sábado. 20.04.2024

Una difícil digestión

NUEVATRIBUNA.ES - 8.6.2009Hay una coincidencia generalizada en que la crisis económica ha pasado factura a los Gobiernos europeos, incluido el nuestro, y que en el descontento de los ciudadanos por su forma de hacerle frente reside la clave de la derrota que muchos de ellos han sufrido. La propia secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, lo admitió inmediatamente después de felicitar al PP por su victoria.
NUEVATRIBUNA.ES - 8.6.2009

Hay una coincidencia generalizada en que la crisis económica ha pasado factura a los Gobiernos europeos, incluido el nuestro, y que en el descontento de los ciudadanos por su forma de hacerle frente reside la clave de la derrota que muchos de ellos han sufrido. La propia secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, lo admitió inmediatamente después de felicitar al PP por su victoria.

Que cuando vienen mal dadas en lo económico baja la popularidad de quien tenga el poder, sea del color que sea, es una de las reglas del juego en política. No obstante, en este caso concreto resulta muy difícil de digerir si tenemos en cuenta que los beneficiarios del cabreo de los votantes son los mismos que lo provocaron: los defensores del liberalismo a ultranza que no es otra cosa que el germen de la desregulación, de la especulación, de las burbujas, de las inversiones "ruleta", de la precariedad del mercado laboral...en fin, de todo aquello que nos condujo al desastre del que tanto nos va a costar recuperarnos. Y, ¿se puede saber para qué? ¿Para que los mismos que nos metieron en él vuelvan a hacer lo mismo cuando las condiciones sean más prósperas y adecuadas al saqueo y puedan iniciar otro ciclo idéntico que dentro de unos años nos vuelva a sumir en la debacle?

La verdad es que no se entiende que los electores europeos hayamos puesto en manos de los culpables la responsabilidad de buscar soluciones y, lo que es más importante, de construir una arquitectura económica, financiera y laboral que nos mantenga a salvo en el futuro. Quizá la izquierda debería reflexionar sobre su capacidad de comunicar que, por lo que se ve, es más bien escasa.

Un segundo factor que llama poderosamente la atención es la nula incidencia que han tenido en los votantes los escándalos de corrupción. Si meter la mano en la caja pública es siempre condenable, en momentos como estos aún debería producir más repugnancia. Ya nos habían alertado sobre los riesgos de la "berlusconización" de la sociedad española y es indudable que al menos una parte, la que vota al PP, es impermeable a ese tipo de escándalos. Cierto que la Justicia aún no se ha pronunciado, pero el largo elenco de imputados que extiende la sombra de la sospecha sobre ese partido como una mancha de aceite debería haberle cobrado algún peaje. Y no me digan que el Falcon, que con tanto deleite y profusión han utilizado los "populares" en la campaña es siquiera comparable. No valía ni como cortafuegos. Mucho menos como artillería pesada.

En clave puramente partidista, Rajoy parece haber conjurado a sus peores demonios. Estas elecciones eran su reválida, tras el congreso de Valencia, y la ha aprobado con matrícula. ¿Quién se va a atrever ahora a disputarle el liderazgo? Ni Esperanza Aguirre, que como siempre se apuntó a la escena del balcón de Génova, es tan osada. Por el momento, ese demonio está exorcizado. Y es una pena porque de haber llegado donde pretendía es más que probable que hubiera dado el golpe de gracia al PP. España no es Madrid y hay lugares en los que la lideresa no se comería una rosca.

Atención ahora a otros posibles movimientos de fichas. Tampoco el PP de Madrid es sólo Aguirre. Hay un viejo rival de la presidenta que no necesita subirse al balcón para celebrar los resultados. Y seguro que lo ha hecho porque a él también le gusta, y mucho, la política nacional.

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