lunes. 07.10.2024

Un militante de oro, Carrillo y la Transición

El grupo Prisa, afortunadamente, se ha volcado en la cobertura de la muerte de Santiago Carrillo, su significación y la importancia del PCE en la Transición. ¡A buenas horas, mangas verdes! Aunque sea tarde, mejor que se haga justicia a que se imponga el olvido o la ideología de la derecha que nos azota.

El grupo Prisa, afortunadamente, se ha volcado en la cobertura de la muerte de Santiago Carrillo, su significación y la importancia del PCE en la Transición. ¡A buenas horas, mangas verdes!

Aunque sea tarde, mejor que se haga justicia a que se imponga el olvido o la ideología de la derecha que nos azota.

Las siguientes líneas no tratan de pontificar ni ir de luminaria, sino añadir algún argumento de uno de aquellos “militantes de oro”. Agotados los adjetivos de su figura y cubierta su historiografía ¿por qué esa defensa a su muerte y no en su vida? Todavía recuerdo cuando los militantes del PCE, casi en exclusiva lectores de EL PAÍS, querían poco menos que colgar a Jaúregui y a mi querida Anabel por sálvese las partes, tratando de volcar su impotencia en unos profesionales que sólo escribían de una realidad trágica. Como escritor me pierde la añoranza. Como periodista tengo que intentar comprender el hecho liberándome de sectarismos y prejuicios. Lo que se ha producido es ahora, en Septiembre de 2012, en medio de una crisis económica y política para la izquierda, casi rozando la dictadura del PP.

La historiografía dominante trata de convencernos de que la España actual es fruto del Rey, de Fraga, de Felipe González y de Juan Luis Cebrián. Escandaloso lo escrito a la muerte de Fraga. Es un argumento del que disiento absolutamente porque no se corresponde a la realidad y mucho menos a lo que yo viví como “militante de oro”. Mi alegría ha sido inmensa al recuperar la imagen de uno de los héroes (creo que esta palabra no se ha utilizado) de la reciente historia española haciendo justicia a la lucha del PCE y la parte correspondiente a Comisiones Obreras.

En estos panegíricos me ha llamado la atención que en esos méritos no se incluya al PS en todo lo relacionado con el nacimiento de la Democracia, un partido que ha gobernado este país hasta con más mayoría absoluta que el PP, que ahora tiene que ser el bastión para frenarlo, pero que en aquellos años representó un papel secundario al PCE y que hasta puso algunos palos en la rueda. Es duro decirlo, pero creo que es la verdad, o si ustedes me permiten, mi verdad como ciudadano anónimo que vivió aquellos días intensamente.

Entonces discutía con mis amigos y compañeros cara a cara, entre reuniones, comidas y alguna que otra borrachera. Ahora apenas lo hago por el correo electrónico. Como no soy amigo de echarle la culpa al empedrado, es mi voluntario aislamiento de la vida social y mi paletez para moverme en los foros sociales el guasap ése o el mundo de internet en general quien me separa de ellos. Creo que casi todos están en el PS o en sus aledaños y no tengo claro (una amante me decía que soy un bobo) si defienden al PS o al bipartidismo. Pero esa es otra historia.

Pienso que el bipartidismo anglosajón es un desastre para el modo de vida español. Pienso que lo ideal sería una mesa de cuatro patas como en el inicio de la Transición (AP,UCD, PSOE y PCE) más los partidos nacionalistas y minoritarios que constituyan un Congreso de los Diputados con más grupos parlamentarios que los del bipartidismo.

Tranquilos, tranquilos, sé que estamos en 2012, que ya cayó el Muro de Berlín (no otros como el de Israel o el de la frontera de EE.UU. y Méjico) y que el PCE como tal es inexistente, no así su historia como se ha visto estos días. Tan real como eso es que la política pragmática del PS con aquello de “quien se mueva no sale en la foto” o el concepto de la “casa común” nos ha llevado donde estamos.

Al igual que nunca he comprendido el concepto de “España”, en singular, cuando yo vivo en “las Españas” (hasta las películas del franquismo tomaban tierras americanas “en nombre de Castilla” –sic-) como demuestra cualquier Historia seria o un simple recorrido por la literatura, aspiro a que la izquierda sepa aglutinarse en alguna Junta Plural para encontrar alternativas a la crisis y convencer a la ciudadanía de que le conceda la mayoría parlamentaria.

Un militante de oro, Carrillo y la Transición
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