viernes. 29.03.2024

Una ventana a la esperanza

El bronco debate de investidura de Pedro Sánchez, la actitud claramente hostil y fuera de tono de las derechas (“gobierno ilegítimo”, “golpe de Estado de la izquierda”, “trabajar para que el gobierno de coalición dure lo menos posible”…), las aceradas críticas al gobierno por el nombramiento (nada estético) de la Fiscal General del Estado, así como las  primeras escaramuzas entre el PSOE y Unidas Podemos (UP) -sobreactuando a la hora de comunicar a los medios de comunicación sus propuestas de nombramientos en el gobierno de coalición-, han confirmado que el presente año va a estar muy marcado por el debate político (con mayúscula) y que la dureza dialéctica en el parlamento va a ser frecuente si no lo remedia algún partido de las derechas (el PP), como lo ha puesto de manifiesto Borja Sémper, con su acostumbrada coherencia, al abandonar el PP e, incluso, la política activa.

El próximo gran reto del gobierno serán los Presupuestos Generales del Estado (PGE-2020), que marcarán la legislatura y pondrán nuevamente a prueba los apoyos con que cuenta el gobierno, su capacidad de diálogo en el Parlamento y la cohesión del propio gobierno

En los últimos días, las consideraciones sobre el número de vicepresidentes y de nuevos ministros han tenido mucha más relevancia mediática que el análisis a fondo de las propuestas acordadas entre el PSOE y UP, lo que demuestra que algunos medios de comunicación han apostado interesadamente por el envoltorio y lo superficial y no por analizar a fondo el contenido del proyecto político acordado. También ha resultado relevante la amplia atención que ha merecido la necesaria coordinación de los vicepresidentes con los ministros y, en algunos sectores de opinión, la difícil relación histórica entre las áreas de economía y trabajo, sobre todo cuando estamos pendientes de comprobar (con justificada preocupación) cómo funcionará la separación de las competencias de Seguridad Social de las del ministerio de Trabajo.

Como consecuencia, el ministerio de Trabajo se ha desdoblado en dos ministerios (ministerio de Trabajo y Economía Social por una parte y ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones por otra) encabezados por ministros cuyos nombramientos se deben a propuestas por separado de los partidos coaligados (PSOE y UP). Algo similar ha ocurrido con el anterior ministerio de Ciencia, Investigación y Universidades que se divide en dos ministerios: el de Ciencia e Innovación y el de Universidades; aparentemente, sin una explicación convincente y racional que lo justifique.

En todo caso, debemos todos dar un voto de confianza al nuevo organigrama del gobierno y a los nuevos ministros y analizar posteriormente los resultados de su trabajo, a pesar de que a nadie se le escapa que las políticas a desarrollar las fija el conjunto del gobierno con el propósito de responder a las preocupaciones de los ciudadanos. Por eso, las primeras declaraciones y medidas anunciadas se han valorado de forma moderadamente positiva, a pesar de que para algunos se hayan quedado cortas ante los graves y urgentes problemas que tienen las personas más vulnerables.

En los primeros Consejos de Ministros, como se esperaba, se han incrementado las pensiones de acuerdo con el IPC previsto para el año 2020 (0,9%) y las retribuciones  de los empleados públicos (incremento del 2% acordado con los sindicatos de la función pública con carácter retroactivo); además, el gobierno ha decidido abrir un proceso de análisis con los interlocutores sociales para subir las pensiones mínimas por encima del IPC, incrementar el SMI correspondiente al presente año- en la perspectiva de alcanzar el 60% de la media salarial de los convenios a lo largo de la legislatura- y fijar el techo de gasto para este ejercicio presupuestario.

El próximo gran reto del gobierno serán los Presupuestos Generales del Estado (PGE-2020), que marcarán la legislatura y pondrán nuevamente a prueba los apoyos con que cuenta el gobierno, su capacidad de diálogo en el Parlamento y la cohesión del propio gobierno. Por lo que respecta al gasto, los puntos más relevantes de los PGE-2020 tendrán relación con los compromisos de estabilidad de la UE (déficit y deuda pública), las políticas activas de empleo, la protección social (pensiones, desempleo, dependencia e ingreso mínimo vital), los servicios públicos (mejorar la inversión en educación, sanidad y vivienda), la financiación autonómica y el tránsito hacia la digitalización y el cambio climático. En cuanto a los ingresos, lo más relevante será la nueva política fiscal (incrementar impuestos a los que más tienen, establecer un mínimo en Sociedades, impulsar el impuesto digital y medio ambiental, eliminar paulatinamente las desgravaciones y bonificaciones fiscales, luchar contra el fraude…), que debe soportar, sobre todo, el desarrollo de la “Agenda Social” encaminada a superar la desigualdad, la pobreza y la exclusión social.

En cuanto a la política a seguir a lo largo de toda la legislatura el nuevo gobierno debe desarrollar a fondo el “Acuerdo Programático” firmado entre el PSOE y UP. En este sentido seguirá siendo muy importante respetar el compromiso de estabilidad presupuestaria con la UE, además de cumplir con los compromisos relacionados con el empleo, la escandalosa precariedad de nuestro mercado de trabajo, la sostenibilidad futura de la Seguridad Social (pensiones), las políticas de igualdad de género, la regeneración democrática y, finalmente, buscar soluciones al problema de Catalunya apelando al diálogo en el marco de la Constitución- en la perspectiva de alcanzar un Estado Federal- y a la espera de que el PP centre su política y acepte discutir con el gobierno este importante asunto. El PP debe asumir que es imprescindible ofrecer alternativas constructivas para facilitar la gobernabilidad y el buen funcionamiento de las instituciones y, además, para resolver el problema catalán porque, de no hacerlo, quedará prisionero de la ultra derecha (VOX) y será muy difícil que obtenga representación en el País Vasco y Catalunya y, como consecuencia, que gane las elecciones en el conjunto del Estado.

Por eso, la búsqueda de apoyos y la movilización ciudadana es obligada para compensar la fuerte oposición de las derechas al gobierno, amparada en la caverna mediática, el sector financiero y el poder empresarial

A pesar de todo, y en estas circunstancias, será difícil que a corto plazo el PP modifique su política de radical oposición. Previsiblemente, las derechas no darán tregua al gobierno enfrentadas a una política progresista (socialmente justa y moderada) que pondrá de nuevo a prueba la democracia y la propia separación de poderes, por la utilización abusiva que anuncian de la justicia, como lo demuestra el bloqueo a la renovación del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional con el fin de mantener su actual mayoría. Por eso, el gobierno debe buscar a corto plazo el apoyo de las organizaciones progresistas, potenciar el diálogo social con los sindicatos en defensa de los más vulnerables (desempleados, trabajadores en precario, personas mayores y sin ingresos dignos…) y fortalecer la negociación colectiva sectorial articulada para mejorar la relación de fuerzas de los sindicatos y poder defender con eficacia los intereses de los trabajadores, lo que exigirá derogar sin paliativos las reformas laborales, a pesar de la fuerte reacción en contra de los empresarios (CEOE) en su empeño de seguir devaluando los salarios para ser más competitivos. En este sentido, no debemos olvidar que las últimas reformas laborales fueron aprobadas unilateralmente por los gobiernos de turno en beneficio de los empresarios y en detrimento de trabajadores y sindicatos y que una competitividad sin límites es una carrera que no se gana porque no se puede competir con el trabajo de esclavos.

En esta coyuntura, también los afiliados del PSOE y de UP (coaligados en el gobierno) deben participar activamente en la sociedad civil impulsando las movilizaciones de los ciudadanos en busca de un apoyo social más amplio a la acción del gobierno, además de potenciar la participación de los militantes en el debate interno, con el propósito de superar la actual atonía de la afiliación política y la descapitalización del partido. Un reto que el PSOE no ha conseguido afrontar con éxito en los últimos años, sobre todo cuando el partido se ha volcado de manera exclusiva en la acción de gobierno como está ocurriendo en la actualidad. No es extraño que, desde la izquierda, se observe con mucho interés el comportamiento de Pablo Iglesias y de UP en cuanto al establecimiento de medidas que regulen la relación de un partido con personalidad propia y el gobierno.

Por eso, la búsqueda de apoyos y la movilización ciudadana es obligada para compensar la fuerte oposición de las derechas al gobierno, amparada en la caverna mediática, el sector financiero y el poder empresarial. En cambio, es muy necesario destacarlo, el gobierno no tendrá ninguna oposición a su izquierda (una situación sin precedentes en democracia), al margen de la actuación que puedan desarrollar los sindicatos criticando posibles errores del gobierno o, si se producen, claros incumplimientos programáticos, desde su autonomía sindical y en defensa de los trabajadores, lo que traería consigo un mayor protagonismo mediático (no buscado), que nos remonta a la experiencia de la década de los ochenta donde los sindicatos se movilizaron contra la política económica y social del gobierno socialista ante su deriva neoliberal y el desplome de la oposición política a su izquierda.

En cualquier caso, el reto del gobierno es mayúsculo: aplicar una política ilusionante que fortalezca la democracia y luche a fondo contra las desigualdades. No debemos olvidar que este gobierno de coalición se reclama de izquierdas y que las decisiones que se tomen en el ejercicio del poder serán seguidas como mucha atención por las instituciones europeas y, particularmente, por la izquierda y la socialdemocracia en el ámbito internacional. Por estas importantes razones, el gobierno no puede fallar a los que nos precedieron y tampoco a los ciudadanos que siguen en la actualidad defendiendo activamente el progreso y la modernidad. Estaremos atentos.

Una ventana a la esperanza