sábado. 20.04.2024

Una Europa sin ciudadanos

José Ignacio Torreblanca, reflexionaba sobre la situación europea y la creciente pérdida de confianza por parte de los europeos en las instituciones de la UE. En el mismo sentido, en un artículo en el New York Times el periodista Oliver Guez se preguntaba sobre el futuro de Europa y sobre la necesidad de construir mayores vínculos entre europeos.

José Ignacio Torreblanca, reflexionaba sobre la situación europea y la creciente pérdida de confianza por parte de los europeos en las instituciones de la UE. En el mismo sentido, en un artículo en el New York Times el periodista Oliver Guez se preguntaba sobre el futuro de Europa y sobre la necesidad de construir mayores vínculos entre europeos.


La crisis devastadora y la soluciones emprendidas para paliarla, centrándose en políticas de austeridad, ha propiciado una visión muy negativa de la Unión Europea por parte de los ciudadanos. En el último Eurobarómetro, el 30% de los ciudadanos europeos tienen una imagen totalmente negativa de la UE y la imagen totalmente positiva ha caído hasta 10 puntos en el último año.

La Unión Europea es concebida hoy por sus propios ciudadanos como una unión en donde priman intereses económicos y políticos que a su vez dificultan el desarrollo de las economías nacionales y destruyen el tejido social de bienestar levantando sospechas entre los mismos países socios y sus ciudadanos. Esta pérdida de confianza en un imaginario común, junto con posiciones implantadas en el miedo ante la actual situación, está dando lugar a tendencias de reclusión y vuelta a una posición de defensa nacionalista en algunos países, que se contraponen a los valores de solidaridad y al valor que aporta la riqueza de una diversidad compartida en los que se basó la idea primigenia de Europa.

Desde la Comisión se vienen haciendo esfuerzos por retomar el rumbo de esta situación con declaraciones y apoyo de manifiestos sobre los valores que aporta ser miembro de la UE, pero estas posturas finalmente no se ven refrendadas en acciones políticas y mucho menos en los Presupuestos Comunitarios aprobados por el Consejo Europeo. Los recursos destinados a las acciones que engloban Cultura y Ciudadanía Europeas se ha reducido un 15% sobre la propuesta de la Comisión y representan menos del 2% del presupuesto total. Incluso se han llegado a casos tan preocupantes como el “rescate” en el último momento del programa de movilidad con más éxito de la UE, Programa Erasmus.

La cultura forma parte fundamental en estos procesos de identificación colectiva, de
 solidaridad y de cohesión social entre ciudadanos europeos. La “Europa Política 
y Económica” no existirá sino se potencia el sentido de identidad europea entre 
ciudadanos.

En este momento es cuando se hace más necesario que la ciudadanía pase a ser el centro de suspensión en el proceso de la construcción europea, tal como se viene fomentando desde diversas plataformas de la sociedad civil como “A Soul for Europe”, “More Europe”, o la Fundación Europea de la Cultura que recientemente ha publicado el documento Remappings – The Making of European Narratives, la necesidad de lanzar nuevas “narrativas” para Europa.

Como defiende Pere Portabella, uno de los firmantes del manifiesto de los intelectuales por la Cultura Europea: la necesidad de “una Europa política no será verosímil sin un espacio pluricultural europeo que ponga en contacto la diversidad cultural”.

En esta semana el Parlamento Europeo votará el presupuesto acordado por el Consejo Europeo. Si no existe una decisión política y una conciencia real sobre la necesidad de construir –con recursos- una ciudadanía que se vea reflejada en un proyecto de identidad compartida, en 2020 nos quedará una Europa que efectivamente habrá salvado el Euro, pero tan vacía de contenido e irreconocible en sí misma que no contará con una ciudadanía que la defienda.

Una Europa sin ciudadanos