella de sensibilidad humana, que tal estado de cosas lo consideren normal, de acuerdo con el criterio neoliberal de que cada uno tiene lo que se merece. Como dice Boaventura de Sousa Santos en la Segunda Carta a las Izquierdas, los neoliberales pretenden desorganizar el Estado democrático a través de la inculcación en la opinión pública de la supuesta necesidad de varias transiciones. Una de estas transiciones: de la responsabilidad colectiva a la responsabilidad individual. Según los neoliberales, las expectativas de la vida de los ciudadanos derivan de lo que ellos hacen por sí mismos y no de lo que la sociedad puede hacer por ellos. En la vida tiene éxito quien toma buenas decisiones o tiene suerte, y fracasa quien toma malas decisiones o tiene poca suerte.

Lo he dividido en tres partes. La primera, refleja los datos más llamativos del Informe con algún breve comentario personal. La segunda es una explicación de las causas de esta situación, para lo que recurro al gran maestro de historiadores, Josep Fontana y al gran filósofo Zizek. La tercera consiste en una reflexión personal sobre el futuro del sistema capitalista.

El Informe de Oxfam Intermón, titulado Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad económica indica que en la actualidad, el 1% de las familias más poderosas acapara el 46% de la riqueza del mundo; y en España, las 20 personas más ricas poseen una fortuna similar a los ingresos del 20% de su población más pobre. El título es ya muy expresivo y clarificador. Se gobierna para las élites en lugar de para el pueblo, o lo que es lo mismo, la democracia está secuestrada, y como corolario, desigualdad económica. Tampoco supone el Informe nada nuevo bajo el sol, ya que es una realidad clara en nuestra sociedad.

Especifica que en los últimos años las políticas van e la dirección de beneficiar a los que más tienen. Véase la desregulación y opacidad financieras, la proliferación de los paraísos fiscales -no sé por qué razón no los llamamos “cuevas de ladrones”- sin que tomen medidas los gobiernos para su eliminación; la reducción de impuestos a las rentas de capital más altas, y los recortes en inversión pública o en el gasto social para el rescate de los bancos. "Desde finales de 1970, los impuestos sobre las rentas más altas se han reducido en 29 de los 30 países de los cuales se dispone de datos, por lo que los ricos no sólo ganan más, sino que también pagan menos impuestos".

El director de Oxfam Intermón, José María Vera, afirma que España "no escapa a esta dinámica”. Como en caso de Europa, donde "las presiones de los mercados financieros ha impulsado drásticas medidas de austeridad que han golpeado a las clases baja y media, mientras los grandes inversores se han aprovechado de planes de rescate públicos”. En Estados Unidos, la desregulación financiera ha propiciado que se incremente el capital acumulado por el 1% más rico hasta el nivel más alto desde la Gran Depresión.  En la India, los multimillonarios se multiplicaron  por diez en la última década, "gracias a una estructura fiscal muy regresiva y los contactos con el gobierno". En África, las grandes transnacionales (en particular del sector extractivo) "han aprovechado su influencia para renegociar contratos con condiciones fiscales mucho más ventajosos, limitando la capacidad de estos gobiernos para luchar contra la pobreza".

El informe estima que 21 billones de dólares se escapan cada año al control del fisco a nivel mundial, llevados a paraísos fiscales". Haciendo un inciso a este tema,  la opacidad de estos territorios sirve de tapadera para la especulación, la evasión fiscal y las redes criminales. El libro Paraísos fiscales. Los agujeros negros de la economía globalizada, de José Luis Escario, da un listado de 60 paraísos fiscales, clasificándolos según el nivel de opacidad. Entre un 95-100% de opacidad, 46, de ellos europeos: Suiza, Portugal (Madeira), Gibraltar, Austria, Linchenstein, Luxemburgo, Andorra, Isla de Man, Malta; entre un 75-94%, Chipre, Hungría, Letonia, Mónaco, Bélgica e Irlanda; entre el 40-74%, Holanda y Reino Unido (Londres). Una información exhaustiva sobre estos sumideros putrefactos nos la proporciona también el libro Las cloacas de la economía de Roberto Velasco, que los vincula con la crisis económica y financiera del 2008.

Concluye el Informe, por ello, en la actualidad casi la mitad de la riqueza mundial está en manos del uno por ciento más rico de la población, (110 billones de dólares) y la otra mitad se reparte entre el 99% restante. En Europa, la fortuna de las 10 personas más ricas supera el coste total de las medidas de estímulo aplicadas en la UE entre 2008 y 2010 (217.000 millones de euros frente a 200.000 millones de euros). Los datos son apabullantes.

Aunque ya el mismo título del Informe Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad económica, explica el porqué de esta desigualdad, que es un insulto a la inteligencia, a la racionalidad y a la ética, me parece oportuno recurrir al gran maestro de historiadores, Josep Fontana para explicitar las causas de lo que está ocurriendo, y que, por supuesto, las élites económicas, en connivencia con la clase política, ya que son simples mayordomos del gran capital, no solo no corregirán esta pandemia de desigualdad, es que la seguirán incrementando. Es sabido que las clases poderosas solo han hecho concesiones cuando han tenido miedo  alguna revolución. Ha sido siempre así en la historia. Bismarck fue el primero en poner los seguros sociales para evitar la revolución. Después de la II Guerra Mundial el Estado de bienestar instaurado en el mundo occidental se debió al miedo al socialismo real de la Europa oriental. Tras la caída del Muro de Berlín: ¿a quién tienen miedo las clases poderosas?

Fontana en su conferencia Mas allá de la crisis nos da su versión. Esta redistribución hacia arriba no es el resultado natural del funcionamiento del mercado, como se pretende que creamos, sino el de una acción deliberada. Su origen es netamente político. El primer programa que inspiró este movimiento lo expresó Lewis Powell en 1971 en un “Memorándum confidencial. Ataque al sistema americano de libre empresa”, escrito para la “United States Chamber of Commerce”. Powell advertía: “No se debe menospreciar la acción política. El mundo de los negocios debe aprender la lección que hace tiempo aprendieron los sindicatos y otros grupos de intereses. La lección de que el poder político es necesario; y que hay que usarlo agresivamente y con determinación”.  Este llamamiento a la lucha política tuvo efectos de inmediato en la actividad de las asociaciones empresariales y sobre todo de la “United States Chamber of Commerce”. Estas no solo hicieron grandes campañas de propaganda, sino que acentuaron su participación en las campañas electorales a través de Comités de Acción Política. Los cuantiosos recursos proporcionados por los empresarios explican  que la United States Chamber of Commerce invirtiese en las elecciones norteamericanas de 2010 más que los comités de los dos partidos, demócrata y republicano, juntos. No son sólo donativos para las campañas, sino también pagos por sus servicios a los políticos, como el asegurarles una compensación cuando dejan la política. El conocido efecto llamado “puertas giratorias” Y, sobre todo, de la actuación constante de los llamados “lobbyists”, que atienden las peticiones de los políticos. En 2011 las empresas se gastaron 3.270 millones de dólares en atender a los congresistas y a los altos funcionarios federales. Las 30 mayores compañías gastaron entre 2008 y 2010 más en esto que en pagar impuestos.

Evidentemente el mundo empresarial no son ONGs, si invierten unas cantidades de dinero es para sacar y multiplicar los beneficios. ¡Vaya que sí los han conseguido! Continuando con Fontana. En julio del 2011, Michael Cembalest, jefe de inversiones de JPMorgan Chase, escribía, en una carta dirigida tan sólo a sus clientes, que se conoció porque la descubrió un periodista, que “los márgenes de beneficio han conseguido niveles que no se habían visto desde hace décadas”, y que “las reducciones de salarios y prestaciones explican la mayor parte de esta mejora”. Otro beneficio ha sido la disminución de sus contribuciones al estado. El peso político creciente de las empresas ha conducido a la situación paradójica de que éstas escapen a la fiscalidad por la doble vía de negociar recortes de impuestos y exenciones particulares, y de tener libertad para aflorar los beneficios en paraísos fiscales, donde apenas pagan impuestos. Hay un tercer aspecto de estos beneficios que es la desregulación de las leyes que controlan algunos aspectos de la actividad empresarial.

Todo lo expuesto, las grandes desigualdades, así como los procedimientos utilizados para generarlas,  paradigma de auténticos tramposos,  son un insulto a la inteligencia, a la racionalidad y a la ética. Y por supuesto es todo un ejemplo de deshumanización. Que haya gente con fortunas con cientos de millones de dólares y  a la vez podemos observar cada vez más por calles y plazas de nuestras ciudades a muchas personas pidiendo y con el único refugio de un cajero para pasar la noche, parece algo intolerable.  Mas tampoco debe producirnos extrañeza esta situación, ya que es una consecuencia lógica del funcionamiento del sistema capitalista. Zizek acierta de pleno cuando afirma que Bill Gates, o Slim, no es un genio; es tan solo un oportunista que supo aprovechar el momento y, en su caso, el resultado del sistema capitalista fue demoledor. La pregunta pertinente que deberíamos hacernos no es cómo lo consiguió Bill Gates sino como está estructurado el sistema capitalista, qué es lo que no funciona en él para que un solo individuo pueda adquirir tanto dinero, y, en consecuencia, tanto poder.

La historiografía ha afirmado que para corregir y sanear sus contradicciones el sistema capitalista provoca con una periodicidad de unos 50 años una conflagración mundial. Así ha sido en el siglo XX. A la gran guerra a inicios del siglo XX, siguió otra en su zona intermedia y la cadencia temporal era previsible la siguiente en torno al siglo XXI. Cada una fue más destructiva en pérdidas humanas y materiales que la anterior, aunque también supusieron avances espectaculares de I+D. En cada ocasión el sistema aumentó su eficacia, incrementó su poder y beneficios, y se reafirmó en su convicción de su dominio. Esta visión ahora puede ser errónea. Puede que el capitalismo salte hecho pedazos, no porque sea sustituido por el sistema comunista por el triunfo de la lucha obrera, sino por la locura de la clase capitalista misma, que irremediablemente explotadora, llegaría en su máximo delirio, a la autoexplotación brutal, plasmada en que la riqueza mundial está dividida en dos: casi la mitad está en manos del 1% más rico de la población, y la otra mitad se reparte entre el 99% restante. Así se cumplirían las predicciones de Marx: "El capitalismo lleva en si el germen de su propia destrucción por su insaciable sed de plusvalía y de ganancia.

El capitalismo no da más de sí