jueves. 25.04.2024

Vísperas finlandesas

Mientras escribo esta crónica digital los finlandeses estarán votando para elegir su nuevo Parlamento. Ésta fue la verdadera razón por la que en el último Consejo Europeo de marzo se dejó sin aprobar la ampliación de capital del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FESF), que se creó de urgencia el fin de semana del 9 de mayo del 2010. Como se ve.

Mientras escribo esta crónica digital los finlandeses estarán votando para elegir su nuevo Parlamento. Ésta fue la verdadera razón por la que en el último Consejo Europeo de marzo se dejó sin aprobar la ampliación de capital del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FESF), que se creó de urgencia el fin de semana del 9 de mayo del 2010. Como se ve. En nuestra Unión Europea las cosas de palacio van despacio…

La razón esgrimida formalmente fueron los “detalles técnicos” que quedaban por resolver, una tarea impropia de los jefes de Estado y de Gobierno. Pero todo el mundo sabe que el acuerdo definitivo, cuya urgencia se reconoce y reclama, no podía ser adoptado porque el Gobierno finlandés no quería echar leña al fuego de una opinión pública escamada ante los continuos rescates (en inglés “bail outs”, que suena mejor) a países europeos (Grecia, Irlanda, ahora Portugal y vaya usted a saber…) y la amenaza que no cesa sobre una bancarrota de Grecia.

Los gobiernos europeos se han acostumbrado a no tomar decisiones que pueden ir en contra de sus opiniones públicas cuando hay elecciones a la vista. Y como en la Europa de 27 Estados, algunos de ellos, como Alemania, con estructuras políticas muy descentralizadas, siempre se está en la víspera de alguna elección, las decisiones del Consejo Europeo se eternizan.

El caso más sonado fue la resistencia de Merkel a aprobar un plan de ayuda a Grecia antes de unas elecciones regionales que acabó perdiendo. Pero ahora se corre el riesgo de que el resultado de las legislativas finlandesas impida la aprobación del plan de rescate de Portugal, lo que sería un nuevo mazazo para la credibilidad del euro.

Esperemos que eso no ocurra. Pero lo cierto es que la ultraderecha finlandesa escala en las encuestas y su discurso simplista, pero efectivo, cala en una opinión cada vez más euroescéptica, preocupada por la recesión económica y la inmigración, en un país donde apenas la hay.

Los finlandeses recuerdan que ellos tuvieron una gran crisis cuando se acabó su industria papelera y el hundimiento de la URSS les privó de un gran cliente para sus exportaciones. Tardaron diez años en salir del agujero y sufrieron lo suyo antes de reconvertir su economía y aprender fabricar teléfonos móviles. Ahora recuerdan que nadie vino en su ayuda y se preguntan por qué tienen que financiar la recuperación de los países del sur de Europa, o de Irlanda que les ha estado haciendo dumping fiscal con su bajísimo impuesto de sociedades.

El desarrollo de los acontecimientos ha alimentado su escepticismo. La ayuda a Grecia se presentó como el salvamento del euro y como un préstamo, no como una ayuda a fondo perdido. Pero después vino Irlanda y Portugal, y en ambos casos se juró durante meses que no haría falta intervenir. Y las dudas sobre un “default” griego aumentan cada día. Para un país que tiene la mayor presión fiscal de Europa y un altísimo nivel de cumplimiento tributario, y cuyos Bancos no se han embarcado en aventuras especulativas ni se han cogido los dedos financiando burbujas inmobiliarias, la tesis de que hay que dejar de pagar las fiestas y las siestas fiscales de los perezosos mediterráneos resulta electoralmente atractiva.

Veremos cuán proclives son a comprar el producto que les sirve envuelto en populismo el partido Auténticos Finlandeses, liderado por el eurodiputado Timo Soini. En Finlandia no es fácil evitar un Gobierno de coalición, y la tradición quiere que sea el partido más votado el que presida el Gobierno. Pero con un 20% de la intención de voto, el Sr. Soini puede tener la llave del gobierno y su condición podría ser el rechazo a la ayuda a Portugal, que requiere un voto unánime del consejo Europeo.

No es fácil que eso ocurra, pero por si acaso las tensiones han vuelto a los mercados de Deuda, el diferencial del tipo de interés de la deuda española ha vuelto a subir un poco y la griega se ha ido por las nubes. Buen ejemplo de la extrema sensibilidad de los mercados a cualquier cosa que afecte al euro.

Aparte del interrogante finlandés, España ha capeado bien el choque del rescate de Portugal. Por la cuenta que nos trae a todos, todo el mundo está ayudando a mantener la opinión de que España es un caso diferente. El FMI en su reciente Informe de estabilidad financiera nos considera ya “desacoplados” de los tres países que han necesitado ayuda europea. Preocupa la situación de nuestro sistema financiero y la viabilidad de algunas de nuestras Cajas, pero estamos ciertamente mejor que hace unos meses.

¡Esperemos que los finlandeses no nos amarguen las vacaciones de Semana Santa !

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