jueves. 25.04.2024

Una nueva izquierda para Europa

NUEVATRIBUNA.ES - 10.6.2009Calientes aún las urnas, con el ruido de fondo de la celebración de la derecha democrática europea, sintiendo el escalofrío ante el ascenso de la extrema derecha, valga esta primera reflexión en caliente sobre el rumbo de la izquierda en Europa.
NUEVATRIBUNA.ES - 10.6.2009

Calientes aún las urnas, con el ruido de fondo de la celebración de la derecha democrática europea, sintiendo el escalofrío ante el ascenso de la extrema derecha, valga esta primera reflexión en caliente sobre el rumbo de la izquierda en Europa. Tiempo habrá de descender al detalle, pero hoy, con los grandes trazos sobre la mesa, hay una primera lectura de estos resultados electorales: los ciudadanos del espacio más democrático y próspero que nunca se ha construido en la historia humana, se alejan del proyecto que ha llevado a esa libertad y prosperidad. Y lo hacen por dos vías: una la de la abstención y otra la de votar mayoritariamente a fuerzas que no tienen como objetivo principal continuar avanzando en el exitoso proceso, sino que, con más o menos camuflaje, se proponen una marcha atrás, hacia el nacionalismo, un modelo minimalista del Estado social y un reforzamiento de la ortodoxia económica liberal, que es la que ha fracasado.

La gran contradicción estriba en que se queda más gente en casa y votan más a la derecha, partidaria de más “laissez faire”, menos protección social, menos respeto al medio ambiente, menos derechos sociales y menos Europa, cuando hay más demanda ciudadana de la intervención del Estado para recuperar la actividad económica, más gente necesita más ayuda, más patentes se hacen los efectos del cambio climático, más claro aparece el fracaso de la desregulación de la economía y más evidentes son las ventajas de la unión económica, monetaria y política de los países europeos.

¿Por qué? Porque falla el proyecto político de las viejas izquierdas europeas en su conjunto. De un lado los nostálgicos de lo que pudo ser y no fue, casi esfumados, no acaban de digerir los cambios del siglo pasado y se siguen agarrando a una crítica global a casi todo sin ofrecer alternativas. Del otro la socialdemocracia, que ha rendido tan importantes servicios a los trabajadores, pilar del modelo social europeo, entre el encandilamiento por el modelo económico liberal y la crisis de ese mismo modelo, ha perdido la brújula y no ha dado aún con un discurso capaz de convocar a las grandes mayorías sociales para sacar a Europa de la parálisis y retomar un rumbo progresista. Las causas de la debacle de la izquierda europea hay que buscarlas en las dudas y contradicciones de los partidos socialistas y socialdemócratas ante una crisis globalizada, que descarga todo su peso sobre la clase obrera industrial y que reduce las expectativas de las clases medias urbanas; en la adopción de una parte del ideario neoliberal sobre la privatización de servicios e impuestos; en el tartamudeo ante el cambio climático o la energía nuclear y sobre todo, en no mantener la lealtad a su base social o recurrir a ella sólo cuando truena. Estas son, entre otras, las razones del descenso en la participación por un lado y de la drástica reducción de la representación de la izquierda tradicional en Europa, así como, sensu contrario, del avance de los ecologistas de Cohn Bendit. También de que, el PSOE, uno de los partidos más a la izquierda del socialismo europeo sea el que menos sufre en esta debacle y ello debe servir de guía, aunque no de autojustificación.

La única manera de recuperar el rumbo de la Europa progresista, es construir un nuevo proyecto nítido de izquierda sobre la base de la socialdemocracia, pero mucho más contundente y firme ante el capitalismo globalizado, que apueste decididamente por la unidad política europea, dejando atrás todo lastre de nacionalismo trasnochado, más exigente en lo social, más consecuente con la sostenibillidad ecológica y más coherente con su ideario demócrata en la adecuación de su propia herramienta partidaria. Una nueva izquierda europea que coloque el Estado y el mercado cada uno en su sitio, en el lugar en el que las necesidades de las inmensas mayorías sociales y del ecosistema mundial lo requieren, redefiniendo el espacio de lo público sin complejos. Que defienda claramente el valor de la redistribución vía impuestos justos y progresivos y la austeridad, adelgazando, no los servicios públicos, sino los costes de la política. Que vuelva a la práctica generalizada del voluntariado y la militancia e impulse una reforma en las formas de participación democrática, que permitan primar el trabajo de los representantes ciudadanos frente a la sumisión a los aparatos partidarios. Es decir: recuperar las raíces de rebeldía frente a la injusticia, el valor del ejemplo y el impulso de lucha por un mundo mejor que están en el origen del movimiento obrero.

Es posible en Europa cambiar la deriva derechista como lo ha sido en EE.UU., ese debe ser el objetivo a lograr en esta nueva etapa que comienza.

Pedro Diez Olazábal participó en la fundación del Sindicato de Enseñanza de CC.OO. Es licenciado en Geografía e Historia y ha estado siempre vinculado a los movimientos sociales. Ha desempeñado los cargos de Alcalde de Arganda del Rey, diputado de la Asamblea de Madrid y Vicepresidente Tercero, portavoz en la Comisión de Medio Ambiente y Presidente de la Asamblea de Madrid.

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