jueves. 25.04.2024

Un jurado recusable

NUEVATRIBUNA.ES - 14.07.2009PARA
NUEVATRIBUNA.ES - 14.07.2009

PARA FUNDACIÓN SISTEMA

Algunos millones de españoles no podríamos formar parte del jurado popular que tendrá que decidir sobre la posible comisión de un delito por el todavía presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps y el resto de aforados, entre ellos el secretario general del PP de Valencia, Ricardo Costa. En mi caso, porque reconozco que hace ya mucho tiempo que tengo establecida una sentencia condenatoria sobre el comportamiento ético, estético y político del señor Camps y “familia”.

El hecho de que, al final, se les condene a una multa de menor entidad, dada la buena salud económica de los imputados, parece irrelevante. Con todos los respetos, auténticamente sinceros, al auto dictado por el juez Flors cuesta trabajo admitir la idea de que unos empresarios con intereses multimillonarios en la Comunidad Valenciana regalaban trajes a un grupo de políticos sin esperar nada a cambio... salvo “provocar la complacencia de aquellas personas, obviamente para poder contar con su gratitud o con su favor, pero sin tender a la obtención de una determinada contraprestación”. Lo que parece obvio es que no esperaban “una”, sino un conjunto de contraprestaciones continuadas en el tiempo. El esfuerzo desesperado de los aliados mediáticos del señor Camps por minimizar el caso y bromear sobre la naturalidad con la que un amigo regala un traje a otro, produce bochorno y hace sospechar de su propia capacidad para recibir prebendas en sentido inverso. Qué magníficos anfitriones, qué espléndidos siempre los responsables de los eventos valencianos con los medios amigos. Qué gran cartera publicitaria.

La esperpéntica reacción de la alcaldesa Barberá, merecería un punto y aparte. No por la astracanada de las anchoas, sino por su palmario reconocimiento de que Camps ha faltado a la verdad. Recibió trajes como regalo. No los pagó. Falsas declaraciones públicas, en medios y sede parlamentaria. Correa y “El bigotes” no tuvieron un detalle, sino muchos detalles, con el señor Camps y con el clan en su conjunto. Uno podía ser “el amiguito”, pero los otros debían ser los amigotes. Y a todos les daba por vestir de gorra, aunque llevaran frac.

El juez afirma que “no existe ninguna causa que permita explicar por qué motivo Álvaro Pérez o las sociedades a las que él mismo estaba vinculado tuvieran que obsequiarle de aquel modo”. El juez Flors posee un fino sentido del humor, compatible con el rigor jurídico. Hay que suponer que los miembros del jurado popular no tendrán demasiadas dificultades para entender, desde el sentido común, las razones de tales muestras de generosidad. Descartado el mandato evangélico de “vestir al desnudo”, habida cuenta del nivel de renta de los beneficiarios de las dádivas, no resta otra explicación razonable que la que expresan en sus conversaciones telefónicas los principales imputados en la trama de corrupción. Al principio, entre risas cómplices, al final con seria preocupación. “Nos han pillado”. ¿Por ser generosos con unos amigos del alma? Una interpretación increíble hasta para el director de Canal Nou, tan bien vestido él mismo.

Y ahora a esperar que tengamos noticias de la trama en Madrid, que afecta a varias plantas de la calle Génova. Tiempo al tiempo.

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