jueves. 18.04.2024

Sr. Presidente, D. Mariano

Hace unos meses ilusionó a unos millones de españoles decepcionados por la gestión del Gobierno del Sr. Zapatero. Hizo renacer la esperanza. Su discurso, el programa que expuso y defendió, le hizo llegar a la Moncloa; a la Presidencia del Gobierno de España, con mayoría absoluta, prueba de la confianza que los españoles depositamos en usted.

Hace unos meses ilusionó a unos millones de españoles decepcionados por la gestión del Gobierno del Sr. Zapatero. Hizo renacer la esperanza. Su discurso, el programa que expuso y defendió, le hizo llegar a la Moncloa; a la Presidencia del Gobierno de España, con mayoría absoluta, prueba de la confianza que los españoles depositamos en usted.

Las primeras modificaciones del programa electoral fueron aceptadas aún sin esas explicaciones que, de haberlas hecho, hubieran sido mejor recibidas y para que las sucesivas no se interpretaran como puros y simples incumplimientos. Las medidas que está adoptando, que adopta, sin duda y bajo su punto de vista, son lo mejor para España… pero no se están visualizando. La economía no solo no remonta sino que empeora a ojos vistas y la dependencia de otros paises, como Alemania, es evidente. De la pérdida de soberanía qué decir que no sea humillante. Y la credibilidad de propios y ajenos, por los suelos y en aumento..

Hay medidas que no adopta y es clamor que se hagan: la revisión del estado de las autonomías, reducción de cargos y puestos políticos,

supresión de organismos obsoletos e inoperantes, obligar a la banca a facilitar créditos que generen empleo y consumo, en una palabra: generar riqueza. Sin embargo parece que el mal está centrado en los sueldos de los funcionarios y su jornada laboral, en la sanidad y farmacia, en el incremento del IVA o la congelación de las pensiones. Y no es eso, no lo es y usted, Sr. Presidente del Gobierno, don Mariano, lo sabe.

Primero la niña y ahora la prima… Mire, Sr. Rajoy, es cierto que cuesta mucho tiempo y esfuerzo llegar hasta donde usted ha llegado, que se recibe mucho por el camino –como usted dijo- de los unos y de los propios… pero si llegara el momento de marcharse no es necesario esperar a que lo echen bien, sean los suyos o los ajenos, sino la decisión personal, por lo que se llama dignidad y esa, don Mariano, Sr. Presidente, pienso que la sigue teniendo… aún. Con todo respeto.

Sr. Presidente, D. Mariano
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