jueves. 28.03.2024

Una cuestión de pelotas

Aunque en apariencia fútbol y política nada tienen en comúm, hay ocasiones en que la primera de estas dos dignas actividades sirve como escape y/o aliciente para contrarrestar los desaciertos de la segunda.

Aunque en apariencia fútbol y política nada tienen en comúm, hay ocasiones en que la primera de estas dos dignas actividades sirve como escape y/o aliciente para contrarrestar los desaciertos de la segunda. Ejemplo sobrado de ésto fue el encuentro entre Argentina e Inglaterra durante el campeonato mundial celebrado en México en 1986, a escasos tres años de la contienda bélica que enfrentó a ambos países y de cuyo resultado devino la simbólica oferta británica de intercambiar las islas Malvinas por Diego Armando Maradona, un trueque que -de haberse llevado a cabo- podría haber cambiado definitivamente la historia del fútbol.

El diario deportivo griego Goal News titulaba ayer en su portada con un “Que nos traigan ahora a Merkel. Nunca echarán a Grecia del Euro”, algo que hace presagiar que el duelo del próximo viernes de Grecia frente y Alemania por la Eurocopa, será mucho más que un simple encuentro futbolístico. Una suerte de David frente a Goliat con entradas de reventa y banderitas coloridas.

El marco para que este partido trascienda lo deportivo ya está servido. Grecia acaba de elegir presidente y se enfrenta a la difícil tarea de mantenerse medianamente en pie ante los mandamientos que, aún en la peor de sus situaciones, seguirán llegándole desde Alemania con las consabidas consecuencias. La acumulación de rabia griega no es poca, y entre sus fundamentos se encuentra el padecimiento de las políticas impuestas desde fuera que han provocado, entre otras infamias, el suicidio de más de dos mil quinientas personas en menos de tres años. Y esto por obra y gracia de ese saneamiento al que se refiere Merkel con cierto interés en suavisar, como si decir “recorte” pudiese perjudicar aún más a los damnificados.

Un día antes de los comicios electorales griegos, la primera ministra alemana advirtió que, ganase quien ganase, era indispensable que Grecia respondiera por los compromisos contraídos con Europa. El mensaje llegó claro y contundente, una especie de aviso o advertencia de que el país heleno no sorteará las responsabilidades adquiridas a través de esos 240 mil millones de Euros prestados que, sin embargo, no han hecho más que empeorar la situación de los ciudadanos. “Hay gente que se alimenta de la basura, hay familias enteras padeciendo hambre, hay personas muriendo cada día por consecuencias directas de esta crisis. Más de la mitad de los infartos son producto del malestar, de la angustia que tiene la gente”, explica Adriadna Tenembauns, trabajadora social en Atenas.

El 22 de junio de 1986 la Selección Argentina de fútbol recibió una lluvia de escupitajos desde la parcialidad inglesa en el estadio Azteca de Ciudad de México. Los simpatizantes de la albiceleste respondieron enfrentándode cara a cara con los mismísimos hooligans. La guerra aún estaba fresca y enardecía los ánimos de hinchas y jugadores. El artífice de aquella histórica revancha fue Maradona. Y entre los gritos de gol se exoneraron muchas de las frustraciones de añejas derrotas. El viernes es el turno de Grecia, su oportunidad de revancha. La posibilidad de comprobar que la política puede ser también una cuestión de pelotas.

Una cuestión de pelotas
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