viernes. 29.03.2024

Sin autoridad moral

NUEVATRIBUNA.ES - 7.6.2010...para socorrer a una población sometida desde hace años a un bloqueo ilegal, algo tremendamente dramático pasa. Cuando todas las informaciones, de todos los medios de comunicación, utilizan la misma palabra una y otra vez para hablar de los muertos, de los heridos y de las cientos de personas secuestradas en esa operación, no podemos pensar que es una casualidad y mucho menos resultado de la ignorancia.
NUEVATRIBUNA.ES - 7.6.2010

...para socorrer a una población sometida desde hace años a un bloqueo ilegal, algo tremendamente dramático pasa. Cuando todas las informaciones, de todos los medios de comunicación, utilizan la misma palabra una y otra vez para hablar de los muertos, de los heridos y de las cientos de personas secuestradas en esa operación, no podemos pensar que es una casualidad y mucho menos resultado de la ignorancia. Machaconamente se han referido a ellos como activistas. ¿Qué querrán decir con esta palabra para hacer de ella un uso tan desproporcionado, en el sentido de definir con ella y sólo con ella a los cooperantes de la paz y la libertad?

Si las leyes internacionales no sirven para nada, si el lenguaje oculta lo que realmente está ocurriendo, si las personas que actúan contra la arbitrariedad e intentan socorrer a los más débiles pueden ser secuestradas, detenidas, vapuleadas y hasta torturadas y todo ello no tiene una respuesta contundente de los países que quieren presentarse y se presentan ante el mundo como los adalides de la libertad y la democracia, me parece que estamos ante un abismo en el que, de nuevo, las reglas se imponen por la fuerza y no por la razón, ni los argumentos.

Han pasado algunos días desde este acto de barbarie que ha costado la vida, al menos, a nueve personas, más de 30 han resultado heridas y las otras setecientas han sufrido la sinrazón y la humillación de la detención preventiva y el dedo acusador de los que están fuera de la ley. Pasado este tiempo seguimos sin saber y, muy probablemente, sin preguntarnos los nombres de las personas muertas.

Esa desinformación convierte a los asesinados en entes abstractos, sin nombres, sin nacionalidad, sin amigos, sin familia, sin proyectos. No parecen muertos reales sino números estadísticos de lo que algunos con una enorme “bondad” llaman incidente.

En días sucesivos, Israel, ha vuelto a interceptar en aguas internacionales otro barco de ayuda humanitaria para la población de Gaza. En esta ocasión no ha habido muertos. Además, soldados isralíes han asesinado a cuatro palestinos cuando estaban en aguas de Gaza, dicen que con trajes de submarinismo.

También en esta ocasión, se ha obviado el nombre de los muertos, sus edades, su estado civil. Sólo se ha repetido el dato de que preparaban un ataque terrorista. Esa información nos sitúa ante el hecho de que son terroristas sin aportar dato o demostración alguna. Llama la atención que los medios de comunicación y sus profesionales acepten y repitan, sin más, esa acusación, que no respeta el derecho a la presunción de inocencia y al mismo tiempo, lo que a mi aún me parece más grave desde el ángulo de la información, que no se contrastan los datos y sólo se da la opinión de una de las partes.

El abuso de poder y la arbitrariedad parecen haberse apoderado definitivamente de la práctica cotidiana para resolver todos los asuntos. El gobierno de Israel se niega a aceptar las reglas que pueden hacer posible un futuro de paz para Oriente Próximo. La comunidad internacional es incapaz de evitar las atrocidades diarias en esa parte del mundo. Parece que nuestra historia no ha servido de mucho, que no hemos aprendido prácticamente nada, que las decisiones de los organismos internaciones (ONU) se toman no por las actuaciones de los países, sino en función de qué país las efectúa.

Pero, las distintas varas de medir, inevitablemente generan resquemor y desconfianza y el sentimiento de que el mundo que hemos construido es tremendamente injusto. Tan injusto en las resoluciones políticas como en las económicas. Se comprende así porqué una crisis económica mundial, puesta en marcha por dudosas operaciones financieras y la avaricia sin límites de empresarios sin escrúpulos, puede terminar con un retroceso peligroso de las mejoras conseguidas por los trabajadores en todo el mundo, y, en particular, en Europa. Mientras, los causantes y las causas de esa crisis, no solamente no se corrigen sino que, muy al contrario, se ahonda en los errores y se consigue que los responsables sigan acumulando riquezas, se jubilen con pensiones fabulosas y que los derechos de los trabajadores sean puestos en cuestión y, en buena medida rebajados o suprimidos.

Un mundo, en el que las reglas del juego se han dislocado y donde las aspiraciones de paz, justicia, libertad aparecen, cada vez más, como una apuesta utópica a la que tenemos que renunciar por nuestro propio bien.

¿Dónde queda la autoridad moral, imprescindible para gobernar realidades complejas? y ¿cuales van a ser las consecuencias de que la ciudadanía pierda definitivamente la confianza en quienes deberían velar por una buena gestión del presente para poder mirar al futuro con la seguridad de que se va a hacer todo lo posible para que sea mejor?

Carmen Rivas es periodista. Directora del Observatorio de Medios de Comunicación y Sociedad de la Fundación 1º de Mayo de CCOO.

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