viernes. 19.04.2024

Viva la Pepa y muera la de 1978

El día 19 se cumplen doscientos años de la aprobación de la Constitución de 1812, conocida popularmente como la Pepa, dada la celebración del día en que fue aprobada. Todos los actos que con tal motivo se celebren no seré yo quien ose criticarlos.

El día 19 se cumplen doscientos años de la aprobación de la Constitución de 1812, conocida popularmente como la Pepa, dada la celebración del día en que fue aprobada. Todos los actos que con tal motivo se celebren no seré yo quien ose criticarlos. En un país como el nuestro donde los periodos de los gobiernos con una constitución de características liberales, como aquella, o la de la 2ª República Española, más avanzada y progresista, siempre han sido tan cortos que apenas han podido saborearse. Cualquier evento que se celebre para su recuerdo, tiene, en mí opinión, el elemento positivo de perpetuar el recuerdo y no olvidar dichas, cortas, pero fructíferas etapas de avances democráticos.

No deja sin embargo de resultar paradójico, que los actos para recordar y conmemorar la Constitución de 1812, coincidan con la entrada en declive con la actual, la de 1978, la más duradera y eficaz y que por suerte para todos todavía sigue en vigor.

Algunos, podrán calificarme de exagerado por la alusión del título respecto a la Carta Magna vigente, pero, con seguridad, otros entenderán claramente el sentido del mismo.

Espero y deseo que la vigente norma, dure tantos años que las generaciones futuras puedan celebrar los doscientos años con ella en vigor, con las modificaciones que sin duda, en un periodo tan largo deberá sufrir.

Pero no me negaran que desde su entrada en vigor diciembre de 1978, hoy quizá estemos viviendo el momento político en el que; sumando una serie de decisiones tomadas por el actual gobierno, -que con grandes dosis de eufemismo, llama reformas, a lo que nos son más que medidas de ajuste a base de recortes-, que hasta la propia Constitución pueda verse afectada por las mismas.

De ahí la paradoja y el contrasentido al que aludía, pues siendo bueno y necesario la celebración de aquella de hace doscientos años, parece evidente que la actual; la vigente, la que regula, en definitiva, nuestra convivencia debería de cuidarse, tanto o más si cabe.

E insisto, a la Carta Magna se la puede causar daño, y ponerla en peligro de muchos modos y maneras, atacando a su letra y atacando a su espíritu. Y, tras las fuertes medidas de recorte que se vienen aprobando por el gobierno de los populares, no me atrevo a asegurar el concreto ataque a la letra, que seguro que también y en su momento se verá, pero a su espíritu, sin duda alguna, y éste afecta a más de un capítulo de la misma y a más de una materia de las que regula.

Siendo sólo el principio de otros más profundos que tienen previsto que se produzcan.

Es cierto, también, que no ha sido el actual partido en el gobierno quien haya destacado precisamente por apoyar con gran entusiasmo nuestra vigente Constitución, más bien, la han ido aceptado poco a poco con el transcurso del tiempo, y con sus periodos en el poder. No olvidemos su posición ante la misma cuando eran AP.

Si es verdad, por otra parte, que llevan ya años formalmente, al menos, defendiéndola.

Por ello, y en el entendimiento de que, hoy día, la consideran y defienden como el resto de los ciudadanos, más aún estando en el gobierno, deberían evitar la adopción de medidas de tal carácter que lleguen a afectarla, por entender que ese techo bajo ninguna circunstancia debería nunca superarse.

Y, junto a la participación en eventos como los de la querida Pepa, deberían darse los cuidados y estímulos necesarios, desde el poder, para cuidar, e incluso mimar, la vigente de 1978.

Pues no me pueden negar, que sino está muerta, está empezando a estar herida, y ya sabemos todos que dicha circunstancia no es buena y no augura un futuro muy esperanzador, precisamente.

Viva la Pepa y muera la de 1978
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