viernes. 19.04.2024

Vendedores de tila

NUEVATRIBUNA.ES - 3.8.2009Dicen que una vez archivada la causa contra Paquet Camps lo primero que ha hecho, sin apenas tiempo para celebrarlo, es ir a comprarse un meyba para estrenarlo en la playa de la Malvarrosa. Por lo visto ha exigido al dependiente que la factura se la rotule en unas cartulinas para poder colgárselas en la pechera y pasearse de esa guisa por la arena como si fuese un vendedor de ‘frigopiés’. De todo se aprende. Una y no más.
NUEVATRIBUNA.ES - 3.8.2009

Dicen que una vez archivada la causa contra Paquet Camps lo primero que ha hecho, sin apenas tiempo para celebrarlo, es ir a comprarse un meyba para estrenarlo en la playa de la Malvarrosa. Por lo visto ha exigido al dependiente que la factura se la rotule en unas cartulinas para poder colgárselas en la pechera y pasearse de esa guisa por la arena como si fuese un vendedor de ‘frigopiés’. De todo se aprende. Una y no más. Yo no entiendo mucho de fallos judiciales, que así se llaman aunque acierten, pero barrunto que a veces se adoptan por pruebas irrefutables y otras por aburrimiento canicular. También dicen que pueda ser porque los señores magistrados conozcan o tengan cierta afinidad con el inculpado pero seguro que por eso no es. Estemos tranquilos.

De hecho, el llamamiento de Mariano ha sido en este sentido. Es admirable como, hasta en situaciones adversas, este hombre es capaz de acordarse de colectivos que, de manera habitual, se hallan en el más absoluto ostracismo. En este caso los elegidos han sido los vendedores de tila. Al parecer, el sobreseimiento ha sido un triunfo de la Justicia, del sentido común y, por último, de estos anegados profesionales de las tisanas. Por lo visto hay mucho nervio. Que se lo digan a él como raje don Luis ‘mi tesoro’ Bárcenas.

Acaso espere Rajoy actos de contrición o flagelaciones en masa de quienes con el dedo acusador apuntaban la tonsura del Curilla. Yo, por mi parte, únicamente espero que el respeto a la Justicia no obligue a la traición de los pensamientos. Por eso ustedes digan lo que quieran que yo colegiré lo que me dé la gana. Una cosa es que se presuma la inocencia de uno y otra bien distinta que se presuma la necedad de todos los demás. Desde el principio todo apestaba a basura y, por mucho que sea digna de reverencia la resolución de un tribunal, no basta para espantar tan mal olor. Sobre todo cuando, que se sepa, no hay ni siquiera indicio de que el cohecho, ya sea activo, pasivo o medio pensionista, no se haya consumado. Más bien todo lo contrario.

La fe ciega en los dictados de unos señores, por muy togados que sean, nos llevaría, por ejemplo, a justificar la violación de una joven porque mediaba una provocadora minifalda. Y eso se convendrá que no fue una sentencia. Simplemente es y será una atrocidad. No digo que sea comparable, pero sí que en política las culpas están mucho más allá de un legajo con el sello de un tribunal. Si alguien, después de saberse lo que se ha sabido, considera que la gestión de Camps ha sido honesta e inmaculada está en su derecho. También lo estoy yo en pensar que voy a tener una refriega sexual con Halle Berry aunque ambas cosas sean altamente improbables. Incluso más la primera.

Es difícil sustraerse, salvo para esos peores sordos que no quieren oír lo que no les interesa, al mangoneo, a los trinques, a los apaños, a los amores tequierounhuevo y a las demás triquiñuelas de estos vividores que verán el Gran Premio de Valencia de Fórmula I, ese de la mucha pastuqui, desde la televisión del trullo. Casi lo de menos es si le regalaron a Paquet unos trajes o unas entradas para el circo. Lo peor es que la credibilidad de un político no está en ningún artículo del Derecho Romano ni se puede consagrar mediante ningún fallo judicial. Por muchas elecciones que gane. Las urnas quitan y ponen gobiernos. Ni quitan ni ponen razones.

Germán Temprano es escritor y periodista

JAULA DE GRILLOS

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