La ciudad de Rivas (Madrid) ha desaparecido como referencia de la gestión municipal.
Una organización puede desaparecer porque así lo decidan solemnemente sus afiliados en un Congreso. Otra cosa bien distinta es que un grupo de boy scouts lo disfrace y resuelva que así sea.
No es momento de participar en un concurso de magia. Al menos, los que siempre quisimos un gobierno del cambio. Ahora de poco sirve improvisar un manual de fantasía para volar hacia la nada.
Los debates oficiales son cosa de hombres, salvo que lo evites forzando la programación. El de ayer lunes entre los cuatro aspirantes a la presidencia del Gobierno no pasará a la historia.
Una coalición electoral de las izquierdas puede ser una herramienta oportuna a condición de que fije con transparencia su programa, objetivos y estrategia en y tras las elecciones.
El debate que quiere impulsar CCOO tiene mucho que ver con la voluntad de enfrentar el presente y el futuro, huyendo de la sinrazón y la desmemoria.
Izquierda Unida camina a la perdición. Sus actuales dirigentes, principales responsables del desvarío, serán los que conduzcan a la formación a su harakiri.
Las dificultades para hacer realidad un gobierno de progreso son muchas, algunas muy poderosas.
La actual dirección federal de IU no está en condiciones de liderar ahora el mismo proyecto que aborreció hace un mes.
Ser de izquierdas es optar por los pobres, indignarse ante la exclusión social y con la injusticia o considerar una aberración la desigualdad social.