sábado. 20.04.2024

Winston Churchill y Rajoy

No hace falta decir que ese viejo león conservador representó globalmente lo contrario de la izquierda...

No hace falta decir que ese viejo león conservador, y no infrecuentemente reaccionario, representó globalmente lo contrario de la izquierda. Sin embargo, su personalidad está en las antípodas de las derechas europeas de nuestro tiempo. Hizo exhibición de su conservadurismo y, sin pelos en la lengua, alardeó de posiciones anticomunistas y antisocialistas. Los razonó, con mayor o peor fortuna, en sus discursos, artículos y libros desde una cultura enciclopédica. Hoy, las derechas políticas europeas son ágrafas y se atienen a invectivas, anacolutos y a metalenguajes de garrafón. Churchill pensaba con su cabeza, mientras que Rajoy es el muñeco de los ventrílocuos de una alianza entre los poderes económicos, el diseño de los tecnócratas y el hisopo de los altos funcionarios de la Iglesia. No hace falta argumentar quisquillosamente las diferencias entre sir Winston y los políticos de derechas de nuestro tiempo. Basta con una. Hela aquí.

El ministro del Tesoro, en plena guerra, le pide encarecidamente que recorte al máximo la partida presupuestaria dedicada a Cultura, porque esos dineros se necesitan para el armamento militar. El viejo león –se supone que con un buen veguero en la diestra mano y un copazo de ginebra en la otra— lo mira y con voz jupiterina le endiña: «Oiga usted, caballero, ¿entonces para qué luchamos?». Toda una frase que Rajoy tendría necesidad de que se la tradujeran a un lenguaje comprensible.

En suma, la distancia entre Churchill y Rajoy es más larga que la existente entre Shakespeare y don Marcial Lafuente Estefanía. Churchill, que tenía el diccionario  en su cabeza; Rajoy o la indigencia de léxico.

Winston Churchill y Rajoy