miércoles. 24.04.2024

Bankia tiene futuro

Roosvelt dijo, cuando estaba aplicando las políticas del New Deal para hacer frente al Crac de 1929: “Prefiero rescatar a los que producen alimentos que a los que producen miseria”. Los que han producido la miseria en Bankia no son ni sus trabajadores ni quienes han confiado sus depósitos esa entidad, si no los equipos gestores de alta dirección que han encabezado Miguel Blesa y Rodrigo Rato.

Roosvelt dijo, cuando estaba aplicando las políticas del New Deal para hacer frente al Crac de 1929: “Prefiero rescatar a los que producen alimentos que a los que producen miseria”.

Los que han producido la miseria en Bankia no son ni sus trabajadores ni quienes han confiado sus depósitos esa entidad, si no los equipos gestores de alta dirección que han encabezado Miguel Blesa y Rodrigo Rato. Esos mismos equipos gestores que presionaban a los directores de sucursales para que incrementaran el volumen de créditos concedidos, sin importarles la solvencia real de a quien se le concedía la hipoteca, esos mismos equipos gestores que penalizaban a los directores de sucursales que tenía una actitud prudente en la concesión de créditos. Quienes han producido miseria han sido los dos últimos gobernadores del Banco de España, que han hecho una deficiente supervisión de los riesgos de los bancos españoles en el ladrillo.

La única justificación que tendría la aportación de dinero público europeo para salvar bancos privados en España sería su nacionalización. Y he dicho dinero público europeo porqué a estas alturas sería un insulto a la inteligencia de los españoles decir que no hay dinero en nuestro país para la sanidad y la educación y si lo hay para rescatar Bankia. Como recientemente ha explicado el diputado socialdemócrata islandés Robert Marshall, país donde a causa de la crisis financiera se nacionalizó toda la banca: “la mayor diferencia con otros países es que aquí los impuestos han subido, pero más para los más ricos, y que los recortes no han afectado al estado del bienestar”.

Sería un absurdo que se utilizaran fondos públicos nacionales que incrementarían el déficit, por muchos artificios contables que se discutan en la mesa del Consejo de Ministros del próximo viernes, lo que colocaría a nuestro país muy cerca del riesgo de ser intervenido por la Comisión Europea, como reconoció la propia Directora Gerente del FMI: “los países que tuvieran que recurrir al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), después de utilizar ingentes recursos públicos para salvar sus bancos, lo harían después de asumir fuertes reducciones de gasto público que deprimirían aún más su economía”.

Hay que recordar que el FEEF es una entidad privada radicada en el paraíso fiscal de Luxemburgo y que sólo puede emitir deuda para financiar a países con problemas si tiene el permiso de la Oficina Alemana de Gestión de Deuda. Por tanto es el gobierno alemán de la señora Merkel, quién decidiría cuando España ha llegado a su endeudamiento máximo soportable, es decir el umbral de dolor que podría soportar nuestra sociedad.

Pero hay otros caminos. El BCE podría sin ningún impedimento legal, tal como ha propuesto el ex-primer ministro socialista francés Miquel Rocard, prestar a un interés del 0,01% al Banco Europeo de Inversiones (BEI), que podría financiar al 0,015% a los estados castigados por los mercados financieros, reduciendo drásticamente el coste de su deuda. Los artículos 21.3 y 23 del estatuto del sistema europeo de bancos centrales establecen que el BCE puede prestar sin límite a los organismos públicos de crédito y a las organizaciones internacionales. El volumen total de los préstamos que la Reserva Federal (Fed) de EE.UU concedió a los bancos en dificultades a un tipo de interés del 0,01% ascendió a 1.200.000 de millones de dólares.

Un reciente estudio (Public Bank Lending in Crisis Times) sobre el comportamiento diferencial entre los bancos públicos y privados durante la crisis ha llegado a la conclusión, tras examinar 560 bancos en todo el mundo, que los bancos públicos, al no tener como único objetivo maximizar su beneficio, sino también impulsar la actividad económica, evitan parcialmente que la crisis financiera se extienda a la economía real y que su capacidad para generar crédito, incluso en tiempos de crisis, es muy importante para que las medidas de política monetaria de reactivación tengan éxito.

Pero para superar este capitalismo de casino que nos ha llevado a la crisis, en el que, como en la ruleta, son muy pocos los que se llevan el premio, la mayoría pierde y la banca siempre gana, el conjunto de fuerzas políticas y sociales progresistas deben considerar que es imprescindible retornar a una política monetaria como la que primó entre 1945 y 1971. Una política monetaria que devuelva a los poderes públicos democráticos, ya sean nacionales o supranacionales, parte del control perdido en la creación de dinero, una política monetaria que considere que la estabilidad macroeconómica a medio plazo es un bien común que hay que proteger. En caso contrario continuaremos en un mundo dirigido por individuos que han seguido fielmente las enseñanzas del fundador de la saga de banqueros alemanes Rothschild, que dijo hace más de dos siglos: “dadme el control sobre el dinero de una nación y no me importará quien haga sus leyes”.

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