jueves. 25.04.2024

Adoctrinamiento de la ideología neoliberal en nuestra escuela

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Nos han acostumbrado en los últimos tiempos con la idea del adoctrinamiento, o incluso, abducción en determinadas escuelas dentro de un territorio del Estado español. Hoy no quiero referirme a este, del que insisto ya nos han hablado abundantemente y a muchos han convencido conspicuos y egregios tertulianos, aunque tengo mis dudas, si lo han hecho con suficiente conocimiento de causa. Voy hablar de otro adoctrinamiento, que pasa desapercibido en el Reino de España, pero que para mí es muy grave. 

Parece conveniente definir con claridad la palabra adoctrinamiento. Según el Diccionario de la Real Academia, adoctrinar es: “Inculcar a alguien determinadas ideas o creencias”. Y esto se realiza  a través de procesos de socialización, mecanismos de control, y prácticas sociales y educativas dirigidas a inculcar determinados valores y formas de pensar para que el sujeto las interiorice, los haga suyos y actúe de acuerdo con ellos. La educación es fundamental a la hora de adoctrinar, para imponer una determinada forma de pensar y de actuar a la ciudadanía. Ya lo dijo Aristóteles en la Política: “Para asegurar la permanencia de los regímenes políticos es muy importante la educación de acuerdo con el régimen. Porque de nada sirven las leyes más útiles, aún ratificadas unánimemente por todo el cuerpo civil, si los ciudadanos no son entrenados y educados en el régimen, democráticamente si la legislación es democrática, y oligárquicamente si es oligárquica…” Por ello, la educación fue vital para la supervivencia y consolidación del régimen surgido del golpe de Estado de 1936. El adoctrinamiento fue total.

La creciente generalización de la deuda marca una vuelta a las relaciones de servidumbre que recuerdan otros tiempos. Ni que decir tiene que es otra dinámica que tiene el capital para explotar y dominar a la gran mayoría de la población

Para legitimarse la dictadura necesitó deslegitimar el régimen del II República. Por ende, lo primero que hizo fue denigrar y desmontar totalmente la escuela republicana. Reorientó la enseñanza basada en el nacional-catolicismo, en la que la Iglesia tuvo un protagonismo fundamental, no en vano había apoyado a la dictadura en la Carta Colectiva de los obispos. Fue un relato maniqueo. La República: anticatólica, antipatriótica, antinacional, anticlerical… sustentada por los enemigos seculares de España: comunismo, masonería, judaísmo, anarquismo, la chusma, las hordas, los rojos… En contraste: los buenos, los nacionales, los españoles, salvadores, héroes, mártires…, sacrificio, divinidad, humanidad… 

Entre los valores de la dictadura estaban: respeto a la autoridad; desprecio de partidos políticos; una libertad sin liberalismo; subordinación de la mujer al hombre; anticomunismo, antisocialismo, antirrepublicanismo y antiliberalismo; defensa de la familia; confesionalidad católica. Y sobre todo, Unidad de Patria y Nación

Hoy estamos, por lo menos eso nos cuentan, en una democracia, y sin embargo se ha impuesto una enseñanza impregnada de los valores del neoliberalismo, auténtico adoctrinamiento, que considera a la democracia superflua, y en todo caso, subordinada al mercado. La libertad de mercado es una necesidad, dijo una vez Hayek; la democracia, una conveniencia. La primera es imprescindible, la segunda es aceptable en tanto no perjudique a la primera. 

Seguiré a  Jaume Carbonell Sebarroja en su libro La educación es política (2019) para explicar en lo fundamental el adoctrinamiento neoliberal en nuestra escuela. Mientras que el adoctrinamiento del franquismo era trasparente, claro, sin ningún tipo de cortapisas, caía como una tempestad, el del neoliberalismo, es mucho más sutil, se precipita como una lluvia fina. Se presenta edulcorado, con eufemismos, bellas palabras vacías de contenido, que esconden auténticas mentiras, ahora se denominan posverdades. El adoctrinamiento del franquismo provenía directamente del Estado, el del neoliberalismo es más diversificado a través de think thanks, medios de comunicación, empresas, familia, y, sobre todo, a través de la escuela. ¿Cómo se forja la subjetividad neoliberal en la escuela? Jurjo Torrés en su libroPolíticas educativas y construcción de personalidades neoliberales y neocoloniales (2017), incluye cuatro dimensiones  de este individuo neoliberal, que se manifiestan de diferentes maneras en el currículo explícito y en el oculto. El Homo economicusque considera el dinero como móvil fundamental de su comportamiento vital. El Homo consumens, obsesionado por el afán consumista, que le lleva a pagar un alto costo para satisfacer necesidades artificiales y totalmente prescindibles. El Homo debitorque se ve precipitado en la necesidad de la deuda como muestra de distinción social y que posibilita la privatización de  nuevos espacios de negocio, como los de los servicios públicos del Estado de bienestar. La importancia de la deuda en el neoliberalismo, la explica muy bien Maurizio Lazzarato en su libro La fábrica del hombre endeudado. ¿Quiénes son los beneficiados de la deuda pública y de los particulares? Estar en deuda se está convirtiendo hoy en la condición general para la vida social. No podemos vivir sin contraer deudas: crédito para estudiar, para el coche, para las vacaciones, hipoteca para el piso… Los préstamos se convierten en los instrumentos para satisfacer nuestras necesidades sociales. Sobrevivimos endeudándonos y vivimos bajo el peso de pagar nuestras deudas. La deuda nos controla, disciplina nuestro consumo, nos impone la austeridad y llega incluso a dictar nuestros ritmos de trabajo y nuestras elecciones. Si tenemos una hipoteca debemos procurar no perder el puesto de trabajo y aceptarlo en cualquier condición. La deuda nos hace responsables y culpables por haberla contraído. Y además se produce una sorprendente paradoja, que aunque estemos endeudados, el sistema capitalista nos anima a consumir sin parar- la máquina tiene que seguir funcionando-, por ello no tiene inconveniente en hacernos nuevos préstamos, con lo que estamos cada vez más encadenados a la deuda. En definitiva, la deuda es una fuente de sumisión para una gran mayoría de la población. Hoy la creciente generalización de la deuda marca una vuelta a las relaciones de servidumbre que recuerdan otros tiempos. Ni que decir tiene que es otra dinámica que tiene el capital para explotar y dominar a la gran mayoría de la población, incluso a los mismos Estados. ¿Para qué se reformó el artículo 135 de nuestra Carta Magna?  

Y en cuarto lugar, el Homo numericusdimensión en que todo se cuantifica y se mide, para prever comportamientos, para emitir diagnósticos y, sobre todo para hacer evaluaciones. Las notas de cada uno son lo importante para competir con el alumno de enfrente, que es ya un enemigo. La educación como inversión financiera se antepone al derecho de la educación; la escuela, el instituto, la universidad como empresa sustituye a la comunidad democrática y solidaria, y el profesario -nuevo término que fusiona los roles de docente y empresarial- sustituye al maestro. Término que ha caído en desuso.

La obsesión enfermiza por la evaluación, uno de los paradigmas más emblemáticos del neoliberalismo, se está imponiendo en las pruebas nacionales e internacionales, como el Informe PISA. Lo verdaderamente importante son los resultados, los rankings para competir y clasificar, que presionan a los centros educativos, y estos se someten, seleccionando a los mejores alumnos y expulsando a los peores. El mercado ha entrado sin concesiones en la escuela, por lo cual esta funciona como un supermercado en el que eligen -los que pueden- las mejores ofertas. Esta situación es catastrófica para una educación democrática impregnada por los valores de solidaridad, por lo que Emilio Lledó dice “La escuela debe crear seres humanos y no ansiosos por competir, por ganarse la vida, que es la forma más fácil de perderla”. En esta educación valores como la solidaridad, la justicia social, la empatía, el reconocimiento del otro, la inclusión no solo no cuentan es que estorban, porque de lo que se trata es destacar sobre los demás, sin reparar en los medios. Lo importante es el individualismo, el egoísmo, la insolidaridad. Es puro darwinismo social. “Espabílate, búscate la vida y no te duermas, porque nadie te va ayudar”.  Es el neoliberalismo con sus secuelas descarnadas.

¿Esta es la sociedad que queremos? Parece que sí, por la falta de respuesta ante esta vorágine neoliberal. Tenía razón Aristóteles. Mas, no deberíamos olvidar que es en nuestra escuela donde se está dilucidando el país que tendremos en el futuro.

Adoctrinamiento de la ideología neoliberal en nuestra escuela