20 de septiembre de 2010, 15:32
NUEVATRIBUNA.ES - 28.8.2009
Desde 1995 -año de la ley de Prevención de riesgos laborales- no han sido suficientes leyes, decretos, órdenes, reglamentos, acuerdos, acuerdos-marco, directivas, protocolos, dictámenes, inspecciones, sentencias, convenios, recomendaciones, fundaciones, cursos de formación, delegados de prevención, comités de seguridad y salud, etc., para cambiar sustancialmente la dinámica de la siniestralidad laboral, cosa que sí ha ocurrido con los accidentes de tráfico no laborales. Algo distinto ha de hacerse, algo nuevo por muy heterodoxo que parezca. En este artículo se hace una propuesta regulatoria; una propuesta posible, novedosa, costosa para la patronal, muy disuasoria para la falta de medidas preventivas; todo ello con el fin también de que la negociación sobre la siniestralidad laboral no sea la pariente pobre de la negociación colectiva y que ésta sea eficaz.
> Artículo completo en PDF
Antonio Mora Plaza es economista.
Desde 1995 -año de la ley de Prevención de riesgos laborales- no han sido suficientes leyes, decretos, órdenes, reglamentos, acuerdos, acuerdos-marco, directivas, protocolos, dictámenes, inspecciones, sentencias, convenios, recomendaciones, fundaciones, cursos de formación, delegados de prevención, comités de seguridad y salud, etc., para cambiar sustancialmente la dinámica de la siniestralidad laboral, cosa que sí ha ocurrido con los accidentes de tráfico no laborales. Algo distinto ha de hacerse, algo nuevo por muy heterodoxo que parezca. En este artículo se hace una propuesta regulatoria; una propuesta posible, novedosa, costosa para la patronal, muy disuasoria para la falta de medidas preventivas; todo ello con el fin también de que la negociación sobre la siniestralidad laboral no sea la pariente pobre de la negociación colectiva y que ésta sea eficaz.
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Antonio Mora Plaza es economista.